La poesía es mi manta: lo cotidiano como práctica creativa

La Poesía Es Mi Manta. Fotografía de Lobolopezz.

Por Camila Monasterio

Algo maravilloso ocurre en el acto creativo. De la nada emerge aquello que con un lenguaje propio nace para contar algo. Deseos, dolores, filosofía. Lo que sea que, conectando vísceras e intelecto, nos mueve hacia la expresión artística. Hay tantas maneras de crear como espíritus potencialmente creativos, y tantas posibilidades de participar del arte como maneras de entenderla y vivirla. En este sentido, ponerse a la obra en colectivo es un experiencia en la que el proceso de gestación, que suele ser algo íntimo, ha de darse con la confianza necesaria para que cada quien vuelque la parte de sí que quiera poner en el todo.

En ‘La poesía es mi manta’ ese espacio de intercambio ha servido para construir un espectáculo teatral donde se remezclan textos, versos y música. El objetivo es asomarse a los lados de las fronteras, hablar de cómo esas brechas geográfico-políticas, pero también cotidianas, nos impiden no sólo movernos libremente sino conocernos unos a otros en calidad de iguales. Porque en este collage escénico narrado de forma coral se traza el itinerario de un viaje, que aunque en inicio parezca el de aquel que marcha de África para llegar a Europa, es más bien el que hace el espectador al ponerse en la piel de quien está narrando su historia.

Las fuerza de ‘La poesía es mi manta’ reside, precisamente, en el poder de la primera persona. El relato no tiene sombra de duda en cuanto a su veracidad, ni está afectado del paternalismo que puede acompañar la representación de un drama cuando se mira desde fuera. Los y las protagonistas cuentan cómo dejan atrás a su gente, sufren el racismo y la persecución policial, sienten esa mirada a veces de sospecha, a veces de condescendencia y tratan de salir de la precariedad. Puestas en escena, poesía y música son el lenguaje con el que se narra, encontrando resonancias en quien observa que van más allá de los hechos que se desvelan.

La Poesía Es Mi Manta. Fotografía de Lobolopezz.

Este espectáculo es una apuesta por conectar ambas orillas del escenario, e ir incluso más allá. Porque la dureza de la vida de las personas extranjeras, simplemente por serlo, es apenas conocida por quienes la padecen o por sus relaciones más cercanas. Y la justificación de por qué quienes migran merecen sólo una vida de segunda se acepta tácitamente por la sociedad, normalizando el racismo y la xenofobia. Pero un discurso articulado en el odio y el prejuicio se desmonta, simplemente, mirándose a los ojos y buscando ese lazo común. Y para eso, el teatro es un contexto poderoso. Por su desnudez y crudeza, y por su falta de artificios, es capaz de reproducir esa atmósfera de confianza inicial donde los integrantes de este grupo teatral compartían lo íntimo que finalmente, tablas afuera, se hace público.

El colectivo está compuesto por personas que un día decidieron migrar pero también por otras autóctonas que forman parte redes activistas de apoyo mutuo, o por aquellas que comparten afinidades artísticas que van desde la música, la escritura o el teatro. Lo que une a este grupo heterogéneo es, más que nada, el placer por esos versos, melodías y puesta en escena. El rap, el soul, la poesía. Composiciones propias entreveradas con otras del autores/as de renombre que desdibujan, precisamente, esa firma con nombre propio para hablar de lo universal.

La Poesía Es Mi Manta. Fotografía de Lobolopezz.

Así, un poema de Ibrahim Sall y una adaptación libre en castellano de ‘A change is gonna come’ de Sam Cooke, son piezas del mismo fresco que también componen el rap ‘Me voy’ de Serigne Mbaye o ‘Sin Papeles’, una canción reggae en voz de Dieumba Cissé. En este grupo amateur no escasean las habilidades artísticas y cada quien, desde su lugar, aporta su prisma al mural que acaba por mostrarse con complejidad y riqueza. Además, la compañía en sí misma es una experiencia de convivencia, una muestra de que sí es posible un entendimiento, un ir más allá de la piel. Una transformación del paisaje atravesado por barreras, puesto que donde no había cruce de caminos, hoy hay un territorio mestizo.

‘La poesía es mi manta’, además, ha lanzado una campaña de crowdfunding para editar su banda sonora en cd y consolidar la compañía. Quienes colaboren como mecenas contribuirán para que el proyecto se convierta en una fuente de formación y autoempleo para sus integrantes. El dinero, además de ser destinado a la grabación, producción y edición del disco (que será producido por Santi Mijarra-Bass Culture Players), también servirá para realizar cursos de interpretación, canto y se invertirá en la creación de ropa cosida por los sastres/intérpretes de la compañía. Todo un desborde de sueños en tiempos donde la solidaridad merece ser sembrada.

La Poesía Es Mi Manta. Fotografía de Lobolopezz.

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