Dapper Lou: “La gente vive en color”
Lougè Delcy, más conocido como Dapper Lou, creció en Brooklyn, donde aprendió a utilizar la cámara por su cuenta. Con raíces haitianas, este fotógrafo especializado en captar la diversidad cultural se ha convertido en un referente de la fotografía a nivel global. Sus trabajos están caracterizados por los colores intensos y el artista sabe perfectamente cómo jugar con las texturas y las sombras, otorgando un carácter muy especial a todas sus obras. Un claro ejemplo de ese dominio de las texturas es su obra ‘Darkroom’.
En los últimos años Dapper Lou ha puesto su objetivo en el continente africano, donde ha realizado proyectos en Namibia, Sudáfrica o Kenia, entre otros. Una de las series fotográficas más llamativas es, sin duda, ‘Boys who swim’. Su obra, que se centra especialmente en personas racializadas, demuestra que cuando el talento desborda, con un poco de esfuerzo y formación propia, se puede lograr una calidad artística indudable.
Pablo Arconada: ¿Podrías contarnos cómo fueron tus inicios? ¿Qué es lo que te llevó a interesarte por la fotografía?
Dapper Lou: Creo que tiene mucho que ver con el entorno donde he crecido. Básicamente, nací y crecí en Brooklyn, y tengo ascendencia haitiana, esa mezcla me ayudó a ver el mundo con otra perspectiva. Al principio comencé a trabajar como freelance de moda y viajé a diferentes pasarelas en Europa. Muchas veces ese trabajo estaba mal pagado, así que inicie una transición. Empecé fijándome en las personas en el entorno urbano, especialmente en las calles y comencé a documentarlo. En un principio me centré especialmente en el street style. No tuve ningún tipo de formación “reglada”, por decirlo de alguna forma. No pise la universidad.
P.A:¿Cómo fue el cambio de las pasarelas y la moda a centrarte en la fotografía cultural?
D.L: Supongo que empecé a interesarme más por las personas. Aunque seguía trabajando en el mundo de la moda, poco a poco tuve esa “transición” hacia lo cultural. Creo que fue sobre todo por curiosidad. Me interesé sobre todo por la forma en la que vestían las personas. Eso me hizo pensar en la enorme diversidad que existe y en por qué los seres humanos actuamos de una forma u otra dependiendo de nuestro contexto. A ese cambio se unió la sensación de haber caído en una rutina interminable. Así que empecé a sopesar qué era mejor. Por un lado, iniciar una nueva carrera centrada en lo cultural podía ser un poco difícil al principio. Por otro, aunque mi situación en el mundo de la moda no era la mejor, al menos tenía algo de estabilidad. Hice balanza y decidí apostar por lo que me gustaba.
P.A: ¿Podrías contarnos un poco sobre qué es Dapper Studios? ¿Por qué decidiste lanzar tu propia agencia?
D.L: Bueno, Dapper Studios más que una agencia fue ideado como un espacio colectivo. En mi cabeza proyecté esa idea de crear un lugar donde pudieran converger diferentes disciplinas artísticas. Básicamente, quería un espacio donde poder trabajar a gusto con la gente que me rodea. A fin de cuentas, contar con un espacio donde te sientes cómodo para trabajar también te hace sentir más libre. Esta ha sido mi pequeña contribución para generar nuevas dinámicas de trabajo donde se encontraran diferentes artistas. La sorpresa fue mayúscula cuando me di cuenta de que aquella idea se había convertido en un hub cultural.
P.A: Viendo tus trabajos lo que más llama la atención es la intensidad y la diversidad de los colores ¿Qué factor juegan en tu obra? ¿Qué significado tienen?
D.L: Creo que tiene que ver con mis orígenes, yo crecí sumergido en el color de forma natural. Es todo lo que me rodeaba. Por ejemplo, ahora estoy trabajando en un book centrado en el color alrededor del mundo. La gente vive en color. La idea es viajar a esos sitios más coloridos. Un ejemplo es Chefchaouen, en Marruecos, o India. Lugares así son los que de alguna forma me llaman. El color nos ayuda a entender cada realidad, es representativo de un espacio en concreto. A mí personalmente me gusta amplificar la intensidad de los colores, eso destaca el lado bueno de las cosas.
P.A: Algunos de tus trabajos se han centrado en representar a personas del continente africano. ¿Qué es lo que te ha llevado a trabajar en países como Sudáfrica, Namibia o Kenia?
D.L: Al principio no tenía como objetivo principal el continente, pero surgió una oportunidad. Mi primer proyecto en África fue en Kenia, en una colaboración sin ánimo de lucro. Documenté la situación de mujeres embarazadas en el país. La idea era poner el foco sobre esas mujeres, algunas de las cuales sufren y mueren durante el parto. Pero no era sólo fotografiarlas como víctimas, sino también como heroínas, mujeres que luchan y sacan adelante a sus hijos. Era la primera vez que pisaba el continente y eso hizo que me interesara mucho por la diversidad cultural en estos países. Sin embargo, la mayor parte de las veces que he estado trabajando en África ha sido una bonita casualidad. Muchos de mis proyectos están unidos a algún trabajo con empresas que me pedían hacer mis series fotográficas en algún lugar. Por ejemplo, mi trabajo en Marruecos fue una colaboración para Apple y también algunas organizaciones no gubernamentales me han solicitado hacer algún que otro reportaje. A partir de esas oportunidades me di cuenta de que era un espacio que me gustaría explorar.
P.A: ¿Qué es lo que más te inspira de tu paso por países como Namibia o Sudáfrica?
D.L: Desde luego la diversidad cultural y la forma de vestir. Pero creo que también me inspiró mucho la idea del viaje como herramienta de educación. Aprendes sobre la diversidad cultural, las lenguas, la forma en la que comemos… Te das cuenta de que todo en el entorno en el que crecemos nos afecta. Por ejemplo, en Namibia, actualmente tienen mucha industria pesquera. Son cosas pequeñas que aprendes y te da una perspectiva de las cosas. Ves las diferencias y las similitudes. Es una forma de educarnos a nosotros mismos.
P.A: ¿Qué valor le das a las vinculaciones que existen entre Haití y África?
D.L: Es sorprendente la cantidad de conexiones que existe sin darnos cuenta. Cuando estuve en Kenia la primera vez fui a un festival y la música que sonaba tenía el mismo ritmo que la música de Haití. Transmitía mucho. No entendía el idioma, porque no hablo swahili, pero había algo que se movía dentro. Esas similitudes son inspiradoras y tienen una vinculación muy fuerte.
P.A: ¿Y crees que esos vínculos se reflejan en tu trabajo?
D.L: Creo que sí, pero no tanto por mi persona o mi ascendencia, sino por el proceso de aprendizaje en el que me he embarcado. Quiero decir, antes de conocer el continente esos vínculos quizás no eran tan palpables. Cuanto más trabajo en esos espacios, más aprendo y evidentemente más conectado me siento.
P.A: La situación actual de la COVID-19 ha afectado a todas las profesiones. ¿Cómo crees que será tu labor como fotógrafo después de la pandemia?
D.L: A pesar del drama que supone, tengo que decir que lo encuentro interesante y muy desafiante. No creo que sea el final, ya han existido otras enfermedades anteriormente. Por supuesto afectará a la fotografía de forma inmediata, pero no en el largo plazo. Espero que podamos volver a la normalidad. ¿Cuánto durará? No lo sé, pero estoy seguro que lo que la gente está viviendo será un factor que afectará a lo que enfocamos con nuestras cámaras. Además, también generará un cambio en la fotografía: cómo documentamos y cómo trabajamos será diferente.
P.A: ¿Crees que esto afectará de alguna forma a tu estilo y a lo que intentas transmitir?
D.L: Seguro que sí. Además, este cambio hará nuestro trabajo más relevante. A fin de cuentas, vamos a documentar lo que está ocurriendo ahora mismo. Es un momento muy interesante de la historia. Solo pensando en las máscaras, la forma que tenemos de taparnos la cara… es un cambio muy importante en aquellos que vamos a enfocar y nos afectará a la forma que tenemos de trabajar, a nuestro estilo más particular. Es inevitable. La forma que tenemos de acercarnos a lo que vemos va a cambiar.