Etiopía a cuatro ruedas: la revolución del patín
¿Qué es el skate (patín)? ¿Un deporte? ¿Una expresión artística? ¿Un entretenimiento? ¿Un medio de transporte? Quizás sea todo lo anterior aderezado con la predisposición del patinador pero, sin duda, esta práctica que surgió entre la década de los 40 y 50 en California (Estados Unidos) como pasatiempo para los surfistas cuando el mar estaba en calma, ha llegado a Etiopía sobre cuatro ruedas para reivindicar un espacio, un lugar.
La campaña Ethiopia Skate, fundada por el joven etíope Abenezer Temesgen (17 años) y el californiano Sean Stromsoe (22 años), ha elegido toda una declaración de intenciones como lema: “Nosotros sólo queremos patinar”. Pero la historia de cómo creció la campaña esboza un conmovedor retrato acerca de la utilización de herramientas como Facebook y Twitter para conseguir un gran impacto. Con el apoyo de algunos medios nacionales y extranjeros (Transworld Skate, Skate Africa, Style.com, Frank 151, Voice of Africa y The New Africa) los fundadores decidieron iniciar una campaña de crowfunding en la plataforma Indiegogo. A falta de 37 días para que termine el plazo, llevan recaudados más de 13.500 dólares. Por delante, el objetivo arriesgado de conseguir los 60.000 dólares necesarios para la construcción del primer parque de patinadores de Etiopía.
A pesar de que “sólo quieren patinar”, Sean y Abenezer están haciendo mucho más que eso. En apenas unos meses han introducido un deporte que era virtualmente inexistente en Etiopía. Gracias a ellos, decenas de niños han empezado a patinar, y el número crece cada día. “Ahora estamos empezando de modo que no podemos decir exáctamente cuántos niños hay en nuestra organización pero de momento, hay más de 30. Todo el mundo es bienvenido: ya sea el limpiabotas o el chico al que le están lustrando sus zapatos. A través del skate, los jóvenes con problemas o excluidos socialmente tienen la oportunidad de conectar con los demás y con otros patinadores. No importa cuál sea la situación económica”, explica Sean.
Abenezer lleva un par de años patinando. “Me enamoré del patín hace dos años, cuando vi a un chico tratando de patinar en un aparcamiento… Parecía muy divertido. Allí estaba su madre que lo miraba y de repente presenció una caída bastante mala. Como me vio mirando hizo que su hijo me tranquilizara dándome el consejo de que si patinaba no me haría daño. Ese día cambió mi vida. Ahora, he encontrado algo que hacer. Algo que empuja mis límites. Algo nuevo”, afirma ilusionado el joven etíope natural de Adis Abeba.
A Sean, sin embargo, le viene de familia. Su padre practica surf y skate, y desde pequeño se dedicó a filmar imágenes y pequeños clips de los amigos. Él se encarga de la parte creativa y audiovisual de Ethiopia Skate, mientras que Abenezer se encarga de romper clichés a cuatro ruedas sobre la cultura del skate en su país. El californiano, que llegó a Etiopía en 2011 para un proyecto de vídeo encargado por una ONG, escuchó por primera vez hablar de Abenezer volando. Y no es una metáfora.
“Conocí a un chico sueco en un pequeño avión a Adis hace unos seis meses, su nombre es Tomas pero lo llamamos choma (que significa “carne blanca” en amárico). Entablamos una conversación y empezó a mostrarme imágenes de niños patinando en un aparcamiento; Abenezer estaba en una de ellas. Estaba muy emocionado porque cada vez que paseaba por Adis pensaba en lo divertido que sería para patinar. Al día siguiente, Choma me llevó al lugar donde patinaban y la campaña creció naturalmente”, explica el norteamericano.
Estos jóvenes emprendedores decidieron capturar la historia de lo que puede suponer el patinaje en Adis “y realizamos un vídeo durante dos fines de semana que reflejara esta realidad”, apunta Abenezer. Aunque todavía están lejos del objetivo, la confianza y seguridad con la que hablan es un bálsamo de esperanza. “Lo que conseguiremos tendrá un gran impacto. Vamos a construir rampas portátiles para que los niños puedan patinar sin importar lo mucho o poco que consigamos. Si no alcanzamos nuestra meta de 60.000 dólares (unos 44.000 euros) para construir el parque, seguiremos luchando hasta encontrar otros caminos”.
Hay alrededor de 50 millones de patinadores en el mundo y los vinculos, inquietudes y sueños se han unido a través de las redes sociales. Así lo explica Sean: “Es una locura. Abenezer tiene amigos y conexiones por todo el mundo y eso que ¡nunca ha salido de Etiopía! Él es amigo de algunos grandes patinadores en Barcelona y tenemos colaboradores que nos apoyan allí, pero estamos trabajando principalmente con una organización llamada Make Life Skate Life con sede en Alemania. Ellos construyeron previamente skateparks en la India y Bolivia. Ahora estamos en la primera y más difícil etapa de la construcción: asegurar la tierra”.
Con un movimiento que poco a poco se hace visible en países como Kenia, Uganda, Madagascar o Sudáfrica, desde Ethiopia Skate planean para este 2014 demostraciones y talleres para enseñar a voluntarios que lleven esta modalidad alrededor del país. Mientras, la esperanza e ilusión a dos ruedas de Abenezer nos impulsa a creer en otra forma de hacer con pocos recursos. “Si algunos de nosotros trabajamos juntos en este sueño, los niños volverán a la vida”, sentencia el joven patinador.
Para más información sobre el proyecto y la campaña Ethiopia Skate pincha aquí.
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