Faith XLVII: “África es mi sangre”
Su nombre es una declaración de principios. Faith XLVII (o Faith 47) afirma que, en un mundo que se rige por las estrategias políticas y los beneficios particulares, ella busca la verdad a través del arte. Y suele hacerlo a lo grande, a través de inmensas obras de arte urbano que plasma en muros, ruinas y enormes edificios. También en algunos lienzos, pero siempre de gran formato. A pesar de autodenominarse ‘Fe’, en su traducción al español, el estilo de esta artista sudafricana es impecablemente realista, sencillo, con trazos sutiles que desprenden una fortísima belleza. Con ellos se ha recorrido medio mundo en su búsqueda de la verdad. Este último semestre de 2019 ha estado principalmente inmersa en las fachadas estadounidenses, con idas y venidas a Ciudad del Cabo y París, donde participa en la exposición colectiva Veni, Vidi, Vinci, el arte urbano frente al genio’ que rinde homenaje a Leonardo Da Vinci y se estrena a partir del próximo ocho de noviembre en el centro de arte urbano Fluctuart. En Wiriko hablamos con ella.
Ruth Fernández Sanabria: Es curioso que habiendo declarado no ser religiosa, te autodenomines Fe. ¿A qué se debe tu nombre artístico?
Faith XLVII: Veo el misticismo y el espiritismo como factores importantes en mi vida, así que tengo una clase de fe, pero no está asociada con las religiones monoteístas. Veo que todos ellas están arraigadas en caminos de aprendizaje espiritual, y eso es lo que más me interesa.
R.F.S.: ¿La inspiración y la espiritualidad van de la mano?
F.XLVII: Encuentro la inspiración viviendo en este mundo, que es un cóctel molotov de caos, inmensa belleza y sufrimiento increíble. Uno necesita encontrar maneras de canalizar y dar sentido al mundo exterior. Tuve la suerte de encontrar una manera muy personal de desentrañar las cosas en un método que, de algún modo, me permite llevar el peso del mundo.
R.F.S: Por los animales que sueles pintar, así como la representación que haces de las mujeres, parece que no pierdes de vista el continente africano. ¿África es tu musa?
F.XLVII: Yo no la llamaría mi musa porque parece casi una forma de objetivación. No, África es mi sangre. Soy una mujer y nací y viví la mayor parte de mi vida en el continente africano. Esto está inherentemente integrado en el tejido de lo que soy y, por lo tanto, es una gran parte de mi narrativa.
R.F.S: ¿Y cómo es ese proceso, desde que te llega la inspiración al que creas tus narrativas visuales?
F.XLVII: Tengo varios temas, proyectos y medios que se deshacen a diferentes velocidades. El estudio tiene rincones donde las cosas se cuecen mientras otras se preparan. Es un proceso orgánico y las cosas maduran en su propio tiempo. A veces me siento como una facilitadora, o como un conducto para mensajes visuales energéticos que son más grandes que mí misma o que mi vida. Este es en última instancia mi objetivo: hacer un trabajo que se relacione con la condición humana y trascienda al individuo.
R.F.S: Tus trabajos artísticos se desarrollan en edificaciones de todo tipo, pero pareces tener una relación especial con las construcciones abandonadas. ¿Qué te atrae de las ruinas?
F.XLVII: Las ruinas representan nuestras ambiciones, nuestros deseos pasados de progreso. Nos muestran lo que hemos descartado. Y se puede aprender mucho de eso. Me gusta visitar a los espíritus y rendir homenaje a estos espacios que tienen una fuerte energía y memoria. Hay algo sagrado ahí.
R.F.S: Tus obras siempre parecen querer llevar algo de naturaleza y espiritualidad a las ciudades, ¿es porque crees que les hace falta?
F.XLVII: Las ciudades son redes increíbles y centros de actividad humana y aspiraciones. El auge de la tecnología y la caída de los sistemas sociales los hacen cada vez más corporativizados y carentes de sentimiento de comunidad. Este anhelo de conexión puede surgir subconscientemente en forma de alienación o en depresión o en apatía. Me gustaría llevar a los espacios urbanos el elemento de humanismo, de contenido emotivo, que contiene el mundo natural para recordarnos quienes somos en entornos de cemento y asfalto. Para recordarnos que debajo de eso hay raíces y semillas y tierra y criaturas vivas allí.
R.F.S: ¿Siempre ha sido así? ¿Cómo describirías tu propia evolución como artista?
F.XLVII: En los últimos años me he permitido espacio para la exploración y la experimentación. Estoy interesada en encontrar una voz para los idiomas que quiero hablar y esto se ha traducido en rendimiento teórico, en creación de vídeo, instalaciones holográficas inversivas, en escultura… Quiero librarme de cualquier categorización específica de género artístico sobre la que tiende a apoyarse la gente. Quiero fluir y ser flexible con mi trabajo, para que el medio y el contenido tengan una fuerte relación entre sí.
R.F.S: ¿En qué estás trabajando ahora y cuáles son tus próximos proyectos?
F.XLVII: Me estoy preparando para un gran espectáculo en solitario en Sudáfrica el año que viene, que será una especie de bienvenida catártica para mí. El estudio tiene ahora mismo varios proyectos experimentales en ebullición. Esencialmente me gustaría alinear mi trabajo con mi vida de una manera que sea más inconsútil y holística y esto es un acto de equilibrio constante.
R.F.S: Llevas casi veinte años creando arte urbano que habla de temas sociales y de denuncia, ¿crees que el arte es un motor de cambio?
F.XLVII: El reino creativo es el reino que habla de la conciencia colectiva de las masas, esto se hace consciente o inconscientemente, pero al mirar el arte y su relación con la historia uno puede ver la conexión directa entre la psique de los artistas y la psique de los tiempos. ¿De qué otra forma podría ser? La música, el arte, la poesía, el cine,… representan la capacidad de los seres humanos para trascender y ver más allá de las necesidades cotidianas y para reflexionar sobre las idas y venidas existenciales de nuestra especie en un momento dado.
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