Julie Mehretu: pinturas que son torbellinos de historia en Santander
La corriente creativa de Julie Mehretu se detiene en la orilla cántabra dando paso a la segunda gran exposición celebrada en el Centro Botín de Santander, que mantendrá sus puertas abiertas hasta el 25 de febrero de 2018 a través de la retrospectiva ‘Julie Mehretu: Una historia universal de todo y nada’. Sesenta dibujos y treinta pinturas de la artista etíope que permiten ver la evolución en su práctica creativa. Una colaboración curatorial de Vicente Todolí, presidente de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín, y Suzanne Cotter, directora de la Fundação Serralves-Museu de Arte Contemporanea de Oporto, que ha dado lugar a la muestra más completa de la obra de Julie Mehretu realizada en el continente europeo, que ya te adelantábamos en Wiriko como regalo cultural.
La reconocida pintora, nacida en Addis Abeba en 1970, se vio obligada a abandonar Etiopía a la edad de siete años, cuando se trasladó con su familia a Estados Unidos, adoptando Nueva York como lugar de residencia desde 1992. Desde ahí la artista ha generado un léxico visual propio que caracteriza su obra en el que por medio del grafito, la tinta, el acrílico, los aerosoles y el digital construye sus obras por capas, otorgando a cada estrato un papel particular que da lugar a la creación de un archivo visual.
Al sumergirnos en esta exposición de Julie Mehretu, primeramente encontramos un espacio arquitectónico representado desde distintas perspectivas. Se trata de una capa inicial compuesta por calcos lineales de trazos simples en la que aparecen elementos pertenecientes a diversos estilos como galerías góticas, arcadas renacentistas o fachadas acristaladas contemporáneas. Con el estilógrafo, la artista integra pulcramente distintas plantas arquitectónicas, creando un complejo mapa pero sin ubicación concreta. Es lo que ella llama «mapas sin localización«, que bien pueden protagonizar la obra, como sucede en “Citadel” (2005), o bien pueden ejercer de telón de fondo. A medida que vamos avanzando por esta retrospectiva, la importante presencia de estas finas cuadrículas arquitectónicas se irá diluyendo para conformar un estrato más del complejo tejido pictórico de esta creadora, donde el gesto irá cobrando prestancia en la tela.
Con la siguiente capa entra en juego la dicotomía entre línea y mancha. Contrastando con la composición geométrica de la planimetría inicial, encontramos una explosión dinámica. Rectas, curvas e incluso manchas pueblan el lienzo con aparente espontaneidad expresiva. El resultado son imágenes polisémicas de carácter abstracto, donde el movimiento tiene un papel protagonista. Flujos migratorios, conflictos sociales o diferentes coyunturas económicos se materializan sobre la tela. Como se puede apreciar en “Fragment” (2009), donde generan una caótica nebulosa con cierta armonía interna en la que uno puede jugar a reconocer elementos, desde aves en vuelo a olas chocando en tempestad.
El color tiene también cabida en los lienzos de Julie Mehretu. Se dispone en definidos bloques que flotan equilibradamente por el espacio, atrayendo nuestra atención con sus tonos planos de gran vivacidad. El cromatismo más intenso se da en pinturas como “Mumbo Jumbo” (2008) o “Zero Canyon (A Dissimulation)” (2006), obras de enorme atractivo visual, que dan paso a otras en las que el color irá perdiendo protagonismo y intensidad.
La suma de estratos de sus piezas funciona como palimpsesto, donde se reescriben y superponen historias. De ahí que uno de los temas recurrentes en su obra sean los conflictos mundiales que han marcado la conciencia colectiva, a través de los cuales muestra una página de la historia actual. Los movimientos cíclicos de la historia sociopolítica serán una constante en su producción, relacionando su pintura con la realidad. Así catástrofes como los atentados del 11-S han supuesto un punto de inflexión en su línea de trabajo, donde la variedad cromática, ya anteriormente restringida, se reduce y oscurece paulatinamente en los lienzos de sus últimas series. Se rigen por trazos gestuales que se desdibujan aportando un carácter casi espectral a través del cual sus composiciones toman un rumbo más conceptual, individual y críptico.
Esta tendencia se aplica en su producción más reciente, como ocurre en “Conjured Parts (Syria), Aleppo and Damascus” (2016), creaciones en las que se proyectan dos ciudades con cruentos años de guerra civil a sus espaldas; o el caso de Dresde en su condición de punto de recepción masiva de refugiados, perteneciente a la misma serie que remite a la respuesta que tuvo lugar en 2015 a través de una manifestación de ideología nazi. La fotografía de este suceso sirvió a Julie Mehretu para plasmar grabar esta parte de nuestra historia actual en un lienzo, que sin embargo, se nos expone inapreciable ante la distorsión de la imagen que hace la artista, lo que nos impide reconocer ningún elemento.
Otro aspecto destacable de Mehretu es el formato elegido. Es notorio el contraste entre los dibujos de reducidas dimensiones, situados en la primera planta de la exposición en relación con los grandiosos lienzos de las salas superiores. Estos últimos pueden superar los ocho metros y medio de anchura, como podemos ver en “Invisible Line (Collective)” (2010-11), o alcanzar los cuatro metros y medio de altura, como ocurre en “Aether (Venice)” (2011).
La invitación para perderse en los detalles que abarca la vorágine artística de Mehretu está servida. Una oportunidad para conocer cuál es el ahora en su producción además de sus orígenes creativos.
Raquel Monteagudo
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