Kariakoo, pulso al tiempo en la masificada Dar es Salaam
Dar es Salaam es una de las ciudades más importantes de Tanzania, el país más poblado de África del Este. Pese a que la ciudad dejó de ser la capital del país en 1996, hoy en día continúa siendo uno de los puntos principales del territorio nacional debido a su localización costera y a la actividad comercial que alberga.
Con una población aproximada de 3 millones de habitantes, crece a un ritmo del 4´3% anual. Esto ha supuesto numerosas oportunidades para la economía urbana, pero también ha traído aparejado el rápido deterioro de sus infraestructuras, lo que ha derivado en el riesgo de colapso de las mismas, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría de sus habitantes – siete de cada diez – viven en asentamientos informales.
Una ciudad con historia
Su condición de ex colonia inglesa y alemana convierte a Dar Es Salaam en una ciudad de gran riqueza histórica. Siguen siendo visibles en sus calles algunos de los edificios coloniales de la época junto a las construcciones árabes e indias que caracterizan el centro y que se mezclan cada vez más con modernos edificios y rascacielos.
Sin embargo, muchos expertos alertan de la pérdida de identidad a la que la ciudad se ve sometida, pues el derribamiento de edificios está siendo la opción preferida por las autoridades en su estrategia de reacondicionamiento. Las casas tradicionales de estilo swahili, los edificios coloniales y las estructuras erigidas en tiempos de temprana independencia están desapareciendo.
La ausencia de una legislación clara y fuerte, el conflicto de intereses y la falta de una estrategia eficaz para la conservación del patrimonio son las principales causas por las que este fenómeno no ha hecho sino crecer en los últimos años.
El proyecto “Dar Es Salaam Sostenible”
Consciente del problema de masificación de la ciudad, en 1992 el Programa de Asentamientos Humanos de las Naciones Unidas (UN-Habitat) impulsó un plan de reacondicionamiento. Éste debía centrarse en el trabajo con las autoridades locales y el apoyo del desarrollo de la capacitación local como estrategias para lograr la sostenibilidad de la ciudad, implementando las cuestiones medioambientales en la planificación de las prácticas urbanísticas. Pese a que debería haber estado listo en 2003, diez años después este proyecto todavía no ha visto la luz, ni tampoco cuenta con el apoyo de la opinión pública.
El hecho de que el país disfrute de elecciones cada cinco años ha supuesto en numerosas ocasiones el retraso de su ejecución, debido sobre todo a las diferentes prioridades de los políticos de turno. Asimismo, el cambio en la composición del comité que debe supervisar el proyecto ha dificultado un acuerdo común.
Kariakoo y su pulso al tiempo
De entre los barrios comerciales más importantes de Dar es Salaam destaca Kariakoo, que además es uno de los espacios más habitados de la ciudad. A principios del siglo XX, el 60% de la población de la ciudad vivía aquí, en su mayoría africanos que no tenían nada que ver con la élite colonizadora que se asentaba en barrios mucho menos humildes como Oyster Bay, que el propio Kapuscinski calificaba como un lugar de “chalets suntuosos, jardines inundados de flores, tupidos céspedes y rectas alamedas con gravilla”(…) “Mucho más lejos del mar, bullicioso y rebosante de gente, se apretuja el barrio de piedra de los comerciantes”, o séase, Kariakoo, un lugar rodeado de edificios que forman parte de las pequeñas callejuelas que convergen en el mercado central.
En la actualidad, se ha convertido en un bazar de grandes dimensiones que contribuye a la economía a pequeña escala gracias a la multitud de vendedores ambulantes que recorren sus calles a diario, así como a la infinidad de comercios que acoge. Tiendas de ropa tradicional y puestos de comida, especias y medicinas tradicionales adornan cada recoveco del distrito, llenándolo de color y vitalidad.
Hoy en día, experimenta un boom urbanístico que ha supuesto el florecimiento de los comercios, y la habilitación de espacios de diversa naturaleza donde llevarlos a cabo. Esto incluye los bajos de muchos edificios, así como las plantas superiores –por reducidas que sean-, que son utilizadas mayormente como expositores.
Además, en los últimos años, se ha convertido en un lugar de acogida para la numerosa población china que llega al país, y que refleja muy bien la creciente influencia de esta nación en África del este. Se dedican al comercio de productos, muchas veces importados desde su país de origen: utensilios de cocina, ropa, cortinas, aparatos electrónicos, teléfonos móviles, paraguas y medicinas que, en numerosas ocasiones, han sido denunciadas por las autoridades locales por ser falsas. Según el Ministerio de Industria y Comercio tanzano, la mayoría de las pequeñas empresas que poseen operan de manera ilegal, pues no cuentan con la inversión mínima necesaria para que un extranjero pueda poner en marcha un negocio en el país, que actualmente asciende a 100.000 dólares. Por otra parte, su gran demanda de acomodación está haciendo que los precios aumenten, así que los constructores están decidiendo erigir el mayor número de edificios posibles con la certeza de que se trata de un negocio seguro.
Esto ha contribuido a que las autoridades tanzanas hayan mostrado su preocupación por el estado del barrio debido a la sobrepoblación que experimenta y al peligro que esto entraña tanto para habitantes como para transeúntes. Esto se materializó el pasado mes de marzo en el colapso de un edificio de 16 pisos que supuso la muerte de 36 personas.
A raíz de este hecho, en julio se abrieron varias investigaciones para analizar el estado de las infraestructuras y para trazar una estrategia capaz de garantizar la sostenibilidad de las mismas. Tras varios meses de pesquisas, las primeras conclusiones de la inspección que lleva a cabo la empresa privada Design Plus Arquitectos (DPA) alertan sobre la peligrosidad de su estado: 64 de los 90 edificios inspeccionados no cumplen con las normas básicas de seguridad. Se han construido y erigido edificios de varios pisos sin tener en cuenta ninguna norma básica de ingeniería, convirtiendo así el lugar en una bomba de tiempo. Los diseños que fueron inicialmente aprobados han sido deliberadamente ignorados a la hora de acondicionar los edificios de gran altura, y los espacios destinados a la habilitación de plazas de aparcamiento muchas veces han sido utilizados como sótanos, donde además es probable encontrar tiendas y oficinas en su lugar. A todo ello hay que sumarle la inexistencia de vías de escape en caso de colapso y la ausencia de ventilación.
La visión de futuro del colectivo Anza
Muchos de estos problemas fueron los que animaron a un equipo de jóvenes estudiantes de arquitectura de la universidad Ardhi de Dar Es Salaam a agruparse para intentar resolver el conflicto entre espacios y personas.
Así se creó la revista “Anza”, que en swahili significa “comienzo”, con el fin de ser un punto de referencia en materia arquitectónica capaz de influir en los planes de reacondicionamiento de la ciudad. Ahora también trabajan en la creación de una red de consultoría que forme parte de la planificación urbanística.
Desaprueban el estado actual de la ciudad, e inciden en la necesidad de elaborar un plan de actuación eficaz. Por ello, defienden Barcelona y Zanzíbar como dos ejemplos a seguir: dos ciudades que lejos de sufrir riesgo de colapso, han sabido incluso adecuar sus instalaciones para evitar el derribamiento de edificios históricos. Esto ha impedido acabar con su belleza y riquezas históricas, y además ha supuesto una estrategia eficaz para el impulso del sector turístico. Una estrategia válida que también supone la generación de una vasta cantidad de ingresos, lo cual contribuye a la sostenibilidad financiera de los proyectos impulsados.
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