Tshepo Mokholo: “La tradición no es inamovible”
En 1994 Ruanda fue víctima de un genocidio que costó la vida a más de cuatrocientas mil personas. Veinticinco años después, la masacre sigue siendo una herida abierta en la memoria histórica. Mientras el presidente de la república, Paul Kagame —uno de los mandatarios del mundo que lleva más tiempo en el poder— está llevando a cabo esfuerzos para que el trauma no obstaculice ni invisibilice el potencial del país; la arquitectura se erige como constructora de cohesión social y justicia, y como principal motor para la defensa de los derechos humanos. Prueba de ello es la reapertura del centro de educación primaria de Ruhehe, al noreste de Ruanda. El arquitecto sudafricano Tshepo Mokholo, uno de los muchos participantes en este proyecto, nos cuenta un poco más sobre ello.
Como parte del plan Vision 2020 puesto en marcha en el país de los Grandes Lagos y que, en palabras de Kagame busca «una Ruanda unida y competitiva a nivel regional y global», el presidente tiene claro que para alcanzar las metas establecidas necesita una mano de obra cualificada y en buenas condiciones, reiterando la importancia de mejorar la educación entre otros aspectos.
La organización benéfica MASS Design Group defiende que la arquitectura no es neutral, por lo que la utilizan para promover la justicia y dignidad humana. En 2016 fundó el African Design Centre (ADC) en Kigali con el propósito de expandir esta concepción de la arquitectura. A través de la formación de líderes profesionales, el ADC quiere incorporar a las comunidades locales en el proceso de diseño y construcción de infraestructuras, defendiendo que hay una conexión entre el entorno creado y los derechos humanos. Su primer proyecto fue la reconstrucción del centro educativo de Ruhehe, cuya reapertura tuvo lugar en octubre de 2018 tras el trabajo llevado a cabo por once becarios de distintos países africanos. Tshepo Mokholo, miembro del equipo de 2015-2018 del centro de diseño, nos habla sobre su experiencia en el proyecto.
I.G.B. ¿Cómo entraste en contacto con African Design Centre?
T.M. Gracias al programa Design Indaba Emerging Creatives, en 2016 tuve la oportunidad de asistir al Design Indaba que tuvo lugar en Ciudad del Cabo. Christian Benimana, fundador de ADC, fue uno de los ponentes. Christian presentó la escuela en su conferencia, así es que después de su charla me dirigí al salón de medios digitales en donde estaba y le pregunté cómo podía involucrarme en el proyecto. El plazo de solicitud se abrió unos meses después. Presenté mi formulario y fui seleccionado como parte del primer grupo de participantes.
I.G.B. ¿Siempre has pensado en la arquitectura de la manera que lo haces ahora o tuviste que pasar por un proceso de deconstrucción del estilo convencional de diseño?
T.M. Siendo honesto, a día de hoy no pienso en la arquitectura de la misma manera que hace seis meses. El diseño es una experiencia de aprendizaje constante y de voluntad de crecer, absorber nuevas ideas y nuevos enfoques. Creo que mi perspectiva está más basada en una ideología de diseño tradicional, pero con una mentalidad más experimental. Esto me lleva a rodearme de gente que no piensa como yo, que me plantea retos, que me ayuda a progresar y a no quedarme estancado en cómo entiendo y abordo el diseño. Me formé en una institución de estilo occidental, así es que en los últimos años he trabajo por deconstruir lo aprendido y empezar a imaginar la arquitectura africana que se corresponde al lugar, su historia y sus ambiciones para el futuro. No consiste en invalidar la formación que recibí; más bien se trata de cómo en una sociedad globalizada donde las ideas no tienen fronteras podemos construir sobre todas las formas de conocimiento, tanto occidentales como tradicionales, para desarrollar un lenguaje de diseño que reflexione sobre quiénes queremos ser.
I.G.B. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con la comunidad local?
T.M. Fue la primera vez que me involucré de esta manera en un proyecto de construcción. Me abrió los ojos en muchos aspectos. Al ser extranjero en Ruanda, no tenía vínculos con las personas en ese sentido. Fue una experiencia de aprendizaje de una participación comprometida que respeta la dignidad de las comunidades con las que trabaja, y que las ve más como colaboradoras que como clientas. También me enseñó que hay muchas maneras de cooperar con las personas, especialmente cuando el idioma es una barrera.
I.G.B. ¿Las ideas de los niños y las niñas eran siempre posibles o hubo que ajustarlas?
T.M. Sus aportaciones se utilizaron como inspiración ya que sus ideas eran de otro mundo, pero esto era lo que queríamos. Buscábamos ayudarles a que impulsaran nuestra imaginación sobre qué significa una escuela para los niños y niñas, y cómo podemos diseñar a partir de esa idea, no de las ideas específicas que se les ocurrían.
I.G.B. Has dicho que la arquitectura tiene un papel importante en la manera en la que los y las niñas se relacionan con la educación. ¿Podrías decirnos alguno de los impactos positivos que haya tenido la arquitectura al respecto?
T.M. En los años de aprendizaje las cosas que nos rodean nos estimulan, las partes de nuestro cerebro que más estimulamos también se desarrollan más, mejorando así nuestra capacidad para imaginar. El mejor regalo de la humanidad es su habilidad para transformar nuestra imaginación en innovación. Por ello, el medio edificado en el que tanto tiempo pasamos tiene un impacto en nuestra psique, especialmente en los y las niñas, quienes no están aprendiendo únicamente un programa, sino habilidades básicas de la vida en los entornos que se desenvuelven. Se ha demostrado que la textura y el color tienen impactos psicológicos en el cerebro, y ambas son herramientas para los arquitectos, quienes las utilizan para crear espacios cómodos, atractivos y desafiantes. Algo tan simple como entrar en un aula, la idea de la puerta y la entrada, y cómo algo tan básico puede redefinirse, podría motivar el cuestionamiento de lo convencional. Cuando van a casa pueden preguntarse por qué la puerta de la entrada no gira como la de la escuela. Podemos diseñar a través de estas peculiaridades que presentan retos tanto mentales como físicos a los y las niñas.
I.G.B. Se han llevado a cabo otros proyectos similares al de ADC, por ejemplo, el de los centros de preescolar desarrollado por UNICEF entre 2013-2015. ¿Qué consideras que hace especial el proyecto de Ruhehe?
T.M. Lo que lo hace especial es que fue ideado por diez diseñadores jóvenes, todos procedentes del continente pero con diferentes experiencias. Este agrupamiento original da lugar a una ideología única y a un enfoque que se desarrolla reflexionando sobre el potencial del futuro. Algunos de los diseñadores habían estado en colegios rurales como el de Ruhehe, por lo que había una mejor apreciación de cuáles serían las ambiciones de los niños y niñas. El producto final refleja las contribuciones de la diversidad que había en el grupo. Es una señal de lo que los diseñadores jóvenes africanos pueden hacer cuando colaboran más allá de las fronteras; las ideas no tienen barreras.
I.G.B. ¿Por qué crees que es tan importante entrelazar las prácticas tradicionales con la arquitectura contemporánea?
T.M. Nuestras prácticas tradicionales han definido quiénes somos y cómo hacemos las cosas durante miles de años. Para que esas tradiciones hayan perdurado durante tanto tiempo tiene que haber alguna genialidad en ellas que tenga valor intrínseco y que no podemos descartar. Pero también tiene que haber un entendimiento de que vivimos en una sociedad contemporánea y globalizada, así como que el intercambio de ideas que está sucediendo a una velocidad acelerada, muchas veces en detrimento de los enfoques más tradicionales. Esto deriva en un diseño contextual que no tiene significado en el lugar y muchas veces no funciona. El futuro está en comprender las prácticas tradicionales y usar la tecnología y las técnicas contemporáneas para mejorarlas. La tradición no es inamovible, tiene la habilidad de desarrollar y cambiar con el tiempo, por lo que la convergencia con la contemporaneidad debería ser vista como un paso del proceso evolutivo más que como una batalla que sólo uno gana.
I.G.B. Después de esta experiencia en un proyecto de diseño y construcción, ¿te planteas seguir trabajando desde la perspectiva de arquitectura sostenible y de bajo coste?
T.M. Actualmente soy diseñador miembro de Design Indaba en Ciudad del Cabo, trabajando en una diversidad de proyectos y con el objetivo de encontrar formas en las que utilizar el diseño como una fuerza positiva en nuestra sociedad, economía y espacios públicos. En Design Indaba trabajamos para ser diseñadores abogados no sólo de cómo hablamos sobre el diseño sino de implementar proyectos que muestren el potencial del diseño.
Indhira García Belda
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