«Todo arte es activista aunque sea de forma inconsciente»
El pasado fin de semana, el Museo Nacional de Nairobi acogió una jornada de conferencias y actuaciones bajo el título MINI STORYMOJA HAY FESTIVAL. El evento, celebrado para compensar la anulación del último día del STORYMOJA HAY FESTIVAL, programado del 19 al 22 de Septiembre y afectado por los ataques terroristas del centro comercial Westgate, ocupó dos escenarios privilegiados en el recinto: el anfiteatro y el auditorio Louis Leakey.
A las 9 de la mañana, la directora del colectivo Storymoja, Muthoni Garland, abría la jornada con talleres de escritura, para dar paso a un tributo al escritor ghanés Kofi Awoonor, asesinado en el atentado del centro comercial, de la mano del escritor keniano Binyavanga Wainaina. Al mismo tiempo, charlas sobre el «Activismo Online» y debates entre los bloggers más famosos del país calentaban los motores para la conferencia de dos autores que han basado sus obras de ficción en el panorama político de Kenia: Kinyanjui Kombani (autor de The Last Villains of Molo) y Richard Crompton (autor de The Honey Guide). Asimismo, una pregunta que ha pasado a sobrevolar el ideario de los jóvenes kenianos en el último mes tomaba posesión en el auditorio principal: «¿Somos realmente uno?» (en referencia al slogan nacionalista «We Are one»).
A la hora del almuerzo, mientras el olor del arroz de coco inundaba la entrada del anfiteatro, algunos escritores debatían la importancia de juzgar los delitos cometidos durante la violencia postelectoral en el país tras las elecciones de 2007. Ahí, los poetas de the ICC Witness Project competían, no muy severamente, con una charla más bien dirigida a amantes de la literatura romántica en una sesión bautizada como ‘Drumbeats on mobile’, dedicada a debatir las principales características de los romances literarios del Este de Áfric: las diferencias entre el amor romántico «a la occidental» y el africano; la concepción de la belleza o la relevancia real del beso; las flores o los bombones en las historias de amor kenianas.
Pero la charla más relevante en materia artivista fue la que se tituló bajo el rótulo «Art and Activism». Encima del escenario, cuatro ponentes perfilaron el papel del arte para la transformación social. Moderada por la oradora Mshai Mwangola, se inició con la participación de Ngungi Githuru, un conocido activista social keniano que despertó a la audiencia cantando y poniendo sobre la palestra la firme presencia de la oralidad en sociedades urbanas, modernas y cosmopolitas como la de Nairobi.
Abrió el debate la doctora Wambui Mwangi, una comprometida profesora de ciencias políticas que ha decidido dejar su plaza en la Universidad de Toronto y volver a Nairobi. A parte de ser docente en la Universidad de Nairobi, dirigir el grupo de escritores activistas Concerned Kenyan Writerso, o de escribir obras como Internally Misplaced, Wambui se dedica a fotografiar la Kenia más alejada de las guías turísticas. Su mirada a través del objetivo de la cámara es una visión cotidiana y cercana a la realidad: ropa tendida; carreteras asfaltadas; rascacielos; o tiendas de electrodomésticos. «¿Por qué esperar una mirada exótica de las fotografías africanas? O incluso ¿por qué centrarse en la narrativa de la pobreza?» En la ponencia, Wambui dejó clara la idea de que Kenia está conformada por muchos tipos de personas. La diversidad de población garantiza que haya gente como ella, encima de un escenario, hablando de arte, del poder para transformar la realidad, de cambiar la imagen de un espacio, un país o una generación, de influenciar e inspirar a toda una sociedad a través de la creción de nuevas iconografías. Su blog, Generation Kenya, está lleno de historias cotidianas capaces de cambiar el foco de atención de los medios y de la sociedad civil y centrarlo en las historias que conforman el panorama cultural keniano contemporáneo.
Le siguió Njonjo Mue, un conocido activista social y abogado de derechos humanos que ha sido varias veces encarcelado por actos como saltar encima del coche de un ministro o por escribir textos que han comprometido el gobierno keniano. Como Wambui, Njonjo es una de esas mentes brillantes que formaron parte de la Diáspora. Estudió en Oxford y trabajó en Sudáfrica, pero decidió volver a casa y luchar. Njonjo defiende la idea de que «la juventud keniana debería conformar una especie de ejército de defensa comprometido con los derechos de la juventud y capaz de crear un futuro mejor». Es director de la Comisión Nacional Keniana de Derechos Humanos y escribe textos muy interesantes desde su blog personal: Generación Uhuru. En la ponencia, Mue puso especial énfasis en una de sus mayores pasiones: la poesía. Y defendió que «las palabras tienen mucho poder para transformar la realidad de una sociedad».
En la misma línea, intervino Keguro Macharia, un profesor de literatura comparada y miembro del Concerned Kenyan Writers Collective que ha escrito muchísimo sobre los derechos de los homosexuales y contra la homofobia, y que, además, es portavoz de LGTD Kenia. Como Mwangi y Mue, Macharia decidió abandonar su plaza como docente en Estados Unidos y volver a su país natal. Con el colectivo Koroga, un grupo de poetas y fotógrafos kenianos, incendia el mainstream narrativo; y en Gukira, su blog personal, relata fotografías del alma de forma corta y concisa. De hecho, su mensaje en el Mini Hay Festival enfatizó «la capacidad de impregnar las mentes con píldoras narrativas cortas». Defendió la importancia de algunos proverbios, de algunos versos, sean en forma escrita, oral o pintada en las paredes como graffiti, para impactar en la forma de pensar y actuar de las personas.
La importancia de las narrativas, de las imágenes, de la iconografía… Y la imposibilidad de que, de una forma u otra, lo que se produce tenga un impacto en la sociedad, fueron las conclusiones de la ponencia, que terminó con la voz de Mshai Mwangola afirmando que «todo arte es activista aunque sea de forma inconsciente».
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