Fatou Diome y la reflexión de la diáspora
3ª Edición del Curso Introducción a las expresiones artísticas y culturales del África al sur del Sahara
Por Carla Figueiras Catoira
La emigración no era en España un fenómeno ni reciente ni lejano cuando comenzamos a ser un país acogedor de inmigrantes. Era el siglo XIX cuando Rosalía de Castro, escritora indispensable de la literatura gallega y de la poesía española moderna, clamaba ante el Atlántico las causas y consecuencias de la emigración. Sus poemas son un repaso a las dificultades que miles de gallegos enfrentaron al decidir partir hacia América surcando Le Ventre de l’Atlantique pero también, y sobre todo, son la voz de las realidades que sufrían aquellas que en Galicia se quedaban. Rosalía las bautizó como “las viudas de los vivos”, Celles qui attendent. Leer a Fatou Diome es recordar la poesía de Rosalía de Castro, dos mujeres que desvelan en sus escrituras una mirada crítica hacia un mismo fenómeno en dos épocas y lugares distintos. Sus producciones ofrecen las múltiples caras de la diáspora desde cada una de las orillas de este océano sin olvidar ni los sentimientos más delicados ni una crítica feroz y determinada. La complejidad de la vida y los matices de cada decisión dan forma a un enorme collage que centraremos aquí en las experiencias de las mujeres.
Por un lado tenemos a Salie, protagonista de Le Ventre de l’Atlantique (2003). El amor la llevó a Francia, pero fueron el orgullo y la presión de su familia los que la obligaron a quedarse. La experiencia de la diáspora la convierte en ágil y sarcástica observadora tanto de su sociedad de origen como de la de acogida. La distancia otorga también a Lamine, personaje de Celles qui attendent (2010), una visión más juiciosa y reflexiva. Los dos observan como a su vuelta su entorno malgasta en un día de fiesta todo aquello de lo que dispone sólo para aparentar sin pensar en el mañana y en la miseria y las dificultades de cada día. Además, la presión hacia los que actúan diferente es determinante, las costumbres sociales son inquebrantables. Estas prácticas dominadoras de una comunidad que “est sans doute rassurante mais elles vous happe et vous asphyxie” (2003, 171) son analizadas con recelo. Se suma la reivindicación de la alfabetización de las mujeres en Celles qui attendent como antídoto al retraso social.
Arame y Bougna son dos madres que luchan cada día para sacar adelante a su familia en Niodior. El retrato que se hace de su vida muestra la miseria y las dificultades para dar de comer a sus hijos y atender a sus maridos, olvidándose de ellas mismas. Activas y sufridoras, realizan todo tipo de tareas para conseguir poner un plato en la mesa. Su única esperanza parece ser la de tener una descendencia masculina que asegure su manutención cuando sean mayores, ellos son la esperanza de un futuro mejor pero ¿qué pasa en un entorno en el que los hijos no tienen futuro? Ante la desesperación surgen las leyendas de sus ancestros y los oasis del presente: por un lado, en una sociedad poligámica, las valientes princesas guelwaars eran mujeres que tenían como único objetivo vital que sus hijos fueran los reyes y, para ello, todo estaba permitido; por otro lado, Europa es vista, igual que en Le Ventre de l’Atlantique, como el paraíso donde todo es posible “au paradis, on ne peine pas, on ne tombe pas malade, on ne se pose pas de questions: on se contente de vivre, on a les moyens de s’offrir tout ce que l’on désire” (2003, 43) y, por lo tanto, los jóvenes de Niodior ven como única alternativa posible, “Barcelone ou Barsakh! Barcelone ou la mort” (2010, 117).
Fatou Diome intenta plasmar en cada frase de ambos libros la dominación material y psicológica de Francia y de Europa sobre los africanos. A la imagen engañosa e idealizada se añaden los discursos edulcorados de los retornados que ocultan la dureza del viaje, la marginación racista y la soledad que sufren, los impedimentos administrativos, la imposibilidad de encontrar un trabajo y una vivienda digna, etc. Las mentiras de los visitantes sólo consiguen aumentar el deseo de prosperar tanto de los jóvenes como de sus familias que los responsabiliza de su bienestar, “le sang oublie souvent son devoir, mais jamais son droit. […] (ils doivent) servir de sécurité sociale aux siens” (2003, 44), sentencia Salie. Por ello, muchas familias deciden apoyar o animar a sus hijos a realizar una temible travesía, como la autora explicaba en el programa Ce soir ou jamais: “Il y a tout un clan ou toute une famille qui pose son espoir sur cette personne-là”. A pesar de las dudas, la angustia y el miedo, Arame y Bougna deciden incitar a Lamine y a Issa a realizar ese viaje en barco. Mientras tanto, como las mujeres gallegas de las que Rosalía hablaba, Coumba y Daba serán dos esposas con “corazóns que sufren / longas ausencias mortás, / viudas de vivos e mortos / que ninguén consolará”.
La narración de la vida cotidiana desarrolla un discurso muy crítico contra Europa y las consecuencias de sus actos en África. Con mucha ironía y sarcasmo, Diome denuncia que la explotación de los recursos pesqueros por parte de las empresas europeas fuerza a los pescadores a abandonar su principal actividad y a buscar nuevas salidas. Se plantean entonces el viaje a Europa en unos barcos que servían para pescar pero que serán ahora la vía de enriquecimiento de unos pocos y el medio de transporte de los jóvenes sin futuro. Contrariamente a estos hechos, los jóvenes muestran una absoluta admiración por Europa que se refleja en el día a día pues las familias de los emigrantes son tratadas con mayor respeto, no se aprecia el valor del trabajo de los jóvenes que deciden quedarse y luchar y los puestos importantes pertenecen a aquellos que han estudiado en Francia, existe una total admiración por todos los productos occidentales que son esperados con impaciencia en el mercado de segunda mano, etc. Sin embargo, no son capaces de ver la necesidad que Europa tiene de África, “son vivier de main-d’oeuvre facile” (2010, 240), para seguir desarrollándose y sobreviviendo con este nivel de vida. Para ello, desvela la narradora, se establecen unos criterios de inmigración selectiva a Europa y se ofrece todo un sistema de cooperación ineficaz, destructivo y dependiente en África como, por ejemplo, con los microcréditos de Crédit Mutuel concedidos a Arame y a Bougna. Estos préstamos no ayudan a crean negocios prósperos sino que las endeuda todavía más: “aider quelqu’un, c’est l’aider à ne plus avoir besoin de vous” (2010, 241), sentencia la narradora.
Por último, unas palabras para el Atlántico. Es una figura indispensable tanto en la obra de Rosalía de Castro como de Fatou Diome, es un camino. El océano es aquel que une y separa los continentes, que da esperanza pero también se apropia de los seres queridos… En nuestra mano está que sea un lugar de comunicación y no una frontera letal: “On sera riche ensemble ou on va se noyer tous ensemble”, sentencia Diome en un debate sobre emigración y futuro.
Diome, Fatou (2003) Le Ventre de l’Atlantique. Paris: Éditions Anne Carrière.
Diome, Fatou (2010) Celles qui attendent. Paris: Flammarion.
De Castro, Rosalía (1880) “Pra a Habana!” en Follas Novas.
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