Ahmed El Attar: «el artista es el motor del cambio en la sociedad»
«Todo el mundo es creativo en África. No tenemos otra opción», pronunciaba la sudafricana Boitumelo ‘Tumy’ Motsoatsoe en la Brunei Gallery Lecture Theatre de la universidad londinenses SOAS el pasado 28 de enero. Eran las 8 de la tarde, y la sala estaba llena de estudiantes, figuras representativas del sector cultural de la diáspora africana en Reino Unido y académicos relacionados a las industrias creativas africanas. En la mesa, Tumy estaba acompañada por el rapero senegalés Makhtar Fall, más conocido como Xuman, la artista tanzana Valerie Assimwe Amani, el dramaturgo egipcio Ahmed Attar y la experta en industrias creativas y moderadora, Jenny Mbaye, dispuestos a abordar el interesante debate «África en 2020: arte & activismo«.
El punto de partida: los creativos africanos contemporáneos como activistas comprometidos con el devenir social, económico y político del continente africano. La transformación y el cambio de narrativas, tanto desde el propio continente africano como por parte de la diáspora africana afincada en continentes como el europeo, dominó el evento, organizado por la Royal African Society con el apoyo del British Council; donde los propios artistas defendieron la necesidad de observar lo que acontece en el continente. «No queremos ser monos en el zoo«, reivindicaba ‘Tumy’ —Jefa de Programas de la agenda de desarrollo BASA— evidenciando la necesidad de entender los contextos y moverse a los lugares donde los africanos crean y producen las distintas manifestaciones culturales contemporáneas, en vez de seguir potenciando una imagen desenfocada de un África fuera de África cuando el propio continente es el que está desarrollando las propuestas culturales más interesantes.
Explorando cómo la ocupación del espacio público puede ser políticamente relevante y lo que significa ser un artista y un activista en el África de 2020, el rapero Xuman —uno de los principales actores culturales que posibilitaron el cambio político en Senegal en 2012— reconocía: «Hoy, el hip hop está vacío de lucha y los jóvenes han perdido referentes y no saben como unirse«. Según él, el Estado senegalés, muy consciente del poder que la música ejerció durante las manifestaciones que posibilitaron la renuncia del ex-presidente Abdoulaye Wade, ha ido minando la popularidad y reputación de los grupos con mensajes políticos para que la juventud se fije en productos más comerciales y sin mensajes políticos. Por eso, el miembro del colectivo Y’en A Marre, quiso subrayar la «responsabilidad pública del artista al crear narrativas y despertar conciencia a través de la creatividad«.
Algo a lo que el director de teatro egipcio Ahmed El Attar replicó que «el arte es político siempre, pero no se debe confundir con la política». El fundador de la Fundación Estudio Emad Eddin, basada en el Cairo, quiso dejar muy claro que «los artistas no tienen por qué ser revolucionarios«, sin embargo sí reconoció que «el artista es el motor del cambio en la sociedad«. Haciendo referencia a las Primaveras Árabes vividas hace ya una década, El Attar señaló la falta de horizonte y la impaciencia como principales escollos para la verdadera emancipación social de las revueltas populares de aquél momento. «El cambio requiere mucho tiempo (…) La revolución francesa necesitó cien años para obtener resultados reales«, recordó.
Sin embargo, el egipcio reconoció que las protestas populares de aquél momento no hubieran sido posibles sin el impulso primigenio de la cultura, que logró despertar a la sociedad. Y advirtió: «Cuando uno abre la puerta y la luz entra, da igual que se cierre esa puerta. ¡Nunca se olvida la luz!«, dijo, evocando la cultura como transformadora de mentalidades que posibilitan transformaciones de más largo recorrido.
Los cuatro panelistas coincidieron en reconocer la valentía y coraje que los artistas africanos muestran día a día, dado que los gobiernos son conscientes del poder emancipador del arte y la cultura para la transformación social. «Los artistas son los corredores audaces que andan delante del pelotón«, recapitulaba la experta en industrias culturales africanas de la UNESCO.
Sobre el coste de esa valentía cotidiana del colectivo artístico africano habló también la artista tanzana Valerie Asiimwe Amani, que contó como la policía había entrado varias veces en el Espacio de Arte Nafasi, de Dar Es Salaam, al grito de «¡¿por qué sois artistas os creéis que estáis a salvo?!». La joven, que incidió en la importancia de las nuevas tecnologías y las redes sociales para conectar a los jóvenes con el arte, también remarcó la centralidad e importancia a escala internacional de los artistas del Sur Global a la hora de despertar conciencias sobre problemáticas que afectan a todo el mundo. «Pienso, no tanto en qué puede hacer el mundo por África, sino en qué puede hacer África para el mundo«, dijo orgullosa de pertenecer a una clase de creativos privilegiados que pueden actuar como agentes de cambio desde sus propios hogares, tanto como portavoces de una transformación a escala mucho más grande.
Apoyando esta perspectiva, el dramaturgo Ahmed El Attar enfatizaba:
«El valor del arte no está en cuantas personas conocen una obra sino a cuantas personas cambia».
La cuestión del elitismo cultural en el mundo del arte y los mecanismos que encierran en edificios institucionales financiados por grandes fundaciones y los propios gobiernos fue tratado de forma transversal durante el debate. La sudafricana Boitumelo ‘Tumy’ Motsoatsoe contó el caso del Teatro de Soweto, construido sin tener en cuenta las necesidades e intereses de la población local de uno de los suburbios más famosos de Johannesburgo, lo cual evidenció cómo el arte puede erigirse como una nueva herramienta para seguir colonizando espacios, excluyendo a la población local y deslegitimando a nivel oficial las manifestaciones culturales propias de las poblaciones más marginadas por el poder. Formas de desarticular la sociedad civil como verdadero poder político.
«Clase, dinero y riqueza son nuestras formas de racismo«, subrayó El Attar. Mientras, sin embargo, Xuman no cesó en enfatizar la existencia de discursos rompedores y revolucionarios entre las manifestaciones culturales más mainstream, como el caso del nigeriano Burnaboy que se quedó a las puertas de obtener un Grammy en la última entrega de los premios norteamericanos. «Burnaboy es la reencarnación de Fela Kuti«, decía Xuman. A lo que Valerie Assimwe Amani opinó: «creo que el sistema sí se puede cambiar desde dentro«.
Latest posts by Gemma Solés i Coll (see all)
- Descoloniza tu iPod 2021 (V & VI) - 21/07/2021
- Un nuevo espacio cultural afrofeminista se está cocinando en Barcelona - 07/06/2021