Crítica: «Aire Acondicionado», de Fradique
Traducción de la crítica publicada por Michel Amarger, de Afrimages Francia, en el número 16 de Awotele, septiembre 2020, en colaboración con la revista de cine panafricano, cofundada por Claire Diao, parte del Comité Asesor de Wiriko.
Innovador descenso en el aire tóxico de Angola. Una ficción intrigante y acertada descubierta en el Festival de cine internacional de Rotterdam 2020, seleccionada en Fribourg, el cual fue celebrado por Internet con motivo de la Covid-19. Aire Acondicionado, de Fradique (cuyo verdadero nombre es Mario Bastos) es una experiencia de cine en forma de narrativa hipnótica y viral.
La acción se desarrolla en el centro de la ciudad de Luanda y sigue al joven deambulante Matacedo, un guardia de seguridad en un complejo de apartamentos, intercalada con sus conversaciones con Zezinha, una ama de casa un tanto inquieta. Su jefe quiere que le reparen la máquina de aire acondicionado antes de que anochezca, lo cual se convierte en una amenaza colectiva: las máquinas de aire acondicionado se están cayendo de los edificios una a una, poniendo en riesgo la vida de los paseantes. A esto se une, al comienzo de la película, fragmentos de noticias por la radio. Mientras, la pieza que hace falta para reparar la máquina de aire acondicionado del jefe se encuentra en la tienda de electrónicos de Kota Mino, en el barrio de al lado.
Matacedo, junto con Zezinha, fuerza la puerta cerrada, y entonces, el hilo narrativo da un giro, cuando descubren al encargado de la tienda con un invento escondido: un extraño coche inmóvil en el que cobran vida imágenes de la memoria ya perdida de Angola. Kota Mino comparte el descubrimiento con ellos, pero la fragilidad del objeto hace que estos se vayan justo al encontrar la pieza que tal vez arregle la máquina de aire acondicionado. La vuelta a un presente incierto permite a Matacedo adquirir la talla suficiente para volver a su apartamento.
Aire Acondicionado es una película atmosférica, grabada en una de las avenidas principales de Mutamba en el centro de Luanda. Fradique se apoya en su colectivo artístico, Geração 80, para dar forma a sus visiones. La cámara estabilizadora (steadicam) de su cómplice, Ery Claver, coguionista de la película, sigue con actitud de indiferencia, las idas y venidas en Luanda. “Matacedo es un personaje que encarna el reflejo del estado de inercia y, al mismo tiempo, de esperanza relativa a las distopías verticales en las que vivimos”, señala Fradique. Es un veterano de la guerra que se desentiende de las amarguras que esta conlleva, interpretado por José Kitekulo, de la mano de Zezinha, Filomena Manuel.
Su épico viaje para satisfacer al irascible jefe y arreglar el aire acondicionado toma significado en el laberinto de calles, pasillos y patios de edificios de los años cincuenta. “Encarnan una parte de nosotros, una muestra de la sociedad, que dicta el pulso de la ciudad y que nos fuerza, a pesar de ello, a vivir juntos”, dice el director, subrayando la presencia de los caboverdianos, también señalada por los protagonistas.
“La película constituye una de las muchas reflexiones sobre la ciudad de Luanda, objeto de una urbanización no planificada, como resultado de una guerra civil que duró más de tres decenas y que provocó un éxodo forzado a la capital”, analiza Fradique al filmar secuelas materiales y evocar problemas psicológicos. Es precisamente en esta atmósfera deletérea donde las máquinas de aire acondicionado se estropean, cayéndose de las paredes, estampándose contra el suelo, incapaces de refrescar un aire demasiado viciado. Es un mundo en el que la comunicación se encuentra con obstáculos y a veces, tan sólo puede transmitirse a través de telepatía, como la de Matacedo, cuyos diálogos mentales soñados están subtitulados.
Aire Acondicionado no repara en los detalles del día a día, sino que sirve de metáfora de una enfermedad que se corroe a un ritmo inquietante, a menudo lento, hechicero y fantasmagórico. Algunas conversaciones entre Matacedo y Zezinha se alargan en el tiempo, puntuadas por las composiciones de jazz de Aline Frazao. Si bien Aire Acondicionado comienza con sobrecogedoras fotografías en blanco y negro del artista angoleño Cafuxi, la película cierra con imágenes actuales de televisiones antiguas, como si el presente de la película fuese tan ficticio como visionario.
Fradique aborda también tangencialmente la degradación de la situación económica de una ciudad en la que ya no se puede respirar, así como del pasado colonial de Angola, empañado por la ocupación portuguesa, los combates por la liberación y una guerra civil que desgarró al país durante treinta años. Fradique ya evocó estos temas en su primer largometraje documental, Independecia, en 2015. Pero aquí, hace aún más complejo su enfoque, apoyado por el colectivo de artistas de su productora, Geração 80, fundada en Luanda con Jorge Cohen y Tchiloia Lara.
El resultado es un relato ficticio, en forma de video ensayo, de una sociedad contaminada, la cual a veces duele observar, difícil pero cautivadora. El rapero Tito Spyke da en el clavo cuando exclama: “Esta es la tierra de gente en duelo. La herencia de los explotados”. Aline Frazao, por su parte, transciende la memoria musical de Angola a través de un jazz tan poético como personal.
Una sociedad debilitada por el virus del olvido, del abatimiento, de la supervivencia a cualquier coste. La ciudad de Luanda se convierte en un pulmón contaminado. Con esta captura de la misteriosa, imperiosa e inevitable caída de las máquinas de aire acondicionado, Fradique intenta ofrecer otro modo de respirar a sus habitantes. Aire Acondicionadose convierte así en una brisa de aire fresco.
Aire Acondicionado es uno de los tres largometrajes seleccionados para la segunda edición del FICAB-Festival Internacional de Cines Africanos de Barcelona, que tendrá lugar entre el 9 y 11 de octubre.