Ricci: «En muchos casos, se sigue esperando que los filmes africanos sean películas calabaza, de cualidad mediocre»
Autora: Beatriz Leal
El lector interesado en el mundo del cine encuentra, puntualmente, a través de entrevistas en la prensa escrita y vídeos en Youtube, extras en DVDs, declaraciones recogidas en blogs y plataformas especializadas online, una cantidad ingente de información cuya misión es consagrar a los omnipresentes directores occidentales y a una reducida nómina de colegas internacionales. La bibliografía académica y crítica no le va a la zaga a las publicaciones periodísticas, de manera destacada en el formato del monográfico dedicado a un autor “genial”. Frente a esta explotación de la vida y comentarios del director, generalmente provocada por las obligaciones de promoción de su última película, la literatura disponible preocupada por realizadores de otras latitudes es irrisoria.
En el caso de los directores africanos esta realidad es todavía más lacerante. Sin políticas culturales reales en sus países de origen, donde el apoyo institucional a la cultura y al cine son prácticamente inexistentes, los cineastas africanos recurren al patrocinio occidental, con Francia llevando la delantera durante décadas. No extraña pues que Africultures se halle a la cabeza como plataforma de referencia de información sobre cultura y arte de África. Escrita mayoritariamente en francés, ofrece a través de Africiné (la página web de la Federación africana de crítica cinematográfica) el mayor repositorio de sobre los cines africanos. Críticas consistentes, enlaces a festivales y eventos relacionados, currícula y filmografías de profesionales de la industria cinematográfica y entrevistas seleccionadas componen la página. A pesar de este y otros ejemplos notables en otros idiomas, la posibilidad de acercarse a los universos poéticos y a las experiencias personales de los cineastas del continente es todavía limitada. Con las excepciones del carismático Sembène Ousmane, entre los pioneros, y de los contemporáneos Abderrahmane Sissako y Mahamat-Saleh Haroun, a causa de sus frecuentes apariciones en festivales como Cannes o la Berlinale, el lector ha de recurrir a las escasas publicaciones académicas a su alcance para saber algo más de los hombres y mujeres africanos que están detrás de la cámara.
[message_box type=»note» icon=»yes» close=»Close»]Quería, por encima de todo, investigar el modo en el que cinco directores de cine se reconstruyen en el exilio o en la diáspora; estudiar cómo lo hacen cuando se viene de un país sobre el que pesa la historia de la colonización.[/message_box]
En el documental Creation in Exile. Five Filmmakers in Conversation (2013), la especialista en cines africanos Daniela Ricci ha intentado colmar este vacío. En la que es su obra novel entrevista a cinco directores africanos de renombre (Newton Aduaka, John Akomfrah, Dani Kouyaté, Haile Gerima y Jean Odoutan), para reflexionar con ellos sobre temas fundamentales de sus praxis y poética cinematográficas ligadas a sus experiencias de cineastas en el exilio o la diáspora. Dividido en bloques temáticos, Creation in Exile emplea la entrevista como elemento principal, haciendo gala de un riguroso trabajo de archivo en la búsqueda de clips de filmes de los autores por ella reunidos y en el proceso final de montaje. Ricci, de origen italiano, se encuentra desde hace años ligada a África, continente en el que trabajó para las Naciones Unidas y cuya estrecha relación la llevaría a fundar en 2006 el festival Uno sguardo all’Africa en Savona (Italia) y a, años más tarde, embarcarse en el programa de doctorado en Cines Africanos entre las universidades de Lyon 3 (Francia) y Howard (EE.UU.). A punto de finalizarlo, da clases de cine en Paris 3 (La Sorbonne Nouvelle) y preside la organización intercultural Melisandra.
Desde inicios de año, Creation in Exile ha sido proyectado en festivales internacionales en Benín, Japón y Egipto, llegando al African Film Festival de Nueva York el pasado mes de mayo. Con motivo de su premiere americana y poco antes de que viajase Milán, tuve el placer de conversar con la autora acerca de su documental.
Beatriz Leal: ¿Qué razones te han llevado a realizar este documental, ya que no eres cineasta de carrera sino una especialista en cines africanos?
Daniela Ricci: La idea de hacer este documental me vino de manera espontánea. Durante años he organizado encuentros de cine africano en Savona (Italia) y, en cada una de esas ocasiones, me sorprendía la intensidad del encuentro que se producía entre algunos de los cineastas invitados y el público asistente al entrar en contacto con sus universos personales y creativos. En mi propio caso, el encuentro con estos directores ha cambiado la manera que tenía de ver las cosas. Por estas razones decidí grabar el documental, a las que se unió la necesidad de crear mis propios recuerdos ya que, como dice Haile Gerima (uno de los directores del documental): “en el siglo XXI debes luchar con tu cámara por el derecho a la memoria”.
A nivel práctico, debía hacer algunas entrevistas para mi proyecto de tesis de doctorado y, motivada por un amigo director, decidí colgarme la cámara al hombro. En cuanto empecé a filmar, Creation in Exile se convirtió en un documental por derecho propio, independiente del programa de posgrado que estoy terminando entre las universidades de Lyon 3 (Francia) y Howard (Washington DC).
B: ¿Cuáles fueron las mayores retos a los que te tuviste que enfrentar?
D: Sin duda, elegir los clips de las películas para incluir en el montaje ha sido un trabajo muy duro porque, aunque conocía las películas previamente, he debido verlas y reverlas muchísimas veces. Ha sido difícil y, en efecto, las elecciones en el momento del montaje son siempre de las más dolorosas, ya que para cada escena que forma parte de la edición final, otras han sido omitidas y es difícil quedarse con una de las versiones posibles. Así que, de haber podido elegir, habría realizado una película de diez horas de duración pero, afortunadamente para los espectadores, fui capaz de aceptar la frustración que provoca el ser consciente de que es imposible incluir todo en una sola película. Ésta ha sido la razón de basarme en ciertos filones temáticos, comunes a los cinco directores.
B: Para Creation in Exile has elegido el formato de las entrevistas, organizadas en bloques temáticos y con el apoyo de clips de cada uno de los cinco directores como apoyo a tu narración. ¿Esta manera de organizar tu documental surgió de manera espontánea durante el rodaje o fue una elección premeditada?
D: Durante cada una de las entrevistas tenía preparadas preguntas muy concretas aunque, al mismo tiempo, había solicitado a cada uno de los directores que se sintiesen cómodos y se expresasen con toda libertad. He de decir que han superado mis expectativas, relajándose y dirigiéndose en todas direcciones en sus repuestas. Esta experiencia de las conversaciones ha sido realmente interesante y enriquecedora, aunque la etapa de montaje se convirtió en un durísimo trabajo de reescritura, en el que tuve que encontrar un hilo conductor narrativo. El hecho de que estos directores tengan tantísimas cosas interesantes que decir sobre los más diversos temas es a la vez una virtud y un obstáculo en el momento de la edición final.
B: ¿Tenías un tema central sobre el que montar tu documental? Al ser parte de tu proyecto de tesis doctoral, ¿tenías aspectos concretos que te interesaba investigar antes de comenzar la filmación? ¿Fueron surgiendo otros en el momento del rodaje?
D: Al plantearme hacer el documental, lo que realmente me interesaba era el modo en el que las diversas vivencias personales de cada uno de los cineastas entraban a formar parte de sus películas y cómo, cada uno con una historia, un contexto y una actitud diferentes, usa la cámara a modo de arma contra las injusticias sociales.
Quería, por encima de todo, investigar el modo en el que cinco directores de cine se reconstruyen en el exilio o en la diáspora; estudiar cómo lo hacen cuando se viene de un país sobre el que pesa la historia de la colonización. Imagino que existen problemáticas similares en otras partes del mundo como, por ejemplo, en los países de América Latina, donde diversas culturas se han entrecruzado a lo largo de la historia. Todos estos países son fecundos debido a las nuevas perspectivas que surgen del mestizaje cultural. Existen preguntas comunes al continente africano o sudamericano: ¿por qué se elige la vía del exilio? ¿Cómo se incluye uno en otra cultura, y cómo se habitúa a su nueva cotidianeidad? Como decía Sotigui Kouyaté a su hijo Dani, uno de los directores entrevistados en mi documental: “¿Cómo se puede encontrar uno en los ojos del otro, sin llegar a perderse?”. ¿Cómo se asumen las diversas pertenencias? ¿Qué se trasmite a los propios hijos, nacidos en tierra “extranjera”?
B: En tu caso, elegiste cinco directores de los muchos cineastas africanos que han optado por la vía del exilio o la diáspora. ¿Por qué Jean Odoutan, Haile Gerima, Dani Kouyaté, John Akomfrah y Newton Aduaka en concreto?
D: La razón principal para elegir a estos cinco directores es que considero que su integridad es incuestionable al ser, cada uno de una forma diferente, “narradores” con historias realmente importantes que contar. Con su mirada “plurifocal”, logran hablarnos de sociedades diversas de una manera muy efectiva. En los primeros estadios de realización de Creation in Exile había considerado incluir más directores, pero me di pronto cuenta de que sería demasiado, por lo que opté por quedarme con estos cinco, los cuales encuentro especialmente diferentes y representativos. Todos ellos, además, comparten las mismas preocupaciones y expresan en sus películas cuestiones identitarias.
Aunque otro aspecto que me interesaba sobremanera era explorar la diversidad, porque habitualmente me he encontrado con la tendencia de querer encerrar al “cine africano” en una categoría uniformizadora (unificadora). Por mi parte, considero que si bien existen artistas africanos (porque han nacido en África) sus películas no son iguales, razón por la que no se puede restringir a estas películas a ser catalogadas con la etiqueta simplificadora de “películas africanas”. En muchos casos, se sigue esperando que los filmes africanos sean películas “calabaza”, terminología que alude a aquellas películas filmadas en los pueblos rurales de África y, generalmente, de cualidad mediocre. Al hacer esto, se considera al “cine africano” como una subcategoría del Cine internacional (con mayúsculas). Es por esta razón por la que quería ver cómo las diversidades de cada uno de estos directores tomaban forma y cuerpo en la pantalla. Me interesaba ir al descubrimiento de los recorridos artísticos y personales de mis directores. A través de sus historias personales, me tuve que enfrentar con Haile Gerima al momento cumbre del Black Power en los años 70 en los EE.UU; a los movimientos raciales de los años 80 en el Reino Unido de la mano de John Akomfrah; a las problemáticas de los “banlieu” parisinos gracias a Jean Odoutan, un interesantísimo e idiosincrático director beninés que, poco después, empezó un festival internacional de cine en su país de origen; a la guerra de Biafra y al supuesto multiculturalismo inglés acompañando al nigeriano Newton Aduana; y a las dificultades que entraña ser un griot en la Suecia contemporánea y cómo se puede meter el “gusanillo del mestizaje” en nuestra sociedad, a través de las reflexiones de Dani Kouyaté.
Al interesarme explorar su diversidad, me lancé en su búsqueda y acabé filmando en los hogares de cada uno de estos cinco cineastas. Al final nos encontramos participando en una lucha común, aunque esta lucha revertía formas muy diferentes. Diferencias que se ven reflejadas en sus narrativas y estéticas únicas.
B: Hablas de diversidad y, a primera vista, llama la atención la falta de alguna directora mujer. A pesar de la inferioridad numérica de mujeres en la producción de películas africanas, muchas de ellas viven en los países francófonos europeos y, especialmente, en París, ciudad en la que resides. ¿El no incluirlas fue una decisión premeditada o motivada por otras razones?
D: He de decir que en el momento en el que me embarqué en este proyecto, no encontré a ninguna directora con la misma experiencia de Haile Gerima o cualquiera de los otros cuatro cineastas de mi documental. Por supuesto, conocía a una gran pionera como Safi Faye, pero en la actualidad ha dejado de realizar películas, y mi intención era explorar las trayectorias de cada uno de los directores hasta el presente. Con Sarah Maldoror se me planteaban la duda de poder encuadrarla como parte de la experiencia diaspórica, al ser francesa de Guadalupe (en las Antillas). También estuve considerando incluir a alguna de las mujeres de la nueva generación como Dyana Gaye o Mati Diop, las cuales, tras realizar cortometrajes, están preparando a día de hoy sus primeros largometrajes, o Monique Phoba, Oswalde Lewat, Wanuri Kahiu, directoras de gran valía pero centradas principalmente en cortos y largos documentales. Como interés se centraba en cómo los cineastas transfieren sus propias experiencias en obras de ficción no entraban en mi hipótesis.
B: Creation in Exile es un documental autofinanciado. ¿Podrías ahondar en la realidad económica-productiva a la que se ha de enfrentar alguien como tú que se encuentra en los márgenes de la industria cinematográfica institucionalizada?
D: En cuanto a la financiación, no encontré ningún apoyo. Y las razones no se deben únicamente a que Creation in Exile es mi proyecto personal, sino a que las entidades de financiación “genéricas” me indicaban que debía dirigirme a los fondos específicos para el cine africano, a los que no tenía acceso al no ser africana… Al finalizar el documental, surgió un problema similar cuando algunos festivales se encontraban en la tesitura de no saber dónde ubicar mi película. Al haber sido realizado por una directora no africana y no haber sido rodado en el continente no parecía haber lugar para él. En la actualidad, muchos festivales “africanos” tienen la categoría “África vista de…” en la que se incluyen a directores no africanos que realizan sus filmes en el continente, pero incluso en este ámbito, mi documental escapa de estas “categorizaciones” al haber sido filmado mayoritariamente en Occidente…
B: Además de la directora, te convertiste en la productora. Sin conocimiento previo: ¿cuándo decidiste tomar las riendas ? ¿Cuánto tiempo has dedicado a este proyecto tan personal y con qué ayuda has contado a nivel profesional?
D: Al carecer de financiación, decidí realizar mi documental de manera independiente. Desde un principio había eventos que quería filmar (FESPACO, “Uno sguardo al’Africa”; el festival que dirijo en Savona…). Después, emocionada por el trabajo, quise ver qué sucedía cuando llegaba la hora del montaje y no pude pararme, convirtiéndome en mi propia productora.
En cuanto al monto total de trabajo, este documental me ha ocupado casi dos años. Para realizarlo, he contado con la ayuda de un cámara y de otros profesionales que se han implicado en el proyecto como la editora, Nadia Askouh. Gran parte del resultado final se lo debo al cámara, Rémi Mazet, quien creyó en este proyecto desde el principio y puso toda su experiencia profesional al servicio del filme. Además, tuve la suerte de colaborar con otros cámaras en Ouagadougou, Savona y Washington.
B: Pero tienes detrás a una distribuidora como Patou Films International. (Aquí he cambiado/ampliado tu respuesta, pero siéntete libre de variarla o ampliarla).
D: En efecto, la película está siendo distribuida por Patou Films International, ya que la distribución considero tiene mejores mecanismos para dar a conocer mi documental a la mayor cantidad de público posible.
B: ¿Cuáles son los públicos potenciales a los que te gustaría llegar? Además, ¿tienes intención de proyectarlo en el continente ante un público únicamente africano y no necesariamente diaspórico?
D: Estoy convencida de que diferentes públicos pueden estar interesados en mi documental, el cual podría servir como material para estudios fílmicos o, simplemente, como una película que cuenta historias de unos cuantos individuos y sus luchas diarias. Hasta la fecha, algunas universidades (Howard y Bologna, entre otras) y bibliotecas públicas (Milán) han manifestado interés por Creation in Exile. Creo que también algunas ONG’s o asociaciones que trabajan con cuestiones sociales y con el racismo son públicos ideales, sin descartar las salas de cines convencionales. En lo relativo a su difusión vía televisión, Canal Horizon (Canal Plus Afrique) lo ha comprado, y otros canales han mostrado su interés. Me encantaría tener la oportunidad de proyectar mi documental en diversos países africanos para un público no diaspórico. A día de hoy, las proyecciones en Benin (Quintessence; Ouidah International Film Festival) y Egipto (Luxor African Film Festival) tuvieron una amplia participación. Lo que espero es que, cada persona que vea mi documental pueda sacara algo de él…
B: Hasta la fecha, tu documental ha sido proyectado en diversos festivales internacionales en Nueva York, en Milán y en Tokyo, y en septiembre estará en París en el African Diaspora Film Festival. Sé que has intentado acompañarlo lo máximo posible en su recorrido internacional, por lo que has asistido a la reacción del público en lugares tan lejanos y dispares.
D: Realmente, me siento contenta de poder decir que, hasta el momento, la recepción ha sido buena, porque mi documental es un filme realizado sin apenas financiación pero sincero, lo que me hace muy feliz ya que, como dice Dani Kouyaté: “no se puede ser universal si no se es auténtico”.
Beatriz Leal
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