‘Softie’ o la intensa vida interior del activismo keniano
La ciudad que un día fue el nodo logístico más importante del Imperio Británico en África Oriental crece altiva, adueñándose de las tierras masai de un cada vez más escaso parque natural. En poco más de un siglo, Nairobi ha pasado de ser un pequeño enclave para el expolio colonial en África del Este a una de las capitales financieras más importantes y geoestratégicamente mejor posicionadas del continente. Representando la opulencia de una clase adinerada, dueña y señora de las millonarias facturaciones derivadas del té negro, el café o las flores.
La urbe simboliza, además, un sistema corrupto y generador de desigualdades endémicas heredado generación tras generación desde hace más de un siglo; inequidad que empuja a un 60% de su población a la vida en los márgenes. Y es en ellos, en el extrarradio, donde nacen semillas de cambio que aspiran a combatir las raíces de la injusticia y la corrupción más arraigadas.
Una de las más esperanzadoras, sin duda, es la que nace del corazón del colectivo Pawa254 y de sus principales instigadores, el fotoperiodista Boniface Mwangi y su esposa Njeri —una de sus cofundadoras y activistas más comprometidas—, que en la última década han contribuido a sostener e impulsar una nueva generación de artistas políticamente implicados que, con talento y valentía, sueñan con un futuro mejor. Este sueño, lleno de crepúsculos, es retratado de forma íntima y humana en el documental Softie. La cinta ha entrado en la lista de posibles nominaciones a los Premios Oscar, en la categoría de documental. Actualmente, Softie está disponible en Vimeo, MyMovies.Africa y en VumiCentral, aunque no en los cines españoles.
Este artículo ha sido posible gracias a un acuerdo de colaboración entre Wiriko y Planeta Futuro (El País). Para seguir leyendo, pincha aquí.
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