C. Obioma: “Ser llamado escritor africano, todo ese ruido artificial que distrae”
Al llegar al Mirador del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) estaban poniendo más sillas. La sala estaba abarrotada de personas que querían escuchar a Chigozie Obioma (Akure, Nigeria; 1986), el autor de Los Pescadores, recientemente publicado en español (Siruela) y catalán (Els pescadors, Quaderns Crema). Obioma contó que su novela se podía comparar con el sonido de un tambor. «Los igbo, un pueblo de Nigeria, dicen que el sonido de un tambor se oye más claro desde la distancia. Este proverbio puede no tener mucho sentido a no ser que se sepa de qué tipo de tambor estamos hablando. Se trata de un udu, una vasija hecha de arcilla. Es esférico, con el cuello alargado como si fuera una garrafa, y al golpearse emite un profundo, ensordecedor e incluso hipnótico sonido. En las manos de un instrumentista hábil, un udu puede liberar tal sonido que los igbo (hasta que el apocalíptico huracán de la civilización occidental barriera su cultura) creían que el sonido llegaba al reino de los muertos, al abismo de los ancestros, la versión igbo del Elíseo. Y no sólo esto, el udu es además un medio con el que trasmitir un mensaje. Esta era una de las maneras a través de las cuales los vivos conversaban con los muertos, los ancestros. Los Pescadores fue el resultado de tocar un udu«.
Las palabras del escritor también resultaban hipnóticas. Tan sólo el susurro de los audífonos que traducían del inglés al catalán interferían en el magnetismo de un relato que todos los presentes escuchaban con atención, como a quien le es revelado un secreto que quizás imaginaba pero que nunca le habían confirmado de primera mano. Se cumplía así, desde un primer momento, el objetivo de ‘África como relato‘, el ciclo de conferencias en el marco de la exposición ‘Making Africa‘, presente en Barcelona hasta finales de agosto. Si el propósito de la muestra es dar una visión más real del continente a través de creaciones artísticas africanas, la finalidad de ‘África como relato’ va todavía más allá y pretende no sólo dar espacio sino también voz a algunos de los responsables de esa otra África menos mediática.
Sin embargo, Obioma fue mucho más allá e hizo de la presentación de su debut literario un doble alegato. En primer lugar para defender su elección de usar el inglés para expresarse en sus obras. «Si elijo aceptar Nigeria, yo debo aceptar la lengua inglesa también, y la educación occidental. Debo aceptar que yo (y mis antepasados) fuimos conquistados y forzados a aceptar una nueva política, en la cual sus hijos siguen constreñidos», afirmó. Así de tajante se manifestó, aclarando que por muy dolorosa que pudiera resultar esa aceptación, el inglés ahora es suyo, le pertenece como nigeriano y, por tanto, se sirve de él: «Escribo para ayudar a ensanchar el límite de lo que la lengua inglesa no puede abarcar».
Igual de rotundo se mostró para la segunda idea que más peso tuvo durante su ponencia. Este novelista quiso exaltar el valor del contenido de la creación artística por encima de su procedencia. Podría parecer una cuestión de sentido común más que una defensa, pero en el caso africano tal y como manifestó, el escritor “es cargado con un peso que él no debería llevar y estorbado por una crisis en la que él no debería estar implicado”. Se refiere a la crisis de la identidad. ¿Para quién crea una obra un autor africano? Según Obioma esta es una pregunta a la que no debería tener que enfrentarse: “África simplemente es el lugar de mi procedencia, lo que quiere decir que esto define mi identidad no mi estética”.
Con su primera obra literaria lleva esa teoría a la práctica. Reconocida por varios premios y prestigiosas nominaciones como el Man Booker Prize, Los Pescadores es una muestra de cómo el lector puede reconocer en el universo africano presentado a través de una familia nigeriana elementos como el amor, el dolor, la niñez o el miedo; que a todos nos son universales. En Wiriko ya te hablamos sobre este libro y su autor, pero la presentación que le hicimos a Chigozie Obioma en la apertura de ‘África como relato’ nos dio la oportunidad de conversar con él previamente.
La superstición es uno de los temas más importantes en su novela. ¿Cree que es un aspecto característico de las sociedades africanas?
Sí. Nigeria, específicamente, fue colonizada por Gran Bretaña y así tuvimos que aceptar la civilización y la cultura occidentales. Debido a ésto ahora nosotros somos occidentales, pero también hemos encontrado un modo de mezclarlo con nuestra propia tradición cultural. Así que algunos aspectos que son considerados supersticiones en Occidente, no lo son en África. Esta novela, por ejemplo, ha sido leída por algunos lectores occidentales como realismo mágico o fantasía, pero es realismo en Nigeria.
Sí, pero su novela deja en evidencia cómo ser supersticioso puede llegar a ser contraproducente. ¿Ser supersticioso es algo a mejorar como sociedad?
Creo que el hecho de que la gente vea las cosas de manera diferente no significa que la perspectiva de esas personas sea correcta o errónea. Alguien que mira con lente occidental pensaría que ser supersticioso está pasado de moda o es de tontos, mientras que los africanos piensan que Occidente está lleno de gente loca… Suelo tener esta discusión con mis amigos americanos. Ellos dirían algo como: “Mira a las mujeres en los países árabes, llevando hiyab, sufrimiento, marginación…” y todas esas cosas. Yo viví con turcos durante mucho tiempo y los considero mis amigos. Les gusta el hiyab y no podían imaginarse por qué ninguna otra mujer no lo llevaría. Desde luego hay gente que se siente atrapada, a quien no le gusta y se fuerza a hacerlo, pero a algunas personas realmente les gusta. ¿El modo en que ellos viven está mal? ¿Es que son tontos? No, ellos piensan lo mismo de ustedes, así que ¿quién tiene razón? Si no les daña de ningún modo, ellos probablemente no tengan que cambiar.
La novela se desarrolla durante la década de los noventa en Nigeria. ¿Por qué quería resaltar este periodo de la historia de su país?
La gente siempre dice que cuando alguien empieza como novelista hay una tendencia a escribir sobre lo que conoce. Pues bien, yo crecí en los noventa así que sé mucho sobre esta década y pensé que sería mejor situar la novela en este periodo. Pero además, este momento capta uno de los aspectos que quería tratar en el libro y que es el origen de los problemas de Nigeria, así que la novela se desarrolla en la década perfecta, que comienza en 1993 cuando las elecciones de MKO Abiola son anuladas. Esto fue cuando, después de mucho tiempo, Nigeria intentó tener un sistema democrático otra vez. La siguiente ocasión en que Nigeria volvería a intentarlo fue en 1999, la gente entonces tenía miedo de que algún militar le pegara un tiro a alguien y se pensaba que otra vez no volvería a triunfar la democracia. Pero sí tuvo éxito y finalmente Nigeria acabó teniendo un gobierno civil en 2003. Desde 1993 hasta 2003 es realmente la década en que transcurre todo esto y por eso la novela acaba en 2003. Quería una manera de usar la década en la que transcurre la historia como una herramienta para crear comentarios políticos sobre este periodo, entre el primer intento de Nigeria y el momento en que lo consiguió.
Se le asocia bastante con Chinua Achebe, ¿comparte la visión que tenía este escritor sobre el uso de la lengua de la antigua colonia, en el caso de ambos el inglés, para que las realidades africanas narradas por africanos puedan llegar a más gente?
Pienso que la lengua inglesa que Achebe usó, de algún modo, no era la de los británicos porque estando colonizados durante mucho más de cien años se crearon generaciones y generaciones; y fue la generación de Achebe la que adquirió el inglés. Creo que él vio la lengua inglesa como su lengua primaria de composición, y a mí me ocurre lo mismo. Si alguien quiere escribir en, digamos, yoruba puede hacerlo pero, ¿por qué hacerlo cuando la mayoría de la gente en el mundo lee en inglés de todos modos? Esto tiene muchas ventajas. Yo veo el inglés como mi primer idioma, no el igbo. De hecho, ahora que lo pienso, no sé exactamente cuál es mi lengua materna porque yo hablaba tres lenguas cuando era un niño. (Se ríe) Así que no sé cuál es mi lengua materna.
¿Cree que su actual residencia en Estados Unidos le ha facilitado el acceso al competitivo mercado literario?
No, no pienso que eso sea necesariamente así. Terminé Los Pescadores cuando vivía en Chipre y mi primer relato fue publicado en uno de los más importantes diarios norteamericanos cuando yo vivía allí. Era, de hecho, un cuento que versionaba a Los Pescadores, así que podría haberlo hecho desde cualquier parte. En los tiempos que corren tenemos correo electrónico, es muy fácil convencer a un agente.
¿Es fácil?
Bueno, (se ríe) no es fácil. Es muy difícil, extremadamente difícil. Conseguir publicar un libro es una de las cosas más difíciles en este mundo, no sé cómo lo hice… Lo intenté muchos años, tengo otros libros. Pero lo que quería decir es sólo que, si buscas en Internet lo que ellos quieren, te piden que les envíes tres o cuatro capítulos y lo haces, da igual si estás en Afganistán, eso no importa. Pero desde luego, de algún modo, fui a una escuela de escritura creativa. Antes de ir a Estados Unidos, nunca había conocido a un escritor y estar allí me permitió ir a un Programa de Escritura Creativa, que es una beca para escritores, en la que los escritores estamos juntos durante alrededor de dos años y leemos el trabajo de cada uno. La Universidad de Michigan es la segunda que mejor Programa de Escritura Creativa tiene en el mundo, en ese sentido soy afortunado. Pienso que fui a clase con los futuros grandes escritores americanos. Algunos de ellos serán los críticos del futuro, redactores,… Uno de mis compañeros ahora es redactor en una editorial. Así que en este sentido, quizás residir en Estados Unidos me ayudó a conocer gente, pero aparte de eso, no creo que el lugar donde residas importe realmente.
Nadie habla de literatura europea, por ejemplo, ¿entonces por qué se habla entonces de literatura africana?
Creo que la gente habla de literatura americana, por ejemplo. Yo lo hago un montón. Aunque viva en América, si quiero hablar de Jonathan Franzen, digo “el escritor americano”, porque para mí él es extranjero. Cuando estaba en Nigeria y leía a J.D. Salinger, Toni Morrison,… esta gente era extranjera para mí, así que los veía como parte de un espacio. Pienso que los africanos están protestando demasiado sobre ser llamado escritor africano, todo ese ruido artificial está distrayendo de lo que deberíamos hacer. Si vives en China, por ejemplo (mi libro está siendo publicado en China); en realidad mejor en Taiwan, hay gente que no sabrá nada sobre Nigeria. Ellos saben que está en África, así que ¿cómo esperas que respondan? Sería el mismo caso para un asiático que viene a Nigeria, la gente lo vería como alguien representativo de Asia. Ésta es la forma en que yo lo veo. No creo que estemos marginalizando de ningún modo. Si alguien lee mi libro en Nigeria me verá sólo como un escritor, porque estoy siendo leído dentro de Nigeria; pero aquí por ejemplo soy extranjero, en este caso mi trabajo es visto como un trabajo extranjero. Por eso pienso que hay que dejarlo pasar. Yo no tengo ningún problema con esta realidad, pero sé que muchos de mis colegas lo tienen y hacen de esto una gran causa. Empatizo con ellos, pero para mí no es un problema.
¿Está preparando un nuevo libro?
Sí, tengo casi completada una nueva novela. Lo gracioso es que Los Pescadores fue terminado hace tres años, pero necesitó un tiempo para ser publicado. Así que en ese tiempo me puse a escribir, he estado muy ocupado (se ríe).
¿Y cuándo podremos leerlo?
La versión inglesa quizás podrá leerse en 2018, pero no sé cuándo lo tendrán en España.