The Chimurenga Chronic: un acto de rebeldía cultural
En estos tiempos cualquier aventura editorial únicamente se puede calificar de auténtica locura, pero algunas de ellas habría que añadirles un “hermosas” locuras o un “bienvenidas” locuras o, quizá, “afortunadas” locuras o, incluso, un “necesarias” locuras. Es el caso de The Chimurenga Chronic, una publicación periódica panafricana, que pone toda su experiencia en una dimensión mucho más cultural que la prensa convencional y que se basa, fundamentalmente, en una visión del mundo en la que prima la creatividad. Vaya, una auténtica locura.
The Chimurenga Chronic se enfrenta al mundo a pecho descubierto, sin matices, sin ocultarse. No en vano “chimurenga” significa en lengua shona algo así como “lucha revolucionaria”. Pero su revolución es distinta. Su revolución es de las que entienden que la cultura y el arte sólo pueden ser comprometidos. Por eso, se podría decir que las dos características más importantes de The Chimurenga Chronic son la creatividad y el compromiso.
Este proyecto no es ni mucho menos un periódico, aunque haya adoptado esa apariencia. Se trata más bien de un proyecto editorial en el que escritores y periodistas tratan temas de relativa actualidad pero empleando un tono y unos géneros con una libertad creativa que elude el encorsetamiento del entorno puramente periodístico. De este modo, las páginas del Chronic albergan reportajes, pero también textos de no ficción creativos, otros autobiográficos, es decir experiencias en primera persona; acompañados por espacios satíricos y análisis. La explicación del sentido de esta iniciativa es tan sencilla como atractiva. Lo explica el propio editor jefe de este proyecto editorial, Ntone Edjabe cuando se queja de que parece que “el conocimiento producido por los africanos sólo puede estar restringido a la simplicidad por estar atrapados en una lógica de emergencia” constante; por ese motivo el Chronic no pretende demostrar, sino que es la muestra de lo que dice su editor Edjabe: “Efectivamente, existe el hambre y la guerra, pero también hay vida. Existe también la innovación, el pensamiento, los sueños, en definitiva, todas las cosas que hacen la vida”.
The Chimurenga Chronic es la prueba perfecta que apoya todas estas tesis de su editor y para ello las páginas de esta apasionante locura albergan una lista de nombres que sólo puede despertar admiración. En el primer número del proyecto, aparecido en abril de 2013, se podían leer firmas como las de Wainaina, Nganang o Kahora, entre muchos otros. En realidad, esta corta trayectoria de unos siete meses y dos números es engañosa. The Chimurenga Chronic bebe de un proyectus interruptus, un ensayo bautizado como Chimurenga 16, realizado en 2011 y que hasta este The Chimurenga Chronic no ha encontrado continuidad. En realidad, nada en un océano mucho más amplio, el de la “plataforma” Chimurenga que incluye desde un magacín que ha actuado ambiguamente como padre, precursor y paraguas del Chronic, una editorial esporádica, una librería-biblioteca, espacios de investigación conjuntos o una emisora de radio, entre otros elementos.
Si el proyecto del Chronic, a efectos de contenidos, de enfoque y de géneros, parece una atractiva locura, la filosofía y la mecánica de trabajo hacen saltar por los aires todos los esquemas y, sobre todo, demuestra la arbitrariedad de las fronteras. La voluntad de romper las fronteras (figuradamente) de los géneros ya había quedado clara, pero es que los responsables de esta publicación desbordan las fronteras físicas (literalmente). El Chronic es, sobre todo, una publicación panafricana. Eso no quiere decir que en sus páginas escriban autores de diferentes países… no. El Chronic se produce, como si se tratase de un solo espacio, en Ciudad del Cabo, Johannesburgo, Nairobi, Paris, Lagos, Yaundé, Accra, Kinshasa, Dakar, Kampala y Delhi; y la edición impresa se distribuye en las principales ciudades de Sudáfrica y en tiendas concretas en Mozambique, Zimbabue, Nigeria, Kenia, Uganda, India, Francia, Alemania, Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos. Esta distribución parece, más bien, un gesto simbólico teniendo en cuenta que los números se pueden adquirir formalmente en todo el mundo a través de la tienda on-line.
Partiendo de la base de que detrás de toda esta locura y de la plataforma Chimurenga, en general, está Ntone Edjabe resulta un poco menos extraño lo descabellado, arriesgado y atractivo de la apuesta. Ntone Edjabe es un camerunés afincado en Sudáfrica desde hace veinte años. Se trata de un auténtico guerrillero cultural. Aparece como escritor y periodista, pero también como DJ y, evidentemente, como ideólogo y promotor de locuras realizables, siempre relacionadas con una cultura comprometida y nada conformista. Esa es la trayectoria de su vida, proyectos editoriales y musicales que habitualmente han tenido un carácter aglutinador y que no se han frenado frente a impedimentos como las nacionalidades.
Edjabe ha conseguido, además de reunir a personajes comprometidos de la vida cultural, ir construyéndose un considerable prestigio en otros ámbitos (desde el académico, hasta el institucional) a fuerza de sacar adelante estas iniciativas fuera de lo común. Así, en la andadura del Chronic cuenta con la colaboración y el apoyo de otros editores independientes africanos como Kwani? (Kenia) y Cassava Republic Press (Nigeria) e instituciones como el Chinua Achebe Centre for African Writers and Artists del Bard College de Nueva York (Estados Unidos), el Mail & Guardian (un diario sudafricano), la Glänta (una revista literaria sueca), la lettera27 Foundation, el Goethe Institute, la Heinrich Boell Foundation SA y Medecins Sans Frontieres.
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