Un destello para una poesía que trata de brillar más allá de África
No es habitual tener noticias de publicaciones de poesía. Sin embargo, acaba de producirse un hecho que no sólo nos demuestra que la poesía, a pesar de todos los inconvenientes, continúa peleando para mantenerse a flote. Pero, no sólo eso, sino que además nos ofrece una pequeña degustación del panorama de la lírica en el continente. Concretamente nos ofrece diez nombre, de otros tantos jóvenes poetas. La excusa para acercarnos a este grupo de nuevos valores literarios es la publicación de la lista de finalistas del Brunel International Poetry Prize, uno de los pocos premios de estas características. Apenas se le puede poner un pero a esta iniciativa: que no esté impulsado desde el propio continente, sino desde una universidad británica.
Se trata de la quinta edición de este certamen que está destinado a poetas que todavía no hayan publicado un poemario. A pesar de todos los obstáculos que enfrenta la poesía, el gusto entre los jóvenes escritores y el vivero que se está generando en el continente se pone de manifiesto con los datos de participación. Los organizadores aseguran que en esta quinta edición han recibido 1,200 aspirantes. Sólo en esos cinco años han duplicado el número de trabajos recibidos.
La solvencia de este premio de poesía viene avalado por la calidad de sus anteriores ganadores. Los jueces además han demostrado un buen ojo a la hora de encontrar a los nuevos valores con calidad. La primera de las galardonadas con este premio, en 2013, fue Warsan Shire, una deslumbrante poetisa de origen somalí de la que ya se ha hablado en esta sección. La etíope Liyou Libsekal, en 2014; la sudanesa Safia Elhillo y el ugandés Nick Makoha, en 2015; y los nigerianos Gbenga Adesina y Chekwube O. Danladi, en 2016, completan la nómina de ganadores hasta el momento. El poeta o la poetisa que consiga este reconocimiento recibirá además una dotación de 3,000 libras esterlinas.
El toque de prestigio se afianza con los jueces que deciden el ganador. Entre esos árbitros encontramos los nombres de Chris Abani o de Kwame Dawes, entre otros. Son ellos, junto a otros tres escogidos, incluida la ganadora en 2015, Safia Elhillo, y el fundador del certamen, Bernardine Evaristo.
Lo más importante de esta iniciativa es poder acceder a los trabajos de estos jóvenes escritores. Por eso, la propia página del premio ofrece una pequeña muestra de los trabajos de los diez finalistas. Se puede acceder a estas poesías seleccionadas, que no son todas las presentadas, a través de estos enlaces.:
- Sahro Ali (Somalia);
- Leila Chatti (Túnez);
- Kayo Chingonyi (Zambia);
- Saddiq Dzukogi (Nigeria);
- Yalie Kamara (Sierra Leona);
- Kechi Nomu (Nigeria);
- Richard Oduor Oduku (Kenya);
- Romeo Oriogun (Nigeria);
- Rasaq Malik (Nigeria);
- Nick Makoha (Uganda).
Evaristo, se ha mostrado satisfecho por la presencia de una autora del Norte de África, lo que supone una cierta superación de las barreras que se establecen habitualmente entre los distintos escenarios del continente. La somalí Sahro Ali, es una de las dos actores que también generan el regocijo del presidente y fundador del premio, porque es una de las que habla de manera explícita de temas que tienen que ver con la problemática a la que se enfrentan los miembros del colectivo LGTBI. Prevalecen en esta lista los autores nigerianos, pero Evaristo señala que esta situación responde a que el mayor número de aspirantes procede de este país. Eso si, salvo Leila Chatti, la escritora tunecina, el resto de finalistas proceden de países de la antigua esfera anglófona del continente. Lo más destacable de este premio es que pone de manifiesto la pujanza de un género que, por otro lado, en todos los lugares del mundo es considerado un género muy marginal. Sin embargo, como demuestra este premio, muchos autores africanos están dispuestos a seguir ofreciendo al mundo poesía de calidad.