El doble tirabuzón literario de Théo Ananissoh
El escritor togolés de origen centroafricano, Théo Ananissoh ha hecho en su última novela el más difícil todavía. Como él mismo ha explicado en una entrevista a Africultures Le soleil sans se brûler es “una ficción inspirada en personas y hechos reales”. Concretamente, basada en personas y hechos reales literarios. Así esta novela se convierte en una especie de infinita espiral literaria en la que se fabulación e historia se entrelazan, se mezclan y se alimentan entre sí, desdibujando los contornos entre realidad y ficción. Concretamente, el final de la vida del escritor congoleño Sony Labou Tansi aparece en el centro de esta narración, cuyos personajes se parecen mucho a personas de carne y hueso, pero su descripción incluye detalles inventados, escenarios que se parecen mucho a los reales, pero también estilos similares a los de los personajes. Ananissoh ha estrenado con esta novela una nueva colección de su editorial, la tunecina Elyzard Éditions dedicada a la vida de literatos, pero también inaugura un subgénero poco explotado en la literatura africana, la de las historias basadas en la literatura.
El argumento de la historia refleja los movimientos de un ex ministro togolés recién salido de la cárcel que intenta que las autoridades de su país acojan a Sony Labou Tansi en sus últimos días cuando la vida se le escapaba en un hospital de Paris. Por la novela se pasea Ahmadou Kourouma exiliado en Togo. El narrador, un joven escritor togolés, tiene algunos elementos que le acercan al autor, aunque él se empeña en destacar los detalles que marcan las diferencias. Se reencuentra con un antiguo mentor, que comparte apellido con un profesor universitario de Ananissoh, pero no comparte nombre. Este intelectual resulta ser el ex ministro marginado después de su paso por la cárcel, que busca de nuevo a las autoridades tratando de cumplir un pacto secreto establecido con Sony Labou Tansi durante un viaje a Estados Unidos.
Según explica el propio autor, la novela trata de explorar la comprometida conexión entre los intelectuales y el poder. Asegura que tanto el ex ministro como el propio Tansi se acercaron lo suficiente al poder (al sol) como para quemarse. En este sentido, la narración supone una crítica también hacia la situación en Togo, una situación que Ananissoh ha denunciado en otras obras anteriores. El autor ha llegado a asegurar que no existen intelectuales en Togo, dado que los que estaban académicamente preparados para serlo se han plegado a la tentación del poder y se han puesto a su servicio.
La oportunidad de la novela aparece en el hecho de que este año se cumplen veinte años de la muerte del escritor congoleño y se enmarca en una denodada corriente por restituir el prestigio que se le negó en los últimos años. Sony Labou Tansi murió aislado, encerrado en la torre de marfil de la producción literaria y considerado por muchos, incluso, como un loco. En los últimos tiempos, sin embargo, el congoleño ha intentado ser rehabilitado, sobre todo, desde la perspectiva de su importante legado literario. Se ha instaurado un premio teatral en su nombre y se ha comenzado a escribir más sobre su obra que sobre su carácter. Le soleil sans se brûler es un buen ejemplo de esta nueva corriente. El homenaje, además de las referencias, se completa con algunos pasajes en los que el estilo de la narración se parece mucho al realismo radical del que hizo gala en su obra el propio Tansi. Las descripciones descarnadas de las escenas más críticas, como las formas casi barriobajeras de los poderosos, las dotan de una especial capacidad de impacto.
Le soleil sans se brûler es la quinta novela de Théo Ananissoh. Afortunadamente el autor ha sido publicado también en castellano. Alpha Decay editó en 2009 la novela Un reptil por habitante (que se había publicado originalmente en 2007 con el título Un reptil pour habitant). Ananissoh se centraba en ese relato en la crítica social y política en un escenario que recordaba a su Togo natal y que utilizaba el género de la novela negra para su narración.
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[…] Desde “Chez Gangeous” nos hablaban de lo estupendo que estaba siendo el año para el mundo africano francófono, y nos daba varios nombres (tanto de escritores en francés, como de aquellos que habían sido traducidos a esta lengua): Gaston-Paul Effa, Charline Effah, Eugène Ebodé, Kangni Alem, Théo Ananissoh, Mohamed Mbougar Sarr o Abdourahman Waberi. Destacando la figura de Sony Labou Tansi, a quien el togolés Théo Ananissoh dedica su nueva novela. […]
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