El terror sobrenatural africano está vivo y coleando (II)
Al margen de la vertiente de ciencia ficción, el género se nutre de leyendas, tradiciones y creencias, de donde surgen personajes e historias que sobrevuelan los límites de la vida y la muerte. Los “zombis”, que parecen proceder de este continente, son unos de los seres más conocidos dentro de la galería de “monstruos universales”. Remozada y reconvertida la imagen de los “muertos vivientes” se comercializó como seres que revivían sedientos de sed y de venganza olvidados sus orígenes. Estos, no del todo clarificados, se remontan a la época de la esclavitud, cuando el tráfico de seres humanos los llevaba desde África a Haití. La inquietante criatura emerge ante nosotros, desprovista de alma, muerta en vida, un mero objeto, al igual que el esclavo. El antropólogo Edwin Ardener, que estudió a los bakweri en Camerún, escribió en 1963: «La palabra zombi significa ‘dar en prenda o empeñar‘. Así, en las nuevas condiciones de una economía de plantación, se creía que los parientes se convertían en peones o prendas para que unos pocos pudieran obtener riqueza» lo que dista de la idea que se tenía de ellos en Haití.
En la literatura del continente no abundan las obras sobre la figura del “zombi” y lo que se visibiliza llega en exclusiva desde Sudáfrica. La escritora Sarah Lotz es una auténtica fanática de los “zombis” y una experta en escribir de manera colaborativa. Bajo el pseudónimo de Lily Herne (nombre tras el que se encuentran tanto Sarah como su hija Savannah) ha escrito Deadlands en la que traza una historia sobre una Ciudad del Cabo invadida por muertos vivientes dirigida a un público más adolescente, y sus secuelas. Lotz aprovecha sus libros para tratar temas que le preocupan, en palabras de Lauren Beukes, “está denunciando la situación que viven los homosexuales en Sudáfrica a través de sus novelas de zombis”. Además, escribe literatura de terror con Louis Greenberg, bajo el seudónimo S.L.Grey. The Mall (2011) la primera obra que escribieron juntos es una crítica al capitalismo bajo la historia de un centro comercial espeluznante.
Otro de los mitos sobre los que han surgido libros (y en este caso sí en abundancia y de gran calidad) es el fenómeno Abiku que aparece entre los diferentes grupos étnicos de Nigeria. La palabra Abiku pertenece a la cultura yoruba y se compone de abi, aquello que posee Iku, siendo el significado de Iku, muerte; lo que se traduce como “predestinado a morir” o “nacido para morir”. Los igbo tienen también otro nombre para designar la misma creencia: Ogbanje. Los Abikus no son humanos como nosotros, se trata de seres espirituales que cumplimentan una y otra vez el ciclo de muerte y renacimiento.
Aparecen con gran frecuencia en las narraciones orales y son varios los escritores, entre ellos Wole Soyinka, John Pepper Clark, Ben Okri, Chinua Achebe o Toni Morrison que han escrito obras en las que aparecen estas creencias. A pesar de que casi todos los mencionados son nigerianos, Syl Cheney-Coker (Sierra Leona) u Olympe Bhejy Quenum (Benin) también han escrito sobre ellos, dándoles un mayor o menor protagonismo.
Se trata de una creencia fuertemente enraizada, que ha ido adquiriendo enfoques diferentes al ser transmitida desde múltiples maneras y con diversas intenciones. Quizás sea Azaro, el protagonista de La carretera hambrienta (1991) de Ben Okri, el Abiku literario más conocido y precisamente el que menos tiene relación con su imagen terrorífica y el que más con la maravillosa. La obra, cuyo principal protagonista es un niño-espíritu que decide no regresar a la muerte tras contemplar el rostro de su madre, a pesar de que siempre estará interpelado para hacerlo, es una obra que nos habla de la primacía de la vida sobre la muerte mientras nos describe la dureza de la vida en su país.
Alejados de lo que supuso el libro de Okri y años después, Debo Kotun realizaría una sátira política de Nigeria en su novela Abiku (1995) y en fechas más recientes, y a partir de una publicación por capítulos, la joven escritora Ayodele Olofintuade ha vuelto a recuperar el mito bajo la serie “Adunni” sobre una Abiku moderna, ambiciosa y calculadora, para el webmagazine “Brittle Papers”.
Otra mezcla de elementos míticos nigerianos con una historia tradicional de fantasmas y horror psicológico es la novela de Helen Oyeyemi, The Icarus Girl (2005), combinación que le ocasionó buenas críticas. Más cercana en el tiempo, y empeñada en que se reconozca el “terror africano” como género literario, ha aparecido Nuzo Onoh que se autodefine de manera rotunda como la verdadera creadora del género tras la publicación de dos novelas, The Reluctant Dead (2014) (una colección de historias de fantasmas localizadas en su Igbo natal) y Unhallowed Graves (2015) que continúa desarrollando el terror en las mismas localizaciones. La guerra civil nigeriana, en la que varios de sus familiares fallecieron, fue su revulsivo a la hora de escribir y exorcizar fantasmas. El terror, asegura, es la forma que le facilita escapar de una realidad que duele.
Ella parece tener claro cuáles han de ser los ingredientes para que una obra se considere bajo este título y considera que el éxito de sus libros se encuentra en el hecho de que no se trata de “cuentos populares africanos” sino que lo que ha realizado es una escritura que puede interesar a todos los públicos, de cualquier parte del mundo, ya que, según ella, no hay una brecha tan insalvable cuando se trata de lo que nos aterra. No teme a las críticas que puede tener por plasmar una África más negativa donde las creencias y supersticiones se ponen bajo el foco protagonista y contribuyen a seguir manteniendo estereotipos, defiende la necesidad de este género y piensa que quizás así la palabra “horror” junto a “africano” comenzará a tener otro significado.
El terror sobrenatural africano está vivo y coleando (I)
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Buenas noches, quisiera dejar un pequeño comentario sobre lo que he leído, la frase «Los Abikus no son humanos como nosotros», no encierra una verdad absoluta, visto desde la creencia religiosa de lo que Abiku significa es una frase y una afirmación errónea.
Gracias por tu comentario. Deberíamos corregirlo. Sonia estará encantada si compartes con nosotros lo que sabes sobre los «Abiku». Ten en cuenta que no somos expertos y nuestro conocimiento de estas figuras no es académico, sino que se basa en las lecturas, así que seguro que es incompleto. ¿Nos ayudas?