¿Están, por fin, los escritores africanos conquistando su espacio?
Quizá sólo sea una sensación o quizá tengamos tantas ganas de que ocurra que hacemos una interpretación intencionada, pero algunos indicios nos hacen pensar que, después de décadas de menosprecio, los escritores africanos están conquistando el espacio que les corresponde. Hemos visto a autores como Chimamanda Ngozi Adichie o Binyavanga Wainaina aparecer en listas de los mejores libros del año o de las personas más influyentes. Hemos visto también a escritores africanos como el fallecido Chinua Acheve o, más recientemente, Ngũgĩ wa Thiong’o aparecer en las quinielas del Premio Nobel de Literatura. El último de estos indicios acaba de hacerse público, es la lista de finalistas de uno de los premios literarios más prestigiosos del mundo, el Man Booker International Prize 2015. Esta lista, formada por diez autores, incluye cuatro africanos y, más concretamente, tres de África subsahariana y uno de África del Norte.
Es cierto que los responsables de este premio, que cuenta seis ediciones, no se caracterizan por arriesgarse especialmente en sus nominaciones y que apuestan habitualmente por carreras consolidadas. En esta última lista de nominados aparecen dos de las figuras más incuestionables de la literatura contemporánea africana, el mozambiqueño Mia Couto y el congoleño Alain Mabanckou. El tercer nombre de África Subsahariana que aparece en la lista es quizá algo menos conocido. Se trata de la sudafricana Marlene Van Niekerk.
De hecho en la historia del premio y hasta la presente edición, sólo dos autores africanos habían sido seleccionadas como finalistas y sus nombres no resultan nada sorprendentes. Se trata del nigeriano Chinua Acheve, en 2007, y el keniano Ngũgĩ wa Thiong’o, en 2009. Precisamente, Acheve consiguió ganar este premio.
Curiosamente los autores seleccionados escriben en lenguas diferentes. Mia Couto, lo hace habitualmente en portugués; Mabanckou, en francés; y Marlene Van Niekerk, en afrikáans. Este último dato, resulta también importante, la autora sudafricana escribe en una de las lenguas nacionales africanas y, a pesar de ello ha sido seleccionada para un premió internacional del calado del Man Booker International Prize. Aunque no hay que obviar que prácticamente todas sus obras han sido traducidas al inglés y Triomf, la novela que le dio una mayor popularidad, fue también llevada al cine.
En la presentación de la lista de finalistas ha tenido un especial protagonismo la cuestión de la diversidad. La presidenta del jurado, Marina Warner, en su comparecencia oficial hizo declaraciones como que “los escritores seleccionados ofrecen una extraordinaria variedad de experiencias” o que “la ficción puede ensancharnos el mundo a todos”. Precisamente esta última idea es la que lleva a reclamar el reconocimiento de los escritores africanos, porque si la literatura ayuda a ampliar los horizontes, no se pueden obviar las producciones de un importante porcentaje de la población mundial y de una literatura que además aporta una visión muy particular.
Se ha destacado en todos los ámbitos que seis de los escritores que aparecen en la lista de finalistas pertenecen a países que nunca antes habían tenido representantes en esta fase final premio. Lo que pone de manifiesto que los responsables del premio han hecho un esfuerzo por abrir sus propios horizontes. Por primera vez, además no hay dos aspirantes de la misma nacionalidad. Y The Guardian, por ejemplo, destacaba que escritores de renombre mundial, como Karl Ove Knausgaard y Haruki Murakami habían quedado fuera de la lista, lo que avala la importancia del premio.
La lista se anunció recientemente en la localidad sudafricana de Ciudad del Cabo y el nombre del autor ganador se anunciará el 19 de mayo en Londres. El escritor que finalmente se haga con el premio será galardonado con 60.000 libras. En todo caso, sea o no uno de los tres creadores de África Subsahariana el que aparezca en el anuncio definitivo, la literatura africana ha dado, sin duda, un nuevo paso hacia la normalización de su reconocimiento.