Kossi Efoui construye el relato poético de un mundo en resistencia
Uno de los autores togoleses más laureados y, al mismo tiempo, más controvertidos ha publicado su última novela, precisamente, en medio de la tormenta de la revuelta popular que sacude el país. A todas luces, la presentación del nuevo trabajo de Kossi Efoui se mueve entre la casualidad y la premonición, o quizá se inscriba en el territorio de la probabilidad. Cantique de l’acacia, la quinta novela de este autor togolés, vio la luz en octubre del pasado año, casi tres meses después de que se desencadenase una ola de protestas que llega hasta la actualidad y que ha hecho, además de la épica de la resistencia ciudadana, un número de víctimas que nadie parece ocuparse en concretar.
Esa revuelta episódica está motivada por la persistencia en el poder de la familia Gnassingbé durante cincuenta años. Efoui abandonó el país africano para refugiarse en Francia hace más de 25 años, precisamente como consecuencia del poder del padre de la dinastía repúblicada, Gnassingbé Eyadéma. Ahora, justo en medio de la más grave crisis política y social de las últimas décadas, el escritor recrea un país que se mueve entre las evocaciones del pasado y las proyecciones del futuro gracias a un estilo poético que rompe las barreras de la lengua y del discurso. Así se construyen los territorios del pensamiento.
Durante su trayectoria literaria, Kossi Efoui, ha ido configurando una voz propia que se nutre de su prosa poética y de una visión renovadora del teatro en la que rebasa cualquier tipo de frontera. En el caso de Cantique de l’acacia, el autor se zambulle en un espacio que además coincide con sus propios principios ideológicos. En primer lugar, el espacio en el que se ambienta la historia, que va desde Togo hasta Costa de Marfil, pasando por Ghana.
Efoui atribuye a su trayectoria vital su convicción panafricanista y su rechazo de unas fronteras dibujadas “a golpe de látigo” y que configuran “pequeños rectángulos, triángulos o trapecios”. Esos límites son artificiales para el escritor, que considera que lo único real son “las montañas o los ríos” por eso se reivindica como un escritor nacido en el Golfo de Guinea. Por esos motivos, cuando Efoui tiene la oportunidad de escribir la historia, evidentemente reconstruye su espacio soñado, uno en el que esas fronteras no son, en realidad, límites.
El escritor togolés, por otro lado, rehabilita la historia de las mujeres, ya que Cantique de l’acacia es el relato de esas mujeres fuertes que han ido escribiendo la historia, la microhistoria fundamentalmente, la de la vida cotidiana. Parece un lugar común, ya es habitual hablar de ese papel fundamental de las mujeres africanas y, sin embargo, da la impresión de que los escritores mantienen bien viva la necesidad de reivindicarlo. En este caso, el relato recorre las experiencias de tres mujeres que huyen de los destinos que les habían sido reservados. Se trata de tres mujeres que, en distintos momentos y en circunstancias diferentes, han reclamado su derecho a tomar el control de sus vidas.
Esa voz poética de Kossi Efoui hace que en muchas ocasiones, la historia discurra en un ambiente con una considerable carga aparentemente onírica. Precisamente por un tercer rasgo de la novela. Se trata de la inspiración en los mundos narrativos de la tradición que se entrelazan con algunas de las cosmovisiones que al autor le resultan más familiares. El mundo invisible es, de repente, uno de los elementos fundamentales de la narración y con absoluta naturalidad se inmiscuye no sólo en el relato, sino también en la historia. Ese mundo invisible se hace absolutamente presente en la vida de las tres mujeres desde Grace (la abuela) hasta Joyce (la nieta).
De pronto, el nuevo trabajo de Kossi Efoui se convierte en el ejemplo de esas historias africanas en las que los ciudadanos, las ciudadanas en este caso, desbordan los obstáculos que se les imponen y toman las riendas de su vida para asumir el protagonismo. Es la historia de ese África que camina y avanza y que no se detiene delante de las imposiciones. Es un ejemplo que llega, además, en el momento más delicado para el país en el que nació su autor, o quizá en el momento más indicado para sus ciudadanos y sus ciudadanas. A pesar del relativismo que rezuma la actitud de Efoui, nunca ha dejado de ser crítico, eso sí, con una voz muy especial.