La memoria de una nueva Kenia
“Por mi parte, del reverendo Kahahu aprendí a venerar la modernidad, de Baba Mũkũrũ los valores de la tradición y de mi padre heredé un sano escepticismo hacia ambas. No obstante, siempre me he sentido atraído por los aspectos dramatúrgicos del cristianismo y la tradición africana”. Es uno de los pasajes escritos por Ngũgĩ wa Thiong’o en Sueños en tiempos de guerra. Memorias de infancia, que ilustra una de las dimensiones más atractivas del escritor keniano con más proyección internacional de las últimas décadas: su tremenda distancia de cualquier dogmatismo y su capacidad de relacionarse con el otro con una mirada abierta, lo suficientemente abierta como para aprender.
Resulta bastante fascinante ver cómo la trayectoria vital de Ngũgĩ wa Thiong’o se ha ido trenzando con la historia de su país, cuánto de cerca ha estado de muchos de los acontecimientos o los periodos históricos más importantes y cómo los ha padecido, prácticamente todos, a cuenta de su activismo y de su compromiso con las capas sociales más populares. No es necesario insistir en su biografía, que en Wiriko hemos tenido ocasión de desgranar en varias ocasiones. Sus convicciones anticoloniales que le llevaron a combatir con sus armas la dominación británica; su compromiso con las condiciones de vida de las personas, más allá de ideologías, que le llevó a ponerse delante de los gobiernos independientes cuando empezaron a romper sus promesas. Sin dejar de ser un escritor, un intelectual y un dramaturgo, su determinación le llevó a la persecución, a la cárcel y, finalmente, al exilio y fue repudiado por gobernantes de diferentes colores, porque la apuesta de Ngũgĩ wa Thiong’o, siempre ha sido por el pueblo.
Entre otras muchas cosas, este eterno “nominado” al Nobel, ha hablado y escrito sobre la descolonización, sobre todo, desde un punto de vista cultural, y sobre la defensa de las lenguas y las culturas nacionales africanas, inscribiéndolas entre todas las minorizadas y amenazadas del mundo. Las raíces de su crítica son tan profundas (tan sorprendentemente profundas para los no avisados) que ponen en cuestión todo ese inaprensible e incomprensible sistema mundial, pero sobre todo sacude a sus lectores y les hace replantearse lo más fundamental, sus propios esquemas mundiales. Ngũgĩ wa Thiong’o es tan incómodo (porque obliga a cuestionarse) como magnético, por la sencillez, la honestidad y la falta de pretensiones. Sin embargo, más allá de cualquier entrevista, no hay mejor forma de acercarse al pensamiento Wa Thiong’o que sus propias explicaciones.
En una reciente conversación con Wiriko, el escritor keniano explicaba bromeado los motivos por los que había comenzado a escribir sus memorias: “Porque tengo ochenta años, amigo (ríe). Pero no me siento mayor, ha sido mi mujer la que me ha dicho ‘te estás haciendo mayor, tendrías que ir escribiendo tus memorias para tus hijos y tus nietos’. Y las he escrito pensando en la teoría ‘globaléctica’ que nos permite ir conectando fenómenos y situaciones. Al final, en cada conversación podemos conectar con todo el mundo y llevamos encima la historia del universo. En mi vida siempre ha estado muy presente la interacción y cómo todas esas fuerzas que hay a nuestro alrededor me han impactado. Esa es la imaginación globaléctica”.
Sueños en tiempos de guerra. Memorias de infancia es el primero de los volúmenes de esas memorias, publicadas por las editoriales Rayo Verde y Raig Verd, en castellano y catalán y traducidos por Rita da Costa y Josefina Caball, respectivamente. El libro es una forma de asomarse, precisamente a esa infancia de Wa Thiong’o que, pasada por el tamiz de los años, probablemente, ha guardado los episodios que más han marcado su trayectoria posterior. También es una forma de acercarse de una manera muy particular, a través de los ojos, de uno de los intelectuales kenianos más clarividentes de la actualidad, a algunos de los periodos clave de la historia de una de las principales potencias del África Oriental.
En el relato de Ngũgĩ wa Thiong’o, que perfectamente podría ser una novela, se asoma el principio del declive del poder colonial británico en Kenia, aquella sombra de la guerra mundial que arrastró a las colonias y que a través de la sangre de muchos de los anónimos soldados africanos comenzó a abrir puertas determinantes en la sociedad y en la política de los países. En este caso, apunta todas aquellas cuestiones que los historiadores han desarrollado como causas sociológicas, el sacrificio de los hijos y la aparición de los héroes supervivientes; la experiencia del conocimiento del mundo y el impacto de aquellos blancos que trabajaban como esclavos, los prisioneros de guerra. Toda una serie de nuevas experiencias que empezaban a cambiar algunas percepciones.
El impacto de todo el sistema colonial en la vida de las familias kenianas está presente constantemente en el relato de Ngũgĩ wa Thiong’o. La llegada de una nueva forma de vida que se inscribe en la llegada de la modernidad supone para los habitantes de Limuru un cambio en los hábitos más comunes. Lo impregna todo, desde los campesinos que pierden sus tierras por las expropiaciones del gobierno colonial y tienen que trabajar en plantaciones de té de los europeos, hasta el acceso a la educación formal, la decisión de acudir a las escuelas. En la experiencia de la infancia de Ngũgĩ wa Thiong’o, que se extiende en las décadas de los años 40 y 50, todos esos cambios tienen una importancia capital.
El escritor comparte su percepción de la escuela: “La escuela era algo que me quedaba muy lejos, algo reservado a quienes me aventajaban en edad o provenían de una familia adinerada. Jamás se me habría ocurrido como una posibilidad real”. Y a pesar de esa primera sensación, un día su madre le pregunta si quiere ir a la escuela. El diálogo que sigue a esa consulta, aparece como uno de los compromisos más inviolables para Ngũgĩ wa Thiong’o. La conversación terminó con su madre preguntándole: “¿Y que siempre lo harás lo mejor que puedas?”. Y a partir de ahí la promesa marcó la vida del escritor. “En aquel momento yo le habría prometido cualquier cosa, pero cuando la miré y dije que sí supe, sin lugar a dudas, que le estaba dando mi palabra: siempre lo haría lo mejor que pudiera, por muchas penalidades que sufriese, por muchos obstáculos que encontrara”, cuenta el intelectual keniano.
La experiencia de la escuela, además marcó la aproximación del escritor a la literatura de una manera muy particular. Ngũgĩ wa Thiong’o transmite desde el primer momento su fascinación por las narraciones orales que llenaban las veladas de su concesión familiar. “Los primeros rayos de sol siempre son bienvenidos, pues permiten que el libro de los prodigios desgrane historias sin interrupción, salvo cuando tengo que apartarlo para hacer alguna tarea. Sólo por esta posibilidad de evadirme a un mundo mágico, ha valido la pena ir a la escuela. Gracias, madre, gracias. La escuela me ha abierto los ojos”, confiesa el autor.
Paralelamente, el escritor va presentando todos los episodios que muestran cómo va cambiando la vida cotidiana de los kenianos en esa época, desde el trabajo al impacto del ferrocarril, la convivencia con diferentes comunidades o la construcción de un incipiente nacionalismo keniano que va poco a poco preparando el terreno para la independencia. La experiencia de la violencia, en este caso, se materializa en la revuelta mau-mau, la percepción de un niño, la ola de represión y las bases que la revuelta van sentando. Pocas veces, el público del norte global ha podido tener acceso a un relato sobre el choque de la autoridad colonial y las expectativas de las sociedades africanas contemporáneas, como en estos Sueños en tiempos de guerra que brinda Ngũgĩ wa Thiong’o.
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[…] los volúmenes de la autobiografía del novelista, dramaturgo y ensayista keniano, Thiong’o nos dibujaba el paisaje de su niñez en el que se vislumbraba ya el choque entre la sed de libertad de su pueblo y la obstinada […]
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