Nii Ayikwei Parkes, la historia por encima de todo
sólo ha publicado una novela, pero no es un recién llegado a la literatura, ni mucho menos. Su trayectoria poética es larga, igual que su experiencia como autor de slam, la poesía declamada fundamental en los circulos de la cultura urbana de la mayor parte de las grandes ciudades africanas. El suyo es uno de los nombres que aparece en la antología Africa 39, aquella recopilación de los 39 autores africanos de menos de 39 años más importantes. Su única novela, acaba de ser publicada en castellano y catalán por Club Editor (El enigma del pájaro azul y L’enigma de l’ocell blau) y eso permitió que el escritor ghanés se pasease por Barcelona explicando sus inquietudes literarias. La fundamental de estas inquietudes, sin duda, la historia. La historia por encima de todo. La historia en el centro de todo.
«La historia es la historia. La intelectualidad está matando la literatura», explica categórico Nii Ayikwei Parkes, después de una larga jornada de actos públicos y contactos con medios de comunicación. Sin embargo, el escritor ghanés combate el cansancio con más energía y lejos de bajar los brazos, las reiteraciones seguramente le llevan a desnudar sus respuestas de artificios y adornos. «Yo soy un explicador de historias, eso es lo importante», afirma ante los comentarios sobre el género escogido, el tono de su novela e incluso el lenguaje y la lengua que emplea.
El enigma del pájaro azul es una novela negra escrita originalmente en inglés, pero en la que Parkes utiliza los distintos registros del lenguaje, precisamente, para caracterizar a los personajes y para terminar de dibujar las escenas y los escenarios. La historia, que se centra en una investigación por la aparición de unos extraños restos en una aldea en la que además ha desaparecido un agricultor, se desarrolla entre ese entorno rural y Accra. La lengua en cada uno de los escenarios es diferente.
De entre todos los personajes de la historia, destacan Yaw Poku y Kayo, que son los que reflejan de manera más simbólica lo que hay detrás de este encuentro casi de sociedades distintas, la de la Ghana rural con todas sus normas y sus creencias y la de la Ghana urbana con el poder, la capacidad de imposición y una cierta pretendida superioridad. Yaw Poku, es el último cazador de su aldea, el depositario de toda una serie de conocimientos que tocan a su fin, que amenazan con extinguirse. Un hombre sencillo que asiste con sorpresa y cierta distancia a la invasión de su pueblo por parte de gentes que llegan de la ciudad y, a menudo, pisotean las formas de vida locales. Frente a Yao Poku, o más bien, junto a él, aparece Kayo, un médico forense al que puntualmente recurre la policía para solucionar un enigma irresoluble. Un joven formado en Gran Bretaña que confiesa haber recurrido a la ciencia para alumbrar las sombras del pensamiento más tradicional y popular del país. A pesar de esa posición Kayo destaca frente al resto de gentes procedentes de la ciudad, por su respeto hacia todas las personas, incluidos los habitantes de la aldea.
Para el autor, Nii Ayikwei Parkes, todos estos detalles son los que exigía la historia. Parkes huye de las etiquetas, las acepta porque conoce los mecanismos de la industria editorial pero no las alimenta. Preguntado sobre si se siente cómodo con la consideración de «realismo mágico africano». «No le doy importancia a las etiquetas», asevera Parkes en un primer momento. «Cuando intentas intelectualizar una historia como esta», explica después, «en realidad se te escapa. Llegas a unas conclusiones que responden a cómo lo ves tu, no a cómo lo siente el autor. Yo veo esta narración como realidad, no como realismo mágico».
Para Parkes todos los recursos de la novela, el género, el tono, el lenguaje utilizado que mezcla magistralmente el inglés formal, con un inglés absolutamente teñido de lenguas nacionales ghanesas, están atados a la historia concreta. Y avanza que la siguiente novela que ya está escribiendo no tiene nada que ver con esta.
Además, Parkes está convencido de que eliminar esa pátina intelectual que trata de explicarlo todo es la mejor manera de difundir la literatura. El escritor considera que quedarse con las historias, sin intentar diseccionarlas y sin hacerles la autopsia (paradógicamente) es la forma de disfrutarlas y hacerlas atractivas. «Yo me quedo con la simplicidad, antes que con complicar la historia».
El resultado de esta visión y esta experiencia de Nii Ayikwei Parkes es una novela cuya historia engancha a través del misterio, que se lee sin demasiados esfuerzos gracias al hilo narrativo y una caracterización completa y compleja de los personajes, que permite entender perfectamente sus acciones. Y, en paralelo, se trata de una historia que transmite una realidad compleja como la convivencia entre tradición y modernidad en una sociedad diversa como la ghanesa y que lo hace sin simplificar y sin caer en maniqueismo y, al mismo tiempo, con un profundo respeto que consigue que el lector se sienta cómodo en todo momento y acompañado por el relato.