Pelo afro, identidad y metáforas literarias
Laetitia Ky aporta las imágenes de la nueva temporada de Wiriko. Esta marfileña ha hecho de su pelo su método de expresión y la herramienta para construir sus obras artísticas. No es una casualidad, el pelo afro está hace unos años y cada vez más en el centro de la reivindicación de la identidad africanas. Como es habitual, para algunos un peinado es sólo una expresión artística, en otros casos, la industria de la moda también se ha apropiado de esta corriente. Pero, para muchas otras mujeres y hombres, el nappy (el neologismo que funde natural y happy) hace que dejarse crecer el pelo crespo de manera natural sea un acto militante. Este movimiento, que ve en los cabellos rizados un rasgo identitario de las comunidades africanas y afrodescendientes, tiene también un reflejo en la literatura. El pelo afro se ha convertido, últimamente, en una metáfora casi inagotable.
Imbolo Mbue, está llamada a convertirse en uno de los referentes literarios de las letras africanas, al menos, para la industria editorial global. Mbue es una novelista camerunesa que de la noche a la mañana saltó a los medios por convertirse en una de las primeras (si no la primera) autora africana en firmar un adelanto de siete cifras con una editorial por una primera novela inédita. Behold the dreamers es la primera novela de la escritora de oro camerunesa que ha llegado a las librerías (de momento, sólo en inglés). Mbue firmaba en febrero un relato en The Guardian en el que trenazaba su experiencia cambiante con su cabello afro, con la historia de su país. Las diferentes fases de su relación con el pelo ensortijado se interpretaban como un paralelismo con la construcción de un país forjado con la unión de comunidades muy diferentes. “¿Por qué estaba huyendo de la textura de mi cabello?, me pregunté”, escribe la novelista camerunesa en un momento de su relato. “¿Cómo llegó a estar tan dividido nuestro país? Colonialismo, ¿de qué otra manera?”, señalaba en otro momento de la narración en el que repasaba las sucesiones relaciones con las potencias europeas.
“Tal vez me corte el pelo de nuevo uno de estos días”, concluye la escritora en su artículo, “(para probar un nuevo estilo o, simplemente, porque me apetece). Pero, por ahora, al igual que mi amada patria, me recuerda que, dentro de una situación enmarañada, retorcida y nudosa, reside la belleza.”
El ejemplo más popular de ese uso literario de la metáfora capilar es, sin duda, la novela Americanah, de la incontestable Chimamanda Ngozi Adichie. En Americanah, el cabello tiene una importancia fundamental (aunque, evidentemente, es una metáfora), de la africanidad de Ifemelu, la protagonista nigeriana migrada a Estados Unidos. El pelo se convierte en una seña de identidad, para esta joven y llega incluso a adquirir el estatus de forma de resistencia en el desarrollo de la historia.
Esta misma preocupación por el cabello, por la reivindicación del encrespado pelo afro, aparece en la reciente literatura “afropea”. Laura Nsafou, una escritora francesa de origen mitad antillada mitad congoleña, ha firmado este año À mains nues. La novela proyecta las preocupaciones afrofeministas de Nsafou como bloguera y activista. En este caso, una joven sueca negra con algunos problemas relacionales. Una buena parte de la novela relata el viaje de la protagonista hasta su autorreconocimiento y en ese proceso, de nuevo, el cabello afro tiene una importancia crucial.
En todas las disciplinas artísticas vemos desplegarse este paralelismo entre cabello e identidad. La fuerza de esta metáfora tiene una peso especial entre las experiencias de las comunidades afrodescendientes, por eso, la aparición de los cabellos afro y el conflicto (en todos los sentidos de la palabra) acerca de su aceptación continuarán ganado espacio en las historias contadas, sobre todo, por los miembros de estas comunidades.