Sindiwe Magona y lo que podemos aprender de su historia
, profesora de psicología de la Universidad de Sudáfrica.
El proverbio africano «hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador» demuestra la importancia de narrar la historia de cada uno. Durante mucho tiempo, los colonizadores eran los que contaban las historias y realidades africanas. La manera que tenían de contar estas historias provocaba que África se viera como un país subdesarrollado y sin civilizar. Por esta razón, muchos académicos cuentan la historia del colonialismo y del apartheid a través de autobiografías.
Entre estos académicos se encuentra Sindiwe Magona. Magona ha publicado más de una docena de libros para adultos, desde novelas aclamadas por la crítica, como Beauty’s Gift, hasta poemas, obras de teatros y biografías. También ha escrito más de 130 cuentos infantiles. Sin embargo, lo que me llamó la atención como académica de psicología fueron sus dos autobiografías. En ellas, To my Children’s Children (1900) y Forced to Grow (1992), Magona cuenta su historia de memoria, recuerdo, clase, pertenencia, hogar e identidad.
En una entrevista con la antropóloga y activista Elaine Salo en 2009, Magona dijo:
«Me enfadó muchísimo ver que había otras personas escribiendo sobre nuestra historia y me pregunté “¿Cómo se atreven a escribir sobre ti?”. Me dije que eso no debía impedirme escribir sobre mí misma… Hay valor en aquellos que, como yo, escriben sobre su experiencia, pues, aunque no hayamos estudiado el apartheid, lo vivimos».
Así que llevé a cabo una reseña crítica de To My Children’s Children que describe los primeros 23 años de vida de Magona. Mi objetivo era resaltar la importancia de contar la experiencia personal como modo de protesta, de conocimiento de uno mismo y de curación.
¿Quién es Sindiwe Magona?
Magona nació en 1943 en la pequeña ciudad de Gungululu, a las afueras del área Mthatha, conocido en ese entonces como bantustán de Transkei, situado en el Cabo Oriental de Sudáfrica. Nació cinco años antes de que la Gran Bretaña colonial cediera el poder a los afrikáneres. En 1948, el apartheid se introdujo de manera oficial y conllevó una serie de leyes opresivas y racistas. Debido a estas leyes surge la separación de las áreas residenciales y el sistema de educación denominado bantú. En este contexto creció nuestra protagonista.
En su trabajo y en sus charlas, habla de la pobreza y de cómo se ganó la vida ejerciendo de trabajadora doméstica mientras estudiaba a distancia. Posteriormente, se convirtió en profesora, madre, esposa y líder de la comunidad. También completó sus estudios de postgrado y pasó dos décadas en la administración pública de las Naciones Unidas.
La obra de Magona describe cómo era crecer durante el apartheid, cuando se trataba a las personas negras como ciudadanos de segunda clase. Ella, siendo tan solo una niña, tuvo que abrirse camino en un sistema que la relegaba a la periferia y que trataba a la gente de color como infrahumanos.
Sin embargo, llegó a ser una de las muchas mujeres negras que consiguió resistir este sistema opresivo, cuyo fin era dictar la manera en la que tenían que vivir. Según la académica y escritora Barbara Boswell, Magona es una de las escritoras que va más allá de la identidad recibida como trabajadora y reproductora de trabajo para la nación del apartheid. Es más, se ha convertido en autora de su propia vida y trabajo. Magona se negó a que la silenciasen y, en su lugar, decidió escribir sobre sus experiencias.
Hogar: hoy aquí y mañana no
En su historia, Magona describe la violencia en el funcionamiento del aparato estatal para desarraigar a las personas de sus hogares y reubicarlas en otro lugar. Sus hogares, literalmente, estaban hoy aquí y al día siguiente no.
Hogar es un concepto multidimensional y con muchas capas que significa algo más que un mero espacio físico. Para Magona, hogar significa lugar, lugar de nacimiento, pertenencia, privación, alienación y mezcla de culturas. En To My Children’s Children escribe:
«Cuando digo lugar, me refiero menos a una localización geográfica y más a un grupo de personas con las estoy conectada y a las que pertenezco. Esto es un hecho, una constante en mi vida».
Al contar su historia, Magona entrelaza no solo su realidad personal sino la historia colectiva de lo que significó crecer bajo el apartheid. Durante toda su infancia tuvo que presenciar las desigualdades e injusticias que predominaban en la sociedad. En palabras de Magona:
«¿Quiénes conducían? Los blancos. ¿Quiénes escribían? Los blancos. ¿Quiénes eran los dueños de los negocios? Los blancos. ¿Quiénes vivían en casas y no en chabolas? Los blancos. ¿De quiénes eran los niños que siempre llevaban zapatos al colegio? ¿Quiénes compraban juguetes? ¿Quiénes compraban mantequilla? ¿Quiénes tenían comida para poder sentarse a la mesa y mesas donde sentarse? ¿Quiénes tenían sirvientes, pero nunca lo fueron?».
Resiliencia y esperanza
La autobiografía de Magona también se puede interpretar como un intento de conectar el pasado con el presente y con un posible futuro. Su historia nos demuestra que el sufrimiento no es lo único que pasa de generación en generación, sino que también se hereda la resiliencia, el amor, la compasión y la esperanza. Como expresa en su
entrevista con Salo:
«Pero tenemos que recuperar lo bueno de las tradiciones que dejamos atrás debido a nuestra prisa por ser ‘civilizados’. Ahora es el momento para que África sea verdaderamente africana a través de un autoexamen crítico, una autocuración y de una integridad que podamos mantener. Si te respetas a ti mismo, entonces podrás respetar a los demás porque te verás reflejado en ellos. La plenitud comienza con uno mismo y se irradia hacia el exterior. Este respeto hacia uno mismo tiene que ver con la plenitud de curación y la plenitud del ser».
Nos recuerda que no por querer al prójimo nos convertimos en mejores personas. El reto para nosotros es aprender a entender y quizás, algún día, amar a nuestro enemigo.
Las autobiografías de Magona nos ofrecen una vía para reflexionar, recordar, volver a imaginar y soñar. Las generaciones futuras, los hijos de los hijos, cuentan con la carga y la responsabilidad de remodelar el país y el mundo, y solo podrán lograrlo si conocen y entienden sus orígenes.
Puleng Segalo es profesora de psicología de la Universidad de Sudáfrica
Artículo publicado originalmente en inglés por The Conversation y publicado en español con la colaboración de Casa África. Traducido por Paula Torres Romo.
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