Historias del ‘oro negro’ en Nigeria
El debut literario del nigeriano Tony Nwaka, Lords of the Creek (AuthorHouse, 2015) confirma el buen momento que atraviesa la literatura nigeriana. La prolífica cantera del gigante africano suma así una joya más y sigue adquiriendo mayor dimensión y presencia en el panorama literario internacional. El autor, graduado en Historia y Relaciones Internacionales por la Universidad de Lagos, y alto funcionario de profesión, combina en su novela el acierto y tacto necesario para abordar desde una visión inclusiva la problemática real de las masas populares nigerianas y su vocación por un sector público eficiente y libre de corruptelas que se esmere en dar respuesta a las necesidades reales de la ciudadanía. Fruto de este intenso deseo por parte del autor, nace Lords of the Creek, una novela ilustrativa sobre los tejemanejes en la gestión de recursos naturales que tiene entre sus nobles objetivos contribuir a la sólida construcción de los cimientos de una convivencia pacífica y duradera entre la multiplicidad de grupos étnicos, a menudo enfrentados entre sí ya desde la época colonial, en la actual Nigeria.
Lords of the Creek es una novela a caballo entre la ficción criminal postcolonial, por sus tintes de misterio, suspense e intriga tras el secuestro de una princesa perteneciente a la casa real de uno de los grupos étnicos más numerosos en la zona, los Itsekiris, y un thriller sociopolítico ambientado en la convulsa región del delta del río Níger. Es esta, además, una zona considerada como una de las mayores fuentes del denominado ‘oro negro’, no solo en el continente africano, sino también a escala global, lo cual permite encuadrar la temática central de la novela en el marco de la literatura global y transnacional. Un hecho, este último, que, sin duda, adentra al público lector a la sórdida y compleja realidad que rodea a los procedimientos de actuación de la más que cuestionada industria petrolera y sus diversas ramificaciones. El neocolonialismo imperante en la zona, en forma de saqueo constante e indiscriminado, ha desencadenado una lucha encarnizada entre las multinacionales asentadas en territorio nigeriano casi desde el inicio de las actividades de estas allá por el año 1960, las autoridades gubernamentales, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y los grupos étnicos y milicias presentes en la zona. Los últimos sostienen que los poderes públicos protegen y facilitan el expolio masivo y diario de recursos del país africano, mediante el uso de la fuerza contra quienes ponen el grito en el cielo en señal de protesta.
Por esa razón, combaten por el control de los recursos energéticos y la distribución equitativa de la inmensa riqueza que estos generan en una región que, paradójicamente, vive sumida en la más absoluta e incomprensible pobreza, a pesar de su enorme potencial. El delta del Níger podría revertir la situación en un abrir y cerrar de ojos si se diera un clima más propicio a reducir la brecha entre países desarrollados y países en vías de desarrollo. Ese es al menos uno de los principios de la ideología neocolonialista y también uno de los bulos y tótems más repetidos de la inversiones con trasfondo neocolonial en toda África, además de la excusa perfecta para intervenir en las economías africanas en beneficio de los intereses que persigue y defiende el neo-imperialismo.
Este hecho, incontestable a todas luces, es el corazón de una novela con músculo, fuerza, profundidad en sus diálogos y una buena dosis de realismo a la hora de poner de manifiesto la connivencia entre los poderes económico-financieros globales y los políticos en detrimento del interés público general. Todo ello plasmado en el hartazgo acumulado durante décadas en el seno de las comunidades que habitan uno de los rincones más ricos –y contaminados- del planeta, cansados de reclamar sin éxito infraestructuras básicas que colaboren de forma efectiva en el desarrollo sostenible de la región, tal y como sus antepasados ya defendieron.
Lords of the Creek plantea un difícil escenario en el que su protagonista, el exitoso hombre de negocios Robert Akinyemi Edward, a punto de disfrutar de su retiro dorado junto a su esposa, se ve inmerso en una de las peores crisis que golpean al Estado del Delta. El estallido de un conflicto interétnico que se desarrolla, por añadidura, y en contra de los intereses de las élites, en medio de un proceso electoral envenenado es el marco de la novela. Un conflicto que pone en tela de juicio las cloacas del Estado en su intento por perpetuarse en el poder y debilitar así el tejido asociativo articulado alrededor de un frente común: la lucha por mejorar las condiciones de vida de las capas más desfavorecidas. La magnitud del conflicto es de tal envergadura que amenaza con hacer tambalear seriamente los pilares de un tablero corrupto y que a su vez constituye un sistema de apoyos mutuos y prolongado a lo largo y ancho de la maltrecha existencia del Estado postcolonial fallido.
Recientemente, Tony Nwaka ha publicado su segunda novela, Mountain of Yesterday (Kraftgriots, 2017), en la que cuestiona la rigidez e inflexibilidad de los grupos étnicos, en clave de género, a través del prisma de Amina. Otra obra ilustrativa para conocer de primera mano los entresijos de la tradición en contraposición a los aires de modernidad que luchan por hacerse un hueco en la sociedad nigeriana contemporánea.
Óscar Ortega Montero
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