Un apocalípsis para reivindicar la humanidad
“Me llamo Fénix. Me mezclaron y desarrollaron aquí, en la vigésimo octava planta, donde también nací”. Así es como se presenta la protagonista de El libro de Fénix. Aunque en ese primer dibujo todavía faltan algunos detalles fundamentales para entender ante qué protagonista y narradora nos encontramos. “Fui un ‘organismo acelerado’ que nació hace dos años”, continúa la descripción, “pero tenía el aspecto físico y el cuerpo de una mujer de cuarenta. Según mis médicos, la aceleración se había detenido porque ya había ‘madurado’. Dijeron que siempre aparentaría tener cuarenta años, aunque alcanzará los quinientos. Para ellos, era como una planta que cultivaban solo para cosechar la más adelante”.
Fénix es lo que ellos llaman un speciMen, concretamente uno de los que habitan en la Torre 7. Como ella misma explica, “la Torre 7 se especializaba en clonaciones y en la manipulación genética avanzada y agresiva. En la Torre 7, inventaban a personas y criaturas, las alteraban o ambas cosas. Algunas estaban deformes, otras tenían enfermedades mentales, otras solo eran peligrosas y ninguna era perfecta. Sí, algunas éramos peligrosa. Yo era peligrosa”. A pesar de esa conciencia de sí misma, Fénix vive despreocupada en esa torre que es a la vez laboratorio y prisión. Es una pieza de una red de siniestros laboratorios repartidos por todo Estados Unidos en los que desarrollaban experimentos sin escrúpulos, muchos de ellos con humanos para buscar y reproducir seres con poderes especiales. Las siete torres están gestionadas por una tétrica corporación, el “Gran Ojo”. “Los espécimen de la Torre los llamábamos el “Gran Ojo” porque nos vigilaban. Nos vigilaban todo el tiempo, aunque no tan de cerca como para darse cuenta de su gran error ni para prevenir lo inevitable”.
Así es la protagonista de El Libro de Fénix, la última novela de Nnedi Okorafor traducida por Carla Bataller Estruch, como las anteriores, y publicada por Crononauta, que también ha aparecido en catalán como El llibre de Phoenix en la editorial Raig Verd.. La escritora de origen nigeriano vuelve a demostrar una excepcional habilidad para construir metáforas que son, al mismo tiempo, reivindicaciones y pedagogía en estado puro. A través de la ciencia ficción, Okorafor vuelve a ofrecer una dura crítica que se sostiene en el pasado, se despliega en el presente y se proyecta hacia el futuro. El Libro de Fénix nos habla de temas fundamentales habla de racismo y de discriminación; del totalitarismo y de la manipulación; de la acumulación de poder y de la convivencia entre diferentes; de los nuevos y diversos métodos de explotación de África porque, aunque las torres del Gran Ojo se encuentran en Estados Unidos, se nutren de la materia prima que sustraen de África, esos seres humanos especiales.
Lo que el Gran Ojo no ha previsto es el cambio que experimentará la vida de Fénix. Su despreocupada existencia se quiebra cuando muere Saeed, lo más próximo que Fénix ha sentido como un compañero sentimental. Los miedos y las inseguridades de Fénix se desbordan junto a sus anhelos e inesperadamente esa ira “descontrolada” comienza a desvelar la verdadera naturaleza de Fénix. En su liberación, la mujer destruye la Torre que le mantenía cautiva y comienza, al mismo tiempo, una búsqueda en la que se va descubriendo a sí misma y una auténtica revolución para derrumbar ese sistema de discrimina y no reconoce la dignidad de algunos de sus miembros.
Aparecen algunas de las potencialidades de Fénix, algunas de las características que le hacían tan valiosa para el “Gran Ojo”, la mujer tiene la capacidad de provocar devastadoras explosiones en situaciones especialmente estresantes y críticas, explosiones a las que sobrevive y que además alimentan su mutación. Una de las primeras transformaciones es la dolorosa aparición de alas en su espalda.
El recorrido le lleva a Ghana. Allí además de una aproximación a sus raíces, que recuerda a la de las comunidades afrodescendientes que buscan respuestas, motivos y vínculos, Fénix recibe su segundo nombre: Okore, el águila, en twi. Un apelativo que le entregan los lugareños como muestra de cariño, a raíz de su integración en la comunidad. En el país de África Occidental continúa descubriendo los desmanes y los estragos del Gran Ojo. Y a partir de su experiencia en el país, se hace evidente que solo queda el camino de la revolución.
-Todas las cosas forman parte del todo- dijo-. Todas las cosas se pueden curar. Y todas tienen un espíritu. Hay poder en todo, Fénix Okore. Pero las torres violan lo natural y ponen en riesgo la vida en la Tierra al completo: los animales, las plantas, la tierra, la arena, el hierro, la piedra y el cielo. Tenéis razón, debemos hacer algo. Debemos liberarles. Esto lo sabes por instinto, incluso cuando me soltaste en la Torre 7, cuando no sabías lo que eras ni cuál sería tu destino.
En su relato, Okorafor mantiene el hilo de algunos de los conceptos y las ideas que han ido dando continuidad a su literatura, desde las arañas cibernéticas creadas para vigilar las explotaciones petrolíferas de Nigeria y se rebelan para vengar el honor de las máquinas, hasta la idea de la vasta selva, ese lugar mítico que tiene algo de paraíso después de la muerte y mucho de lugar sagrado y morada de los seres del mundo invisible.
-Morí. Mi oponente me atravesó el pecho con el puño y me rompió el corazón. Lo sentí todo. Luego caí hacia adelante y morí. Tú conoces la muerte, Fénix.-No dije nada, pero asentí -. Fui allí, a la vasta selva. Con honores. Había luchado en una pelea épica, aunque había perdido. Mi oponente era mi igual. Recuerdo una unión, una canción que me impelía a unirme a Dios.-Al parecer, vio mi ceño fruncido, porque preguntó -: ¿Cómo es para ti?
La escritora estadounidense de origen nigeriano que se ha convertido en el principal baluarte de la ciencia ficción africana continua nutriendo sus propios universos fantásticos con una cuidada mezcla de místicas y cosmogonías.
-En mi tradición ocurre una cosa, no muy a menudo, pero si lo suficiente como para tener un nombre. Cuando un campeón muere luchando, le brotan alas y se convierte en un santo. En un guardián.
El relato va reservando al lector sorpresas, personajes imprevistos y giros especialmente imprevisibles, debido a que no están limitados por los corsés de lo que entendemos como real o como verosímil. Okorafor, además, no ha dejado de profundizar en su voluntad de armar a su literatura de ficción especulativa de compromiso, de discurso social y político y de contenido transformador y lo hace con sutileza, trenzándolo con unas historias que fascinan y atrapan.
Libertad. Para los raros. Para los hermosos. Para los mutilados. La Torre 4 era una flor de hormigón que albergaba pájaros suicidas llamados Fénix, monos cambiaformas, arañas brillantes, pájaros relámpago, guepardos con colas deformes que babeaban y corrían tan rápido como aviones. Y albergaba una mujer que era una niña y a doce niños que eran adultos.
La de El Libro de Fénix es una historia plagada de guiños, muchos de ellos narrativos, a través de esas conexiones con las obras previas de Okorafor, de la inspiración en las tradiciones de diferentes pueblos africanos, o del recurso al hallazgo de la historia en un futuro postapocalíptico; y muchos otros cargados de un particular simbolismo.
A luta continua
Así es como acaba una de las declaraciones de las máquinas, ciborg y demás seres sublevados por la revuelta contra el sistema sostenido por el Gran Ojo.
Trackbacks y pingbacks
[…] Para seguir leyendo: https://www.wiriko.org/letras-africanas/un-apocalipsis-para-reivindicar-la-humanidad/ […]
Los comentarios están desactivados.