Una fiesta para la literatura infantil
Sólo tiene 12 años y ya ha ganado un importante premio de la literatura africana y, sin duda, uno de los más prestigiosos de la literatura infantil. Kanengo Rebecca Diallo es de Tanzania y le acaban de conceder el “Golden Baobab Prize for Rising Writers”, la modalidad del Golden Baobab Prize destinada a escritores de menos de 18 años, por su historia Pieces of Africa. La joven escritora (la escritora niña, más bien) representa a la perfección el espíritu del Golden Baobab Price, la voluntad de demostrar la existencia de autores emergentes de literatura infantil. Por ello, el Golden Baobab Prize también concede otras dos categorías, la de libro ilustrado y la de primeros capítulos, que han ido a parar en esta quinta edición a las sudafricanas Liza Esterhuyse, por The Little Hippo, y Karen Hurt, por What’s Going on at 179 Jabulani Street?, respectivamente.
La ganadora del premio destinado a menores de 18 años sorprende en sus declaraciones por su madurez, por su ingenio y por la demostración de la relatividad del tiempo. Asegura que hace mucho tiempo que se dio cuenta de que lo que quería hacer era escribir, concretamente tres años, aunque confiesa que escribe historias desde que tenía siete años. En realidad, según sus explicaciones, sus compañeros de clase (de la escuela) han tenido una gran importancia en su dedicación a la escritura, por un lado, porque fueron ellos los que le animaron cuando escucharon en el aula sus primeras historias y, por otro, porque fueron sus compañeros los que le empujaron a presentar una de esas aplaudidas narraciones al Golden Baobab Prize. Su visión de la literatura es tan pura y tan inocente que es una auténtica lección. Cuando le preguntan por qué escribe, su respuesta es sencilla: “Escribo para inspirar a otras personas y para crear mis propios personajes y darles vida”.
La proyección de Kanengo Rebecca Diallo es prometedora. Asegura que su Pieces of Africa es sólo una primera entrega y que la serie completa debería estar compuesta por cinco libros. Asegura que ese es su proyecto, completar la serie, para poder empezar con otras, que al parecer ya tiene en mente.
Pieces of Africa presenta las aventuras de cuatro niños de diferentes lugares de África que han sido elegidos para resolver el rompecabezas que debe salvar el mundo. Los pequeños tienen que encontrar las piezas repartidas por todo el continente. No han sido los primeros encargados de esta labor, sin embargo, sus predecesores siempre han fracasado, ellos tienen el reto de completar su labor en un tiempo récord para evitar la destrucción de todo el planeta.
La ganadora del premio al libro ilustrado (la categoría de historias orientadas a niños de entre 6 y 8 años), la sudafricana Liza Esterhuyse es una terapeuta ocupacional que destina su tiempo a la educación especial. Asegura, en sus declaraciones a los organizadores del premio, que es una apasionada de la literatura desde que era niña, “desde antes incluso de aprender a leer”. Su sueño es que “la literatura infantil africana crezca y se fortalezca lo suficiente como para superar todos los obstáculos que se le presentan”. Es así como Esterhuyse cree que esta literatura podrá “llegar a todos” y que todos los niños podrán disfrutar de ella.
The Little Hippo cuenta la historia de una extraña migración, la de un hipopótamo que se ve empujado por una sequía a desplazarse siguiendo el ejemplo de otros animales de la sabana. Evidentemente para el pequeño hipopótamo el viaje puede llegar a ser un calvario, pero durante su trayecto se irá encontrando con amigos que le harán más llevadero este arriesgado viaje.
Por último, Karen Hurt, la ganadora de la categoría de historias destinadas a niños de entre 9 y 11 años, también se confiesa ávida lectora por herencia familiar. Asegura, a los organizadores del premio, que construye historias desde que aprendió a escribir y que una de sus primeras experiencias fue ser la encargada del diario de viaje familiar en cada uno de los traslados que hacían. Hurt señala que la literatura infantil africana necesita ofrecer diversidad de géneros y una contextualización en entornos que puedan ser reconocibles y atractivos para los niños del continente y se lamenta considerando que esa labor lleva retraso, mientras que los niños del resto del mundo ya han podido disfrutar de esa experiencia.
What’s Going on at 179 Jabulani Street? es una historia recurrente en la literatura juvenil aunque con ingredientes muy africanos. Se trata de las aventuras de un adolescente que inicia una arriesgada investigación a partir de un elemento al que se había opuesto firmemente. En su recorrido, evidentemente, se encuentra con una compañera de viaje y sus ires y venires se mezclan la caza furtiva, los ancianos artesanos y, también evidentemente, el perro fiel que acompañará a los adolescentes.
El Golden Baobab Prize es una iniciativa de la organización ghanesa The Golden Baobab Foundation for Education que recibe para ello el apoyo de otras entidades. La voluntad de este certamen es animar la producción de literatura infantil y juvenil y abrir la puerta a nuevos talentos, por eso, uno de los requisitos es que las obras presentadas sean inéditas y escritas por ciudadanos africanos. En esta quinta edición, los organizadores del premio han recibido 180 originales procedentes de trece estados africanos, aunque, evidentemente, con mayoría de los países anglófonos, ya que es en este idioma en el que se presentan las obras concursantes.
Además de los premios para los ganadores (una dotación económica y la posibilidad de la publicación de las obras), el premio tiene una función de escaparate. El proceso de selección de las obras galardonadas, permite que muchos otros participantes consigan visibilidad, a través de la propia organización del premio y del resto de medios internacionales y páginas web que se van haciendo eco del evento. De hecho durante esta edición, la organización publicó el 30 de agosto una primera lista de las 25 obras preseleccionadas y el 1 de noviembre una lista de los ocho finalistas correspondientes a las tres categorías. Estas listas, además de ir manteniendo la tensión en torno al fallo del jurado, son una plataforma para algunos de los participantes y, sin duda, una buena muestra de la salud de la que goza la producción de literatura infantil y juvenil en África (aunque no sea necesariamente el mismo diagnóstico que el de la industria editorial).
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