Teranga, música y baile más allá del Coronavirus
Cuando empezaba a declararse la necesidad de aislamiento en distintas fechas a lo largo del mundo, las redes sociales se inundaban de sugerencias culturales sobre cómo poblar el tiempo. Poco a poco, distintos analistas y periodistas ciudadanos destacaron el modo en que en momentos de crisis son la comunidad y el mutuo compromiso de solidaridad los que ayudan a salir adelante. En Senegal, esta generosidad y colaboración se practica cada día y no implica sólo a la gente del país sino a todas las personas senegalesas en cualquier parte del mundo, grandes contribuyentes de la economía familiar.
La palabra para referirse a esta práctica social y cultural es teranga, la cual podría traducirse como hospitalidad, pero cuyo significado va más allá, como filosofía de vida. De ahí que cuando Boris Johnson, primer ministro británico, declarase el lock down, el mismo día en que Macky Sall, presidente senegalés, decretase el couvre-feu, el pasado lunes 23 de marzo, los artistas senegaleses residentes en Londres no tardasen en organizarse para ofrecer, no ya en directo sino virtualmente, sus clases de danza con percusión.
Tal es el caso de la profesora de danza sabar y jembe Aida Diop, originaria de Ouakam, un barrio de pescadores Lebu en la capital de Senegal, y de su compañero de trabajo Dembis Thioung, percusionista profesional también originario de Dakar, especializado en los dún dunes, un conjunto de tres tambores graves del África occidental.
«En estos momentos, todos estamos en la misma situación. La gente blanca, y siento decirlo así, se estresa fácilmente. Como senegaleses, somos fuertes y estamos muy orgullosos de ello. Así que hemos sentido la necesidad de actuar, de ofrecer la clase por internet para mantener esa preciosa comunidad que hemos creado”, reflexionaba Aida Diop. Para ella, los asistentes a sus clases de baile no son estudiantes, son una familia formada por aprendices e instructores de danza y percusión. Y añadía: “Estamos continuamente recibiendo malas noticias. Al menos durante la clase la gente se olvida, desconecta de lo que está pasando y se siente feliz. Es muy gratificante recibir mensajes de la gente diciendo cuánto les ha ayudado a sentirse mejor”.
Para Dembis Thioung, cuyo trabajo de percusión especializado en dún dún está basado en la conexión con los ancestros, se trata de un momento terapéutico, curativo a través de la espiritualidad. “Lo que hacemos tiene que ver con las raíces ancestrales. Nuestros ancestros nos dicen que hemos de mantener a la gente unida, feliz. Lo que hacemos, para mí, es mágico. Responde a lo que nos piden nuestros ancestros y en este momento se trata de cuidarse los unos a los otros. Bailar y tocar juntos, estar todos juntos es una forma de rezar”, compartía Thioung.
Aida Diop y Dembis Thioung se conocieron en el año 2007. A ambos les une una pasión, educación y carrera musical que comenzaría a muy temprana edad, desde el entorno familiar. Aida Diop recuerda bailar sabar, una danza típica de la etnia wolof de Senegal, y por tanto de su familia, desde los dos años. “En casa se bailaba todo el tiempo. Un poco más tarde, participé por primera vez en la semana cultural de mi colegio, y gané”.
Tal vez fuera ahí donde Aida Diop se diera cuenta de que la danza ocuparía un importante papel en su vida y carrera profesional, aunque en una vida donde la danza siempre ha estado presente, resulta difícil encontrar un momento determinante. La trayectoria del percusionista Dembis Thioung sería algo distinta. Thioung nació en una familia de griot, figura transmisora de la historia, tradición y valores culturales a través de la oralidad, la música y la palabra, y de laube, una herencia mestiza que se ve reflejada en su música, en su forma de trabajar y tocar los tambores. Y es que, antes de fabricar sonidos, fabricaba tambores.
“Aunque recuerdo que cuando tenía unos cinco años había un grupo de percusión que ensayaba en mi colegio a puerta cerrada, pero había una ventana y me iba allí a escucharlos”, contaba Thioung. Su madre, Khady Ngom, era bailaora profesional del grupo Diamono Tey, y como lo tuvo a muy temprana edad, se lo llevaba a todos lados con ella, así que Thioung creció rodeado de música.
A esos primeros recuerdos se fueron sumando formaciones, encuentros, y oportunidades que traerían a ambos artistas a Reino Unido en el año 2010. Hoy, diez años después, tanto Dembis Thioung como Aida Diop, cuentan con una fiel comunidad de seguidores y estudiantes, a los que se suman espontáneos bienvenidos y abrazados por los artistas. Esta sólida integración y contribución a la cultura de Londres, capital británica, ha sido también fruto de esa teranga senegalesa, contagiada a aliados de todas partes del mundo, asistentes a sus clases, con música en directo de la mano de Dembis Thioung, Ousmane Camara, Mohamed Gueye, Cheikh Diop y Batch Gueye, entre otros.
En el caso de Aida Diop, entre tantos encuentros fortuitos y movimientos, cabe destacar el de Landing Mane, con quien se formaría en 2001 para añadir danza contemporánea y jembe a su repertorio, otro tipo de danza del África Occidental. Entre 2002 y 2004, Diop volvió a casa para centrarse en sus estudios. Un par de años más tarde, Dioncounda Ndiaye que era la directora del grupo de ballet Daraa J y que ahora está en Canadá, la llamó para seguir formándose. “Así fue como conocí a Demba, Ousmane y Mohamed. Y la verdad es que desde entonces hasta ahora, Demba siempre ha estado conmigo”, señalaba Diop. Hoy Aida Diop y Dembis Thioung no solo imparten clases juntos, sino que comparten un grupo, Bene Tally Band, liderado por Thioung, el cual tiene, o tenía previsto actuar de nuevo el próximo 10 de mayo en Londres.
Antes de dar clases de danza en Reino Unido, Aida Diop daba clases en Senegal, gracias a la ayuda de su mentor, Landing Mane, quien le cedió a sus alumnos cuando estaba de viaje allá por el año 2002. De ahí siguieron cursos con la embajada americana en Senegal, o con niñas a las que algunas madres enviaban a Diop para que les enseñara a bailar. También Thioung formó a distintos jóvenes de su barrio y alrededores, tales como el famoso Bass Thioung de HLM, en Dakar. En 2010, Aida Diop y Dembis Thioung viajaron a Escocia por primera vez para compartir su música, con motivo del Aberdeen Festival. Pasado el festival, se mudaron a Londres. A ambos se sumaron otras personas como Khalifa Conte y Victoria Mendy. Fue así como Aida Diop celebraría su primera clase de danza en febrero de 2011, reuniendo a distintos paisanos percusionistas y bailaores residentes en el país. Hasta hoy.
El optimismo de ambos se hace aún más evidente cuando reflexionan sobre el aprendizaje que supone dar clases a través de una pantalla. “Los profesores seguimos aprendiendo siempre. A nivel de trabajo, estoy aprendiendo muchísimo con estas clases virtuales. Hacen que el grado de atención sea mayor. La verdad es que los docentes podemos estar orgullosos del trabajo que hacemos, porque tenemos que ser muy pacientes y hacer que todo el mundo se sienta bien”, comentaba Diop.
También Thioung destacaba la forma en que, de manera creativa, lidiaba con pequeños problemas de tiempo al utilizar el software requerido, teniendo que añadir algún sonido más. “Echo de menos las clases en vivo, la conexión entre todos, pero ha sido también mágico bailar con gente al otro lado de la pantalla, unas cincuenta personas, desde todas partes del mundo, no sólo Reino Unido, sino Estados Unidos, Italia, España, Chipre… Estoy segura de que volveremos pronto”, decía Aida Diop, antes de concluir con la única expresión de toda la entrevista en wolof, su lengua nativa: “juntos, somos más fuertes”, es decir, Mbolo mooy dolé.