Burna Boy «resalta el poder de África» con su afrofusión
Burna Boy se ha convertido en uno de los referentes de la escena musical de Nigeria. Temas como “On the Low”, “Anybody” y “Gum Body” han copado las listas de reproducción veraniegas y en este 2019 no ha parado de hacer colaboraciones con artistas como Jorja Smith, Dave o Mahalia. Además, ha participado en el último álbum de Beyoncé, The Lion King: The Gift, con la canción “JA ARA E”.
2019 es el año de Burna Boy. El compositor nigeriano encadena casi 18 meses de ascenso internacional y pasó por el prestigioso festival Coachella de Los Ángeles en abril. Y allí, sentado en el wáter, como él mismo reconoce, puso título a su nuevo disco, African Giant (uno de los discos destacados en la edición veraniega de nuestra exitosa serie Descoloniza tu iPod).
«No podía ver mi nombre. ¿De verdad toco aquí? Tuvieron que marcármelo», explicaba el cantante en una reciente entrevista con Trevor Noah. En un cartel en el que destacaban artistas como Childish Gambino, Solange, Tame Impala o Ariana Grande, su nombre se escondía entre las fuentes de menor tamaño.
Ante la competencia internacional —»nunca me había pasado», apunta- quiso poner su orgullo en la línea de batalla y reivindicarse como uno de los actuales grandes del continente africano.
African Giant es un trabajo que «resalta el poder y el orgullo del africano y de África en general». Burna Boy pone el foco en la otra parte del continente que no prevalece para combatir el prejuicio. Trae alboroto tras la publicación en 2018 de “Outside”, un disco más personal.
Con este cuarto álbum, el compositor ha hecho «un proyecto africano para dar visibilidad a las dificultades, tribulaciones, alegrías, felicidad,… la verdad de las personas de África».
Y desde Nigeria exporta al mundo su afrofusión con retales de inspiraciones en las que Fela Kuti es el máximo exponente. «Es como una pizza. La cosa principal, lo que toda pizza necesita, es la base. El afrobeat es la base y a partir de ahí puedes tener la pizza que quieras», ha explicado.
El afrobeat y el jazz lo tomó de su abuelo, Benson Idonue, que fue el primer manager de Fela Kuti. El joven cantante sembró, por el camino se encontró con otros géneros como hip hop, dancehall, highlife, reggae y ahora recoge los frutos de una apuesta por el cruce cultural, pero «de manera contraria» a lo que se acostumbra. No incide en la conquista del mercado occidental si no que lanza una invitación: !Vengo aquí (Occidente) para llevarte de vuelta porque de donde vengo es el origen del principio», comenta.
La música es como un saco de boxeo para Burna Boy. Es una forma de plantarle cara al lado más difícil de la vida. Como dice su madre, mientras otros niños cantaban las canciones corales de la escuela, Burna Boy tarareaba «Hip Hop Hooray» de Naughty by Nature. Por aquel entonces no había tomado su figura artística y mantenía su nombre real, Damini Ogulu.
El joven músico de Port Harcourt, al sur de Nigeria y centro petrolero del país, se aficionó a la estación de trabajo de audio digital Fruity Loops, conocida hoy como FL Studio. Pronto comenzaría a desarrollar sus propios sonidos que se llevó a Londres, donde fue a estudiar.
Más de música que de apuntes, Ogulu dejó la universidad, pero la estancia londinense fue clave para su desarrollo creativo. Tras su regreso a Nigeria, su madre le consiguió un trabajo en una emisora de radio local y después de cada turno, se iba al estudio de grabación. Y llegó su primer single, “Freedom Freestyle”. Con la ayuda de Youtube, —»fue así como la gente comenzó a conocerme», explica— su música viajó y ha seguido la estela de otros artistas nigerianos como WizKid, Patoranking y DaVido.
En 2014 se dio cuenta de que la cosa iba en serio. En la actualidad se asienta como uno de los mayores talentos musicales del continente y piensa seguir ocupando ese puesto: «Si hablo de algo que me ha pasado va a interesarle a alguien que le ha pasado lo mismo. La gente va a decir: ‘Está hablando de mí’. Ellos son como yo. Por eso no se sabe nada de muchos artistas después de un tiempo porque están en este negocio por las razones equivocadas. No entienden la seriedad de la música. La música no es un juego».