Dos obras infantiles inspiradas en África celebran la Navidad en el Teatro Español
Cada vez son más los espacios culturales madrileños que hacen un hueco a propuestas culturales africanas o afrodescendientes. Es el caso del Teatro Español que incluye en su programación navideña dos obras de teatro infantil: Mali y Sayo, de la
Compañía hispano-marfileña Samadeni – Cultural Mandjani, que estará en Madrid del 22 al 28 de diciembre y Samabá Samadé, que se podrá ver en la capital del 29 de diciembre al 4 de enero. Ambas obras son dramaturgias de Marisa Llull y Kassoum Sanogo, creadores y directores de este proyecto escénico, y hoy nos regalan un ratito entre viajes, papeleos y ensayos para introducirnos en estos pequeños universos africanos.
Aunque ellos se conocen y trabajan juntos desde “hace mil años” fue en 2007 cuando decidieron fundar la Asociación Cultural Mandjani, una plataforma para la creación de proyectos artísticos, educativos y sociales relacionados con la cultura africana y que nació con el compromiso de cambiar la visión reductora que tenemos de África y reivindica el deseo de unión con su parte más vital y esperanzadora. Sobre estos cimientos se creó unos años después la Cía. Samadeni.
¿Cuál fue la chispa que originó la Compañía Samadeni?
ML: Surgió de una invitación de Javier Yagüe para realizar una obra de teatro infantil en el teatro Cuarta Pared. Enseguida me puse en contacto con Kassoum y empezaron a surgir ideas: África, Costa de Marfil, elefantes… De ahí surge el nombre de la obra “Samabá, Samadé” (“Elefante grande, elefante pequeño” en lengua mandinga). Empezamos trabajando por teléfono, con todos los sinsentidos que conlleva, pero al final todo es transmisión oral, como en África. Podríamos decir que nació primero la función y después la compañía.
«Samabá, Samadé» es un espectáculo visual, musical y enérgico, que habla sobre la importancia que tiene la observación de la naturaleza para aprender sobre nosotros mismos. El Elefante es el hilo conductor para contar esta historia. ¿Por qué precisamente el elefante?
KS: En Costa de Marfil hubo un elefante que salió de la selva y llegó hasta el centro de la ciudad de Bouaké. Salió en todos periódicos, pasó realmente. A raíz de esa noticia surgió la idea principal de la función.
En la obra se utilizan la música y la danza de Costa de Marfil, así como de la percusión corporal interactiva y otros elementos visuales para introducir a los espectadores en la cultura africana ¿Cómo se consigue amalgamar todo esto para que llegue a los niños?
ML: La dramaturgia es muy sencilla, pero muy eficaz para conectar con ellos. Se van introduciendo en la cultura africana de la forma más ancestral, a través de los tambores, los diferentes instrumentos, los cantos, la voz de Bintou Sanogo. Es algo que entra a través de los sentidos.
KS: Los niños forman parte del espectáculo. Queremos que los niños se lo pasen tan bien como nosotros. Les hacemos bailar, cantar, subir al escenario. La magia de conectar con los niños en el escenario es a veces difícil, pero lo hemos conseguido. Nosotros nos divertimos mucho y esa es la clave. A veces paramos el espectáculo para charlar con un niño y luego seguimos con el guión…
La obra comienza con una locución en lengua mandinga y sobre el escenario se intercala con el castellano. ¿Cuál es la reacción de los espectadores más pequeños?
KS: Cuando salimos al escenario hablando mandinga los niños están más atentos porque no saben lo que decimos y cuando empezamos a hablar en castellano surge un “aaah vale, ahora entiendo”
ML: En realidad da igual que no lo entiendan, queremos que oigan el sonido, que vean que hay dos lenguas, diferentes sonidos y texturas. Es entrar en otro mundo de sensaciones.
«Samabá Samadé» se ha representado en muchos teatros madrileños y también habéis estado de gira por España. ¿Qué tal la experiencia?
KS: Muy bien, sobre todo en Sevilla fue la bomba ¡las madres salían del teatro cantando!
ML: Aunque la historia es muy infantil, la mayoría de los padres tampoco están acostumbrados a las músicas y danzas mandingas de Costa de Marfil y les sorprende mucho.
¿Por qué hay que ir a ver «Samabá Samadé»?
ML: Porque es muy diferente del resto de obras de teatro infantiles que normalmente usan códigos muy definidos, muy convencionales. “Samabá Samadé” está fuera de todo eso. Lo que intentamos es crear mundos y cada miembro del equipo aporta muchísimo. Konan Koffi es una artista que tiene mucha delicadeza y cada espectáculo lo hace diferente. Bintou Sanogo tiene un gran corazón y transmite calor y bondad. Kassoum, además de ser un gran músico, es un gran actor.
¿Cómo fue esta vez el proceso creativo?ML: Muy distinto. Esta vez Kassoum quería contar la historia de «Mali y Sayo», un antiguo cuento popular. De hecho Toumani Diabaté le dedicó una canción muy famosa. KS: Si, «Mali y Sayo» es una canción que transmitían los griots con la kora. Las historias en África no están escritas y son los griots los que actúan como bibliotecas. Cuando mueren hay historias que van cambiando o se pierden. Esta canción cuenta la historia de la amistad entre una niña y un hipopótamo. Lo que la gente sabe es que la niña podía hablar con el hipo, que eran amigos y se entendían. Pero no sabemos el verdadero final de la historia, solo lo saben los viejos en África.ML: Cogimos el principio como base y luego creamos un final. Además hemos añadido máscaras y más personajes.
La escenografía está especialmente cuidada ¿qué nuevos elementos habéis introducido?
ML: Hemos estado casi un año discutiendo y dándole forma. Yo buscaba algo muy esquemático y a Kassoum quería algo muy africano, pero sobre todo no queríamos caer en convencionalismos. Al final hemos llegado al término medio. Después de pensarlo mucho, porque supone un trabajo de creación largo y extenso, hemos introducido el vídeo con las ilustraciones realizadas y animadas por la artista Sara Ortiz Lull, inspiradas en nuestra historia y en el País Dogón. Los paisajes y personajes que aparecen son dibujos en movimiento, pero no están perfectamente acabados hay espacios en blanco para que sean completados por la imaginación de los niños. Todos aportan y construyen su propio espectáculo que así es más interesante y bonito.
KS: Los niños se integran y entran en el espectáculo, pero nosotros no les llamamos, entran solos y eso es fenomenal.
El espectáculo cuenta con varias máscaras, un elemento tradicional africano que habéis llevado a escena de una manera muy diferente. ¿Cómo lo habéis conseguido?
ML: Hay cinco máscaras en la obra y son elementos principales. La más importante es la del hipopótamo Mali realizada por el artista y diseñador Británico-libanés Sean Mackaoui. Konan Koffi da vida a Mali con esa máscara y le hace bailar, hablar y entablar una gran amistad con nuestra protagonista Sayo, interpretada por Bintou Sanogo.
KS: Yo mismo he diseñado y fabricado la máscara del rey, que a los niños les encanta porque crece en le escenario. En ellas hay algo de contemporáneo y algo de tradición africana. En la obra que viene habrá más máscaras…
En vuestro espectáculo es primordial la música en directo, que interpreta el mismo Kassoum Sanogo.
KS: Uno de los principales elementos que componen la narración de «Mali y Sayo» es la música en vivo, la orquesta mandinga al completo con djembés, dundunes, Kalimba, tama, balafón, ngoni y otros instrumentos como el cajón y platos. En los espectáculos me dejo llevar mucho por lo que siento dentro del escenario, mi cuerpo me dice lo que funciona y lo que no. Ese sentimiento, esa intuición la tengo muy en cuenta.