“La migración es el resultado de siglos de saqueo”
Heredero de Touré Kunda, una de las bandas más míticas de África Occidental, el músico mauritano-senegalés Daby Touré resurge con un nuevo álbum lleno de reivindicaciones sociales
En Mauritania, país predominantemente árabe-bereber, la esclavitud se ilegalizó formalmente en 2007, modificando la Constitución para reconocer la diversidad cultural. Sin embargo, en la excolonia francesa sigue habiendo familias enteras trabajando de forma esclava para mauritanos de tez clara, que admiten tener derechos heredados sobre los negros. Poco o nada se está haciendo para liberar a esta población del yugo histórico. Los activistas del país son perseguidos y la comunidad internacional no quiere actuar de forma contundente por miedo a perder a Mauritania como aliado en la lucha contra el terrorismo yihadista. Así, el racismo campa a sus anchas entre las porosas fronteras del Sahel y muchos negros se ven obligados a migrar.
Este fue el caso de Daby Touré y su familia. Con solo 18 años, en 1989 Touré emigró con su padre a París, invitado por sus tíos Sixu e Ismael, huyendo de esta lamentable situación. Ellos habían emigrado desde Casamance, en el sur de Senegal, donde parte de la familia se había establecido generaciones atrás. Los antepasados remontan sus raíces al antiguo imperio de Mali. Sin embargo, el conflicto armado de Casamance empujó a la esta generación de los Touré a moverse hacia la metrópolis francesa. “La migración es algo natural para nosotros. Es la historia del ser humano. Usamos la palabra de forma negativa, pero es algo muy positivo. Cómo se convirtió en negativo, no lo sé, pero sería urgente recordarlo”, reivindica Daby Touré desde su París adoptivo.
Cuando llegó a Francia desde Nuakchot, el joven Daby descubrió que tenía allí una gran familia, un icono de la diversidad cultural que había revolucionado los sonidos parisinos con una de las bandas que mejor tejió el discurso cosmopolita de la capital. Eran los míticos Touré Kunda y estaban en la cresta de la ola. Daby se unió a sus primos, tíos y su padre y con la historia de la migración desde Mauritania por bandera, popularizaron un discurso multicultural con el soninké, el wolof, el mandinga, el dioula o el criollo portugués, hablados en la región más sureña de Senegal, entronizándolos como estrellas del cosmopolitismo del París de los 80 y 90. Su símbolo, el elefante, representación de la familia, volvió a trasladarse a Casamance en el año 2000. Pero Daby decidió quedarse en la urbe francesa y seguir dedicándose a la música.
Este artículo ha sido posible gracias a un acuerdo de colaboración entre Wiriko y Planeta Futuro (El País). Para seguir leyendo, pincha aquí.
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