Dhafer Youssef, el uso de la voz como instrumento
Dhafer Youssef usa su voz para llegar a unos registros agudos y graves inconcebibles. El músico recuerda la llamada a la oración de los almuecines. Deja en el aire el canto y agarra su oud, laud árabe, para continuar con una atmósfera mística impregnada de jazz y música electrónica.
Youssef une lo sufí de manera orgánica con otros sonidos que ha ido recopilando a lo largo de su trayectoria. Desbarata las etiquetas y pone sobre el escenario una música honesta que llega ahora a España con un par de conciertos en las Islas Canarias y otro en Alicante.
“Tengo un mensaje espiritual y artístico que toca almas. La música genera cambio si es sincera y no es cuestión de armar un mensaje de amor y paz. No hay que ser profeta sino compartir”, dijo a Wiriko desde Fez donde actuó en la última edición del Festival de Músicas Sagradas del Mundo.
Youssef lleva su música hacia la espiritualidad. Sus giros vocales hacen volar, como el propio músico alienta a los espectadores en sus conciertos. “Hay gente que tiene un problema cuando la música les llega. Algunos lloran y otros me odian porque abro sensibilidades y no lo aceptan. La gente oculta las emociones y la música es una terapia”, explica.
La capacidad vocal del compositor y laudista hace que su voz sea un instrumento más en sus actuaciones. Nacido en el seno de una familia de almuecines, las personas encargadas de llamar al canto, la escuela coránica es algo imprescindible para entender la música del tunecino. “La primera conexión con la música fue a través de la religión. Esta fue la única posibilidad que tuve de hacer música y me encantó”, dice Youssef que admite no ser muy religioso: “Todos somos sacros y profanos. Es la espina dorsal de cada ser humano. Es como mi madre y mi padre, es parte de mi existencia y no puedo negarlo”.
Youssef reconoce que la espiritualidad de la religión late en su pecho. Es una herencia familiar con la que convive desde su juventud y creció cuando formó parte como vocalista de un grupo local de canción litúrgica. Sin embargo, debido a la politización de las actividades decidió dejar la agrupación.
Es entonces cuando se interesa por el oud y comienza a practicar en el centro juvenil de su Teboulba natal. Tras ser miembro de la banda Radio Manastir, Youssef decide enrolarse en el conservatorio musical de Nahj Zarkoun en Túnez y acabaría en Viena para completar su formación musical.
La fusión sufí con el jazz surgió en el club Porgy & Bess donde Youssef acabó siendo un asiduo. “Fue una experiencia ver a los músicos de jazz estadounidenses. Me di cuenta que era algo complementario a lo que quería hacer, una nueva forma de arte. A día de hoy estoy viviendo ese sueño”, dice
El lanzamiento de su primer álbum, Malak, en 1998 es el inicio de una carrera musical donde el oud se encuentra con el jazz. Pero el compositor sigue buscando melodías, moldeando su identidad sonora y lleva al tradicional instrumento a jugar con la música electrónica en su segundo trabajo, Electric Sufi.
Las nominaciones en 2003 a los Premios World Music de la BBC por su disco Digital Prophecy evidencian la consolidación de un artista que también aterrizó en la escena electro-jazz escandinava. Con el guitarrista y productor noruego Eivind Aarset, Youssef ha manifestado la sinergia de las melodías de su adolescencia con una arrebatadora curiosidad musical.
Con diversas colaboraciones y siete discos publicados, Dhafer Youssef se mueve por distintos estilos que guarda bajo su sombrero. En el escenario presenta lo cosechado en un espectáculo que une lo profano y lo sacro y transita por el dolor, el entusiasmo y la exaltación. Un ejemplo de una discografía libre y mutante.
“Tengo un nuevo trabajo que será publicado a finales de agosto. Algo muy suave, no jazzísitico. Se llama Sounds of Mirrors y a partir de marzo del año que viene iremos de gira”, apunta el músico.