Lura, la voz de la herencia caboverdiana
En Cabo Verde la sodade se lleva estampada en el pasaporte. El país ve partir a sus hijos en una tendencia migratoria histórica que hace que la población de nacionales en el extranjero sea mayor que la que vive en el archipiélago perdido en el Atlántico. Lura, nacida en Lisboa, es hija de esa costumbre de dejar las islas en busca de mejor porvenir.
Pero la cantante caboverdiana quiso hacer el viaje a la inversa. Le urgía la necesidad del regreso a casa. “Tenía sentido volver a Praia. Llevaba tanto tiempo hablando de vivir allí y ahora es una realidad”, dice a Wiriko en su última visita a Londres.
A más de 600 kilómetros de la costa de Senegal, Cabo Verde se convirtió en el siglo XV en un foco de multiculturalidad donde africanos y europeos intercambiaron sonoridades para esparcirlas por el mundo. Los estilos caboverdianos se empapan de esa fusión nómada que Lura ha ido explorando desde que visitó por primera vez el país de sus padres. Su país.
“Fue muy importante porque muchas cosas cobraron sentido. Encontré las respuestas para una serie de preguntas que me llevaba haciendo a lo largo de mi vida. Comencé a ser más africana, a valorar más las cosas y a conectar con la naturaleza”, explica la cantante.
La primera visita a Cabo Verde le llevó a descubrir al compositor Orlando Pantera del que interpreta seis composiciones en su tercer trabajo, Di Korpu Ku Alma. El álbum, el primero con el sello francés Lusafrica, es una declaración de intenciones que definió en 2004 la proyección musical de Lura. “Es un reflejo de mi sangre. Lo tenía dentro. Había cantando en portugués, criollo, R&B, pero no estaba satisfecha. No estaba haciendo música caboverdiana”.
Con el acercamiento en cuerpo y alma a sus raíces vino Na Ri Na, una canción mítica de la cantautora. “Tenía magia y pronto se convirtió en un éxito”, rememora de un tema que no falta en sus directos. Una excusa para cantar todos juntos y celebrar quizás los veinte años que ya cumple Lura en la música. “He aprendido mucho fruto de los viaje, del encuentro con otras músicas y culturas. He aprendido sin querer, viendo y he adquirido un gusto musical que lo complemento con las músicas de Cabo Verde”, dice en su camerino.
Con su último trabajo, Herança, refleja la simbiosis entre melancolía y júbilo que pareciera exclusiva de las islas. Un patrimonio bañado de mar, de morna y de funaná. “Herança es la vida. Feliz y melancólica. Cabo Verde es así. Vivimos alegres a pesar de la pobreza. No tenemos mucho pero lo poco que lo tenemos lo compartimos y montamos una fiesta”, dice Lura.
Herança cuenta con temas como Sabi di Mas, bandera del estilo funaná, que se agarra a las caderas haciendo que el baile sea algo cultural que tiene que ver con «la necesidad africana de expresar el calor, la alegría y la sensualidad”. Pero también hay espacio para la Lura más melancólica que con canciones como Di Undi Kim Bem se cuela en la maleta del migrante caboverdiano.
El destino de sus padres pasó por Lisboa, convertida en un altavoz para los ritmos caboverdianos y artistas como Bana o Carmen Souza. Allí nació Lura, una joven que siempre estuvo interesada por los deportes y la danza. Sin embargo, mientras se preparaba para entrar en la universidad, un dueto con el cantante Juka la enroló en un viaje inesperado.
Lura sorprendió a Portugal con su caudalosa voz que abraza a la audiencia de sus conciertos y no fue desapercibida para otros artistas que la invitaban como colaboradora. “Mi vida cambió y todo fue muy confuso. Tenía la carrera en la cabeza, pensaba que tenía que entrar en la facultad, no salirme del camino pero la canción tuvo un gran éxito”, recuerda.
La afición se convirtió de repente en oficio y con 17 años, ya trabajaba en el lanzamiento de su primer álbum Nha Vida en 1996. Maria de Lurdes, Lura, entró de sorpresa en la música. “Nunca imaginé ser cantante”.