La transformación del arte Ndebele: de arte tradicional a arte contemporáneo
Una sola imagen es suficiente saber para saber a qué nos referimos cuando hablamos del arte Ndebele y para dar muestra de la popularidad de unos patrones que cada vez son más conocidos en Occidente. Y con esta imagen, no nos referimos únicamente a los murales pintados de los propios pueblos Ndebeles que podemos visitar cuando viajamos al norte de Sudáfrica. Nos referimos a las pasarelas de moda, a los escaparates primavera-verano 2014, decoración de interiores, a los coches y a exposiciones y galerías de arte en varios puntos de planeta. El llamado “estilo étnico” bebe principalmente del arte Ndebele, aunque no lo sepamos. Lo hemos visto, lo conocemos y hasta lo vestimos, pero ¿cuál es su historia?
Los Ndebele son un grupo étnico que viven en el norte de Sudáfrica en lo que era durante el apartheid la región nórdica de Transvaal y que actualmente abarca Gauteng, provincia del Noroeste, Limpopo y Mpumalanga (frontera con Zimbabue). Éstos a su vez provienen de los Nguni, uno de los grupos bantú que migraron desde el centro y el este de África en los años 300-400 (d.C). El Gran Trek de los Boers hacia el norte (primeros colonos campesinos holandeses que llegaron a tierras del sur de África) en su huida de los británicos, tuvo un impacto directo en estas etnias ya asentadas en la zona, como fue el caso de los Ndebele. En 1885 fueron esclavizados por éstos y despojados de sus tierras lo que hizo que cinco años más tarde, una vez recuperada su “libertad” dependieran de éstos para trabajar en las tierras. Después vendría el apartheid y lo que significó para las poblaciones locales es ya conocido. En cuanto a su arte, uno de los rasgos principales es su tradición femenina, que se transmite de generación en generación desde edades muy tempranas, lo que da constancia de la importancia que tienen las expresiones artísticas en la comunidad. Los patrones de los estampados, diseñados por las mujeres, son habitualmente geométricos y simétricos a pesar de estar representando elementos realistas y naturales que pasan ser recreados de forma simbólica. A las mujeres se les enseña desde pequeñas este arte típicamente muralista que ha tenido diversas funciones en la comunidad. Por una parte una función de resistencia ante la dominación afrikáner, ya que transmitía mensajes codificados a pesar de la creencia de los Boers de que era arte puramente decorativo. En segundo lugar, cuando una generación de jóvenes participaba en los ritos de iniciación dentro de la comunidad, con la circuncisión, las mujeres preparaban el hogar para su vuelta, decorando la fachada y el interior de las viviendas. Y por último, las mujeres de la casa se encargan de la decoración del hogar demostrando el estatus social de la familia en la comunidad y su estatus como esposa y madre del hogar.
Este arte tradicionalmente muralista, ha sufrido algunos cambios durante este último siglo. Los colores han pasado de ser más “terrosos” propios de los pigmentos naturales utilizados antiguamente, a ser más brillantes y coloridos sobre todo a partir de la introducción de los franceses de pigmentos acrílicos en los años cuarenta. El colonialismo, la introducción de la lengua escrita y otros símbolos, así como la electricidad y la televisión, la posibilidad de viajar y de conocer otras culturas, el turismo y el orgullo nacional de este arte local (nótese el estilo de la bandera sudafricana), sin duda han influido en las creaciones y diseños de las artistas, siempre manteniendo la estética original que lo caracteriza. A la vez, ha pasado de tener estas funciones en la comunidad a ser una mercancía vendible en forma de artesanías, lo supone una entrada de dinero para las mujeres.
Las artistas Esther Mahlangu y Francina Ndimande son un ejemplo de la transformación que está viviendo el Ndebele. Nacidas en 1935 y 1940 respectivamente, han sido las primeras en transportar sus creaciones de los murales y fachadas al lienzo y otros objetos. Con una tensión entre lo global y lo local, estas dos artistas han acercado su arte a grandes públicos de países de Europa, Asía y América, convirtiendo así este arte local en mainstream o más conocido a nivel internacional. Esther Mahlangu es internacionalmente conocida por transformar un coche BMW en una obra de arte y por ser la pionera en exponer en galerías de arte y museos. Francina Ndimande, con quien ha realizado varias de las exposiciones, se caracteriza por utilizar colores más vivos y brillantes. Estas artistas, así como los Ndebele en general, tienen clara la intención de mantener lo más intactas posible las funciones sociales que tiene este arte dentro de la colectividad y la transmisión del conocimiento a través de las generaciones. Ello siempre combinándolo con la posibilidad de cubrir de las necesidades económicas de las familias con los medios que tienen las mujeres, como es el conocimiento y la destreza en la creación de este arte decorativo. Por ello Mahlangu y Ndimande también forman en estas técnicas tradicionales a las niñas y mujeres del pueblo, para preservar así esta colorida y delicada tradición en las generaciones venideras.
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