Black to the future (V): Frente a narrativas pesimistas, dosis de ficción
Mientras que una gran mayoría de los guiones de cine norteamericanos y europeos se encuentran atrapados en el pasado de África, muchos cineastas africanos parecen estar centrados en el futuro. Así lo vimos la semana pasada cuando mencionábamos que el género de la ciencia ficción en el continente tiene desde hace unos años algunos títulos destacados en la filmografía reciente. Las referencias a cuestiones socioeconómicas actuales y pasadas así como las cuestiones de la explotación de los recursos y la pobreza se vinculan al uso de aspectos religiosos que conectan con la tecnología de una manera transparente: robots, ritos tradicionales de iniciación, percepción extra-sensorial, narraciones quiméricas o las referencias a las visitas del espacio exterior. Sin duda, contribuciones ya existentes de escritores africanos como Ben Okri y Wole Soyinka, que con su realismo mágico se acercaban al futuro con elementos futuristas que emanaban de la propia cultura. Os presentamos hoy tres propuestas que continúan nuestra serie Black to the future.
Estos aspectos que trasgreden fronteras y violan los conceptos creativos impuestos son ricos en una mitología que migra, que se articula con la ciencia ficción contemporánea y que se basa en gran medida en los motivos de la transformación, la hibridez y la percepción de mezcla de géneros para ofrecer alternativas viables a la destrucción del tecno-capitalismo. Esta fórmula nos aleja de los mitos occidentales comunes que apuntalan la impotencia africana y reafirma a la ciencia ficción, este afrofuturismo, como una poderosa herramienta para el cambio sincrético, para una re-evaluación y una nueva exploración.
Kichwateli (2012), del keniano Muchiri Njenga
Pero, un momento. ¿No son las películas que salen de este continente deprimentes? Efectivamente, hasta el momento de las independencias africanas (léase emancipaciones) los directores africanos no tuvieron la oportunidad de encontrar un equilibrio para mostrar su propia realidad, una representación que hasta el momento había estado en manos de las metrópolis. Sin embargo, las grandes producciones hollywoodienses modernas que muestran África como Hotel Ruanda (2004), El jardinero fiel (2005), Diamantes de sangre (2006) o el Último rey de Escocia (2006) inciden en un discurso pesimista: un continente oscuro, pobre y corrupto. El común denominador de estos guiones es que un personaje viene desde fuera (Europa o EEUU) ya sea un periodista o médico para ayudar y observar. Estas simpatías modernas se basan en las buenas intenciones pero que someten a examen esa carga/culpabilidad del hombre blanco. Estas ‘visiones de la historia’ con su componente de realidad siguen siendo mostradas por forasteros; versiones alejadas a la de los propios africanos.
Kichwateli es un cortometraje poético ambientado en un barrio pobre de África en un ambiente post-apocalíptico que lleva al espectador a un viaje espiritual y metafórico a través del sueño de un niño. La película mezcla imágenes de ficción con la realidad de un niño que camina con una TV en vivo en su cabeza; una metáfora de las consecuencias perversas de los medios de masas en una generación de jóvenes o de la sociedad en general. Kichwateli es un sinónimo visual de la ansiedad mundial y al mismo tiempo un reflejo de nosotros mismos expuestos al escrutinio de ese Gran Hermano. Como Carl Sagan apuntara “nuestro planeta es una mota solitaria en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ningún indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos»
De la misma manera afrofuturista os presentamos la obra de John Akomfrah. El ladrón de datos es un hacker cuyo desplazamiento, la alienación cultural y la alteridad forzosa están basadas en las relaciones entre la cultura panafricana, la ciencia ficción, un viaje intergaláctico y la rápida progresión de la informática. A través de entrevistas El último ángel de la historia (1996) mantiene el hilo argumentativo intercalándolo con imágenes de la vida panafricana en diferentes épocas de la historia, saltando entre el tiempo y el espacio; una forma no muy diferente a la navegación por Internet.
El último ángel de la historia (1996), John Akomfrah
Como broche os dejamos con la certeza de una obra para la reflexión. Y que además se encuentra íntegra. Se trata de Les Saignantes, del camerunés Jean-Pierre Bekolo, enmarcada en un cine vanguardista y cuasi experimental abrazando el terror y la ciencia ficción. La película, premio FESPACO 2007, expone las profundas crisis sufridas por Camerún y África en general y marca territorio en los títulos del comienzo: “¿Cómo puede anticiparse una película al futuro de un país que no tiene futuro?”
Es interesante como Bekolo utiliza el sexo para empoderar a las mujeres en esta ciencia ficción de bajo presupuesto donde la cultura trance da un vistazo a la historia sociopolítica moderna de Camerún. La dinámica del grupo como pasado y presente, hombres contra mujeres, la cultura occidental frente a la cultura autóctona, política tradicional contra la política colonial… El camerunés, de esta manera, insinúa, informa, despierta y cuestiona a la sociedad de su país y a la de otros lugares. Les Saignantes es una pieza llena de ideas y de contradicciones que incorpora un modernismo urbano y se pliega como un diamante futurista… Que la disfrutéis…
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