Ritmos africanos para todos en el Cap-Fest 2015

El Cap-Fest es un festival que empodera la diversidad funcional a través de la cultura, y no es casualidad que se haya celebrado en Tenerife. En el sur de esta isla del archipiélago canario se encuentra el municipio de Arona, primer destino turístico de Europa y segundo del mundo para personas con movilidad reducida. También es el lugar de residencia de gran parte de la población africana que vive en Tenerife, por eso no es de extrañar que entre conferencias sobre sexualidad en la diversidad funcional o desarrollo tecnológico impulsado por personas con síndrome de Asperger, conciertos a oscuras para experimentar la ceguera de la mano del cantautor estadounidense Peter Broderick o sesiones de electrónica manejada por los pies del DJ francés Pascal Kleiman, la música tuviera un fuerte carácter africano de la mano de varios artistas procedentes de Angola, Mali o Marruecos.

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El grupo Ait-Nahaya en el Cap-Live / Fotografía del Cap-Fest 2015.-

El grupo Ait-Nahaya en el Cap-Live / Fotografía del Cap-Fest 2015.-

Entre los instrumentos que componen la banda Ait-Nahaya hay un guimbri. Tiene un sonido muy característico que en su origen se utilizaba para las canciones destinadas a los esclavos de los gobernantes árabes y bereberes y más tarde para los rituales de sanación entre las comunidades Gnawa del norte de África. Con este grupo canario-marroquí simple y majestuosamente se combina con el teclado, el bajo, la guitarra, la mandola, la percusión y las voces para crear un sonido intelcultural. Ya había caído la tarde sobre el Cap-Fest y la luz que se lleva el invierno la aportaban desde el escenario Ait-Nahaya y su fusión de la música amazigh y el jazz.

Enrique (izq.) y Toño (dcha.) en el Cap-Fest 2015.-

Enrique (izq.) y Toño (dcha.) en el Cap-Fest 2015.-

En el Cap-Live, el nombre que recibe el espacio dedicado a las actividades musicales al aire libre del Cap-Fest, estaban Enrique y Toño. Ellos son dos jóvenes sordos de nacimiento que habían querido sumarse al Festival de las Capacidades. A los dos les encanta la música, la africana también porque dicen que se puede sentir más. “No entiendo lo que dicen las voces en las canciones”, explica Enrique, “pero sí entiendo el ritmo, simplemente lo siento a través de las ondas de sonido”. Él lleva un implante coclear, lo que le permite percibir los sonidos de un modo más parecido a los oyentes que en el caso del audífono. Toño, que lleva pocos meses con los audífonos, echó en falta que en la primera edición del Cap-Fest  no hubiera una pantalla gigante en el escenario en la que se proyectara a una persona que interpretara las canciones en Lengua de Signos Española (LSE).

“¡Música de minha Cabo Verde!”. Esta frase se abría paso a gritos entre los asistentes del festival. La gritaba una mujer que quería acercarse al escenario sobre el que estaba una incorporación de última hora en el cartel del festival: Waldemar Bastos, un cantante angoleño que si bien no tiene la misma nacionalidad con la efusiva oyente, sí comparte la lengua criolla formada por la retroalimentación del portugués con las lenguas tradicionales de las que fueron colonias lusófonas. La música, en su condición de lenguaje común y raíz de la que emanan las identidades africanas, es incapaz de escapar a su concepción de puente cultural y tiende la mano del angoleño que canta a la caboverdiana que escucha para hablar de historias compartidas que suelen narrar sobre el mar y la tierra, la emigración y la memoria, temas estrella sobre los que versan en gran medida las expresiones artísticas de Angola, Cabo Verde, Guinea-Bisáu, Mozambique, Santo Tomé y Príncipe, todas ellas antaño tierras portuguesas.

Waldemar Bastos en el Cap-Live / Fotografía del Cap-Fest.-

Waldemar Bastos en el Cap-Live / Fotografía del Cap-Fest.-

Todo lo que Waldemar Bastos sabe de música lo aprendió de forma autodidacta. Este artista nacido en la ciudad de M’banza-Kongo, en la frontera entre la República del Congo y Angola, dejó su país natal para huir de la represión de la guerra civil hacia Portugal. Desde allí daría el salto hasta Brasil, donde en 1983 grabaría su primer disco. Desde entonces ha publicado seis álbumes más, incluido el recopilatorio Afropea 3: Telling Stories to the Sea grabado junto a otros artistas del movimiento afro-portugués, como la caboverdiana Cesaria Evora.

Como el cantante angoleño, el proceso de iniciación en la música de Toño también fue en cierto sentido autodidacta. “Siendo alumno del colegio, en clases de música no entendía qué y para qué era la música. Cuando un profesor enseñaba como tocar flauta, armónica, piano y otros instrumentos, yo experimentaba sonidos raros y sentía formas diferentes de vibración. Le pregunté por qué los sonidos eran diferentes. Me contestó que era difícil por no oír y creí que la música solo llegaba a los oídos. Me separé del mundo musical”. Hasta que hace unos años conoció a una intérprete de LSE en Madrid que le dio a conocer “distintos grupos de música y danza africana. Solamente cuando tocaban tambores me daba mucha vibración. Empezó a gustarme la música instrumental y también el baile danza africana”. Ahora está en una asociación de música llamada Bloko del Valle, donde toca el tambor. “Un día compartiendo con un grupo de oyentes descubrí algo misterioso una sensación entre la música y mi cuerpo. Un chico estaba tocando un tambor, dependiendo por donde lo tocara y la fuerza con la que lo hiciera mi cuerpo reaccionaba de diferente manera. Era una sensación bastante extraña ya que si lo tocaba más fuerte lo sentía en la espalda, si lo hacía de manera más suave lo sentía en otro lado de mi cuerpo. Yo los invite a que ellos se taparan los oídos y sintieran lo mismo que yo, quedando ellos mismos asombrados  por lo que se puede llegar a sentir la música sin oír”, asegura Toño. De ahí, que los ritmos africanos le hagan “sentir profundamente la música”.
IMG_7414Así ocurrió para todos los presentes cuando llegó el turno de los malienses Amadou & Mariam. Ataviados con sus características gafas de sol y acompañados de teclado, bajo y batería, las voces y la guitarra de este matrimonio que se conoció hace más de tres décadas en un instituto para ciegos de Bamako hicieron que el público se embriagara de un blues que, pese a su fuerza electrónica y rockera, traslada inmediatamente al oyente a un ritmo del desierto. Este afro blues hizo bailar al unísono a los asistentes, que vibraban con las ondas de sonido como si fuera un elemento compacto. Sólo si hacías el esfuerzo de no dejarte llevar por el ritmo contagioso podías observar que entre el público predominantemente joven que era la masa asistente habían también personas con movilidad reducida subidos a una plataforma desde la que podían ver bien el concierto sin necesidad de que se dejaran el cuello. Parecían hipnotizados por una música que unos metros a su lado hacía jugar a los niños y bailar frenéticamente a los mayores.

Amadou & Mariam en el Cap-Live / Fotografía del Cap-Fest.-

Amadou & Mariam en el Cap-Live / Fotografía del Cap-Fest.-

Uno de los momentos culmen de la actuación de Amadou & Mariam fue al interpretar «Africa mon Afrique», en la que las luces del escenario se tiñeron de verde, amarillo y rojo, los colores de Mali. Esta canción forma parte del último trabajo del dúo maliense que lleva por título Folila, que en bambara significa música y que fue publicado en el año 2012, al tiempo que Mali comenzaba un conflicto que le ha llevado a ser feudo del radicalismo islámico y, como consecuencia, a hacer de la música un bien perseguido. Una identidad arrebatada que Amadou & Mariam reivindican cada vez que se suben a un escenario y hacen de Folila un grito de lucha que se extiende hacia su país. La última vez que lo hicieron fue en el Cap-Fest, una cita que hizo bailar a un montón de gente distinta que tenían en común algunas limitaciones y mucha capacidad para solventarlas. Al fin y cabo, como dice Toño, “la música proporciona alegría y libertad, y estas emociones no emanan de los oídos sino del corazón”.

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Ruth Fernández Sanabria

Licenciada en Periodismo (UCM) y Máster en Estudios Africanos: Culturas y sociedades africanas (ULL). Fascinada por las realidades que construyen las identidades y convencida del papel de las creaciones artísticas como motor de cambio social. Coordinadora de la sección de Artes Visuales del magacín. (Tenerife) Contacto: ruth@wiriko.org