Entrevista con Leeto Thale, poeta y artista de la palabra hablada
Artículo escrito por Estrella Sendra: Licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad de Sevilla, máster en Critical Media and Cultural Studies en el SOAS de Londres y especialista en cine y culturas africanas. Actualmente es profesora de Media Studies en la University Foundation Programme (David Game college) y directora de Marketing para el Norte de África, América Central y del Sur. Su ópera prima es Témoignages de l’Autre côté, un documental sobre la inmigración senegalesa en España.
Leeto Thale llegó a Londres en 2001 desde Sudáfrica para continuar su carrera como poeta, escritor, músico y artista de la palabra hablada. Su presencia en la red resulta todavía extraña y dispersa. Sin embargo, es frecuente encontrárselo bailando entre los ritmos de los eventos musicales de Londres, y escuchando el trabajo de otros escritores. De ahí que ‘Africa Writes’, el festival de literatura africana organizado por la Royal African Society entre el 5 y 7 de julio, contase con él en su segunda edición. Leeto deja sus escrituras durante un par de horas, llega con su habitual sonrisa y boina, y nos concede el placer de esta conversación con él, en el parque Victoria, al este de Londres.
Estrella Sendra: ¿Por qué escribes? ¿Qué es lo que te empuja a escribir?
Leeto Thale: No tiene por qué haber un tema necesariamente. Es muy aleatorio. En la mayoría de las ocasiones, escribo cuando encuentro algo que casi me quita el aliento. Creo que el dolor es una de esas cosas que me empuja a escribir. Cuando estás pasando por un momento doloroso. Y también la incertidumbre. Escribir suele aliviar esas sensaciones, esas incertidumbres que surgen en la vida. Porque creo que, por naturaleza, estamos inclinados a querer saber. En realidad, esa sería la mayora motivación, querer saber. Muchas veces hay circunstancias a las que uno no sabe cómo responder, y para mí, escribir es una respuesta a intentar entender esas emociones y a pensar sobre lo que está pasando. Yo también hago música, con lo cual, ese es otro canal para responder a esas emociones. Es decir, lo que me motiva, principalmente, a escribir es la incertidumbre, el dolor, a veces también, el miedo, y tratar de situarme a mí mismo en este mundo. Y la belleza, totalmente. Porque hay muchísimas cosas que ves y te preguntas de dónde vienen. Y de nuevo, es parte de ese sentido de querer saber. Se trata de una especie de fotografía, en la que al escribir intentas capturar momentos, bien para compartirlos con otras personas o para recordarlos.
E.S.: ¿Cuándo comenzaste a escribir? ¿Había algún escritor en tu familia o tus espacios primarios de socialización?
L.T.: Mi historia es poco convencional, porque no hay ningún escritor en mi familia, por lo menos, en la familia que yo conozco. Sí me consta que mi madre tiene un talento natural para cantar y que mi padre solía escuchar música en casa, pero poco más. No tenía nada demasiado inmediato que me empujara a escribir. Normalmente, me encerraba en mi habitación y me ponía a escribir. Pero no estaba escribiendo conscientemente como si fuera un acto creativo, sino escribiendo simplemente. Esa consciencia se dio más tarde. Y aún así, creo que siempre he visto mi trabajo más reflexivo que creativo. Con la música fue distinto, porque desde pequeño, algunas se me metían en la cabeza, al escucharlas en la radio, y luego estaba deseando volver a escucharlas. Así que pronto me metí en una radio musical y empecé a experimentar. Y luego ya, empecé a salir e ir a eventos de palabra hablada, y al ver a otra gente fue cuando pensé, “¡hum, yo quiero hacer esto!”
E.S.: Durante tu participación en el festival de literatura africana, ‘Africa Writes’, te declaraste un amante del ritmo, y en efecto, al recitar poesía, tu estilo es una mezcla entre rap y oralidad. Cuando escribes y compones, ¿piensas en algunos ritmos o canciones en particular?
L.T.: Creo que no es algo que tenga que calcular o descubrir. Simplemente sucede. En el momento en que el tema en cuestión aparece, él es el que dicta el ritmo. Que no es un patrón repetido de sonidos simplemente, sino que tiene también que ver con emociones. Así que tampoco es que al escribir me preocupe que la música tenga que encajar con lo que quiero decir. Simplemente sucede. Y también, el tema puede cambiar el ritmo, dependiendo de dónde esté, lo que esté sintiendo y lo que esté sucediendo a mi alrededor. Pero la verdad es que no me preocupa tanto el tema en sí de lo que esté escribiendo sino si lo que esté escribiendo tiene música. Porque, en ese sentido, la música es única, porque es audible. La melodía en sí es bastante muchas veces. Ya te indica si se trata de una canción triste o alegre, sin necesidad de tanta descripción. La gente depende demasiado de la palabra. Además, es mucho más difícil escuchar poesía que escuchar poesía a través de música.
E.S.: Aunque escribes sobre cualquier tema, desde el propio poema con el que empezaste tu intervención en el Africa Writes, ‘She dances’, sí se notaba una celebración a la mujer, ¿cuánto protagonismo tiene en tus poemas?
L.T.: Muchísimo. No sé de dónde viene. A lo mejor es reflejo del amor que siento por mi madre, o mi hermana. Tal vez se trate de modelos de crecimiento, de fuerza, de dureza, y de cuidado que la gente admira. Mi madre siempre ha sido una ama de casa, que ha sacrificado mucho. Y ese sentimiento se ve reflejado en mi trabajo. He vivido mucho con ellas. Y como hombre, siento también mucha atracción por la belleza femenina, aunque pueda sonar artificial. Pero a veces ves a mujeres y al verlas, te parece que estuvieras viendo a Dios. Porque pueden parecer tan hermosas que casi se te para el corazón. Al escribir sobre ellas intento que salgan de su caparazón y que sean. Y de eso es justo de lo que trata mi poema ‘She dances’. Porque creo que he visto a muchas mujeres vivir en esa situación y aunque se las vea así, no parece que se trate del estado natural de la mujer. Hay mucho más detrás de esas amas de casa. Además, con las mujeres, a mí me resulta mucho más sencillo hablar de temas que tienen que ver con el corazón.
E.S.: Durante el Africa Writes, en respuesta a la pregunta de Bernardine Evaristo, moderadora de tu panel, sobre hasta qué punto tu africanidad afectaba tu modo de escribir, respondiste que no sabías qué parte de ti era africano. ¿Podrías desarrollar un poco más esa idea?
L.T.: Es algo muy complicado, porque uno no tiene necesariamente que pensar sobre lo que es. De algún modo, mi africanidad afecta totalmente mi trabajo, pero es difícil de contestar. Porque cuando escribo no escribo como africano, pero soy africano, así que eso sale a la luz. A veces pienso que es lo que trae ritmo a mi trabajo, pero de nuevo, ¿es eso algo africano? No lo creo, todo el mundo tiene ritmos. Es algo más bien humano. No sé, no me gusta poner mi africanidad por delante de mí mismo o mi creatividad.
E.S.: ¿Consideras importante agrupar o categorizar la escritura, ya sea poemas, novelas, etc., como africana, cuando los autores sean africanos?
L.T.: Con eso no tengo tantos problemas, por varias razones. En primer lugar, porque como escritor, uno quiere vivir de su trabajo, y en realidad, esas son categorías que ayudan a vender. El problema es cuando esa categoría se ve arrinconada en una estantería de una librería, cogiendo polvo, y esto es lo que pasa casi siempre. Es muy difícil encontrar literatura africana. Y eso es lo que es más bien el problema, porque en realidad, la mente humana está continuamente categorizando. Pero claro, es muy raro encontrarse con una sección de literatura europea, etiquetada como tal, porque es la dominante. Así que yo diría que el agruparla de ese modo es una oportunidad de visibilidad y de llegar al estatus que se merece.
E.S.: Cuando escribes, ¿piensas en lectores globales y por tanto, modificas en cierto modo lo que quieres expresar, o sueles escribir simplemente lo que sientes?
L.T.: Sí, pienso en lectores globales. Me gusta estar conectado a todo el mundo y la idea de ser accesible. Al final se convierte en un proceso muy reflexivo, en el que al escribir tengo que preguntarme si expresa lo que quiero expresar, con esas palabras. Así, uno no escribe para sí mismo, sino también para compartirlo con los demás.
E.S.: En tu trabajo has experimentado una transición desde una poesía inicial de protesta hacia una poesía un poco más general. ¿Qué es lo que crees que incitó este cambio?
L.T.: Creo que tiene que ver con mi llegada a este país. El no tener el dolor en frente de tus narices y empezar a ver otras cosas y experimentar otras sensaciones. Y las disfrutaba más que las iniciales, en las que sentía que tenía que protestar.
E.S.: Aunque te guste escribir sobre cualquier cosa, ¿tienes algunos temas recurrentes en tu trabajo?
L.T.: Más bien, paso por etapas. De protesta, a otra que se podría llamar “espiritual”, que tiene que ver con aquello que nos define, a otra más general, sobre el perfume de las cosas. Cuando me siento y escribo, ¿qué estoy haciendo? Escribo cuando me siento feliz. Escribo cuando anticipo algo que va a pasar. Escribo para capturar momentos y sensaciones, cosas que desconozco. Soy una persona muy sensible y me resulta bastante más fácil que a otra gente sentirme inundado por ciertas sensaciones y responder a ellas componiendo, o bien con música o bien, con poemas.