Esther Mbabazi dispara al dolor del abuso
Una joven fotógrafa ugandesa visibiliza el sufrimiento de las víctimas de la violencia sexual a través de una serie desgarradora.
“La violencia sexual es un problema muy común que afecta a mujeres de todo el mundo. Ninguna de nosotras camina sola por la noche sin preocuparse por si llegará a salvo a casa. Es un temor real que enfrentamos todas día a día. Pero si además, el acosador está en casa, no hay refugio para nosotras”, explica Esther Mbabazi, fotógrafa ugandesa de 21 años. Por tratarse de un tema tan común y a la vez tan invisible en nuestras sociedades, dice, decidió poner los sentimientos de las víctimas de dicha violencia en el foco de su cámara. Así, creó la serie Shadowed (ensombrecidxs, en inglés), un trabajo que busca mostrarle al mundo el tormento que sufren estas personas, y de paso, exponer una realidad incómoda, mucho más común de lo que se admite públicamente.
Según la OMS, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual en algún momento de su vida; la mayoría, a manos de sus parejas sentimentales. Se trata de una pandemia global que afecta a millones de mujeres de todo el mundo y que Naciones Unidas define como «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada». A pesar de que siete de los 10 países donde se registra un mayor índice de delitos por violación se encuentran en el mundo occidental, en África, la violencia doméstica contra las mujeres presenta una prevalencia alarmante según datos del Banco Mundial: al menos un tercio de todas reconocen haber sufrido de forma física o psicológica. Ante esta grave situación de vulneración de los derechos de la mujer, la prevención y la sensibilización se hacen indispensables.
El arte puede cumplir una función de sensibilizador social y ser una herramienta de denuncia y de reivindicación de los derechos humanos. Las diferentes formas de arte, entre las que se encuentra la fotografía, también se pueden convertir en una terapia para las víctimas, que se ven empoderadas. Pero de la misma forma, puede ser un procedimiento terapéutico para la sociedad en la que se produce el proceso artístico. “He escuchado muchos testimonios de personas a las que el arte les supone un alivio. Creo que si el arte se utiliza para comunicar temas importantes en nuestra sociedad, el mundo tarde o temprano deberá reconocer los desafíos que todavía tenemos, y así, pequeños proyectos como el mío para sacar a la luz lo que perjudica a nuestras vidas ayudarán a erradicar injusticias como la violencia sexual”, asegura Esther Mbabazi.
* Artículo publicado originalmente en Planeta Futuro gracias a un acuerdo de colaboración entre Wiriko y esta sección de EL PAÍS. Para seguir leyendo, pincha aquí.
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