Kuduro: felicidad para masas y Musseques
El Kuduro es una cultura de postguerra que nace en los 90, invadiendo las esquinas, las calles, los candongueiros -transporte público angoleño y sound systems móviles-, las discotecas y clubes de Luanda. Actualmente, es el género cultural más popular del país y el que más representa a los jóvenes angoleños de los Musseques (guetos).
Etimológicamente ‘kuduro’ significa a la vez ‘culo duro’ y ‘medio duro’ en una mezcla de portugués y kimbundu, y se trata tanto de un estilo musical y de un baile, como de una estética que hace de puente entre lo angoleño y lo cosmopolita, y que conecta el mundo lusófono de Angola, Portugal (con mucha migración angoleña durante la guerra) y Brasil, a través de antiguas redes internacionales.
Con la música Kuduro se denuncian de manera crítica situaciones de pobreza, de violencia callejera o se habla de la resaca de la guerra más larga de África: la guerra civil de Angola (1975-2002)[1]. En palabras de la historiadora Marissa Moorman, el Kuduro “hace bailable la desgracia”, pero por otro lado también es una celebración de la supervivencia, y por lo tanto, de la vida (Moorman, 2008). En este sentido, la musicóloga Stefanie Alisch dice que en su mayor parte, el Kuduro nació para entretener a las masas y que en realidad, se ha mantenido tanto como vía de escape, como una forma de distracción (Alisch, 2011). Quizás eso explique que los kuduristas se mantengan en posturas apolíticas ante las elecciones, o que se centren más en producir felicidad a la audiencia que no en elevar el descontento de la juventud.
El baile del Kuduro, por su parte, es casi convulsivo, lleno de movimientos que rozan lo histérico, acrobáticos y sinuosos. Las sacudidas pélvicas son lascivas y a veces, la agresividad de los cabezazos da la impresión de que los bailarines están al borde del desnuque. Con influencias de las danzas carnavalescas, del break-dance y del hip-hop, los elementos teatrales que utilizan los bailarines, simulan situaciones violentas, como ser disparado y caer en el suelo, o ser abofeteado por un compañero invisible.
Las letras de sus canciones -mayoritariamente cantadas en portugués o en calâo (lengua criolla hablada en los guetos de Luanda)- narran crónicas de la cotidianidad, de la situación de los necesitados que pueblan las calles, de las dificultades económicas o de las duras luchas sociales de los jóvenes del país. Uno de los aspectos más destacables del kuduro de última hornada es la utilización del kimbundu en vez del portugués, ya que demuestra respeto hacia la tradición y lo propio. Pero sobretodo, a la hora de cantar se tiene en cuenta la ‘carga’ o la fuerza de la voz al rapear, que será decisiva en las actuaciones en directo.
Un poco de historia:
Los géneros Zemba y Kizomba nacieron en un contexto de lucha contra la colonización, y se les puede considerar una metáfora de la liberación, de la afirmación y de la construcción de una identidad nacional que venía cociéndose desde la década de los 50, cuando empiezan las luchas para la emancipación nacional en todo el continente. Durante aproximadamente tres décadas, el renacimiento cultural de las capitales africanas era extremadamente fructífero. Pero la independencia y la inmediata guerra civil que azotó el naciente estado angoleño, sumió el universo cultural a la instrumentalización política, y a un declive ante el control de las radios y medios de comunicación por parte del MPLA o la UNITA.
El Kuduro nace de esa música popular, sobretodo de las percusiones, pero respondiendo a la imposibilidad de comprar instrumentos por sus elevados precios, las mesas de mezclas sustituyen a las big bands típicas de los 50, 60 o 70. El House y el Techno europeos se mezclan con los ritmos populares angoleños, el Zouk, el Soca o el Ragga afro-caribeños, y el rapeo en las voces ribetea los ritmos repetitivos con narrativas comprometidas.
El triunfo de los Musseques y la descentralización del mercado musical:
Una de las características de este estilo es la independencia de la metrópolis y de los grandes productores comerciales, y por lo tanto, la descentralización del mercado musical. Si antes las grabaciones se tenían que hacer en estudios muy bien equipados, en su mayoría en Europa o Estados Unidos, con la emergencia del Kuduro los puntos álgidos para la grabación se erigen en los Musseques[2] de Luanda (en los guetos o barrios de chabolas, en la periferia de la opulencia). Así que los Musseques se instituyen como las escuelas de la calle más prominentes, tanto a nivel de inspiración para la creatividad musical, como para la emergencia de nuevos agentes, productores o distribuidores. Multitud de pequeños estudios equipados con un ordenador rudimentario, un micrófono y un ecualizador graban la música que luego se distribuye a través de canales de infraestructura informal y se internacionaliza vía Internet. Suficiente para ser escuchados y bailados por la audiencia, y más que apto para un estilo que nace y crece en la humildad de los guetos; que se vuelve local, internacional y virtual (global) a la vez. El Kuduro producido en cada gueto es la representación de sus gentes.
La rivalidad entre los distintos productores, Dj’s y Mc’s[3] es casi una cursa en este fenómeno de masas; igual como sucede en las escenas del House en Sudáfrica, el Coupé-Decalé en Costa de Marfil o con el Azonto en Ghana. Pero parece que las sesiones maratonianas que se organizan en los suburbios de Luanda hacen que cada vez, el Kuduro sea de mayor calidad. Cada vez más influenciado por el Techno, con más peso a nivel internacional y más tenido en cuenta por otros grandes creadores de música electrónica africana, brasileña o portuguesa (com es el caso de Buraka Som Sistema), el kuduro angoleño es uno de los estilos más representativos de la música contemporánea urbana del continente.
[1] Después de la guerra para la independencia (1961-1974), el MPLA (Movimento Popular para a Libertaçao de Angola, partido gobernante en la actualidad) y la UNITA (Uniâo Nacional para a Independência Total de Angola) se batieron la guerra más larga del continente, íntimamente ligada con los conflictos de la Guerra Fría.
[2] Musseque significa literalmente ‘área arenosa’ en Kimbundu, y se contrapone a las ‘áreas de asfalto’, o partes centrales de la ciudad. Los musseques más importantes como centros productores de kuduro son Rangel, Sambizanga, Viana y Cazenga.
[3] DJ son las siglas de la palabra inglesa ‘disc jockey’ que designan a la persona que pincha la música en una sesión. MC o ‘emcee’ son las siglas referidas a ‘master of ceremonies’, ‘microphone controller’ o persona que se encarga de rapear y de guiar al público.
Bibliografía:
MOORMAN, M. J. Intonations. A Social History of Music and Nation in Luanda, Angola, from 1945 to Recent Times. Ohio: 2008.
ANDRADE TOMÁS, A. Refracted governmentality: space, politics and social structure in contemporary Luanda. Columbia University: 2012.
ALISCH, S. SIEGERT, N. Angolanidade Revisited – Kuduro. EthnoScripts. Jahrgang 13, Heft 1. Hamburg: 04/2011.
Recursos electrónicos:
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