Entrevista a la Orchestra Baobab
La Orchestra Baobab es quizás una de las bandas más icónicas de África. Formada en la capital de Senegal, Dakar, en 1970, se retroalimenta de la fusión afrocubana y su música es una mezcolanza de son y salsa combinados con la rumba congolesa, el sonido criollo y otras reminiscencias musicales que aportan sus distintos componentes.
Decir que la Orchestra Baobab es de Dakar es puntualizar el origen de creación de una banda que cuenta con un togolés, un descendiente de marroquíes y músicos provenientes de varias zonas de Senegal con dispares tradiciones. “La Orchestra Baobab es una orquesta hispano-africana, con personas de diferentes nacionalidades y que es precisamente esto lo que permite crear esa mezcla de música y sonidos”, describe Rudy Gomis que recibió a Wiriko junto con otro de los miembros fundadores de la agrupación, Balla Sidibe.
La diversidad cultural del grupo promueve una emulsión de sonidos que sin embargo se vio afectada con la irrupción del mbalax. Este género, que une música tradicional senegalesa y sonidos poperos occidentales, se popularizó gracias al cantante Youssou N´Dour y fue un reto al que la banda no pudo echarle el pulso.
Unido con el cansancio acumulado tras años de tocar en directo, la Orchestra Baobab se disolvió en 1985. Atrás quedaban las noches de los lunes en el Café Palladium de Dakar que dieron paso a la consagración en el Club Baobab. Una década, la de los setenta, que trae recuerdos a Gomis: “lo que más añoramos es la actitud de la gente, el nivel de vida es más caro, hemos perdido muchos amigos y con los nuevos se instala la nostalgia. Nos hemos hecho mayores y nuestros hijos han crecido. No vemos la vida de la misma manera. No hay fuego (ríe), pero hacemos todo lo que podemos para que esto marche como debe.”
Pero la banda sigue con su identidad, aquella a la que no renunció cuando el mbalax dominaba la escena musical senegalesa. “No hemos cambiado, somos los mismos músicos. Es cierto que algunos trabajan y tienen clientes y no pueden asistir a todos los conciertos pero siempre hay alguien que puede ir y actuar”, dice Sidibe.
“Estamos todos juntos y afortunadamente hay muchas personas que nos siguen y están siempre ahí. Y es necesario agradecer de alguna manera esto. Yo creo que la Orchestra Baobab es la misma”, explica Gomis sobre el compromiso de los componentes y el cariño que la banda recibe internacionalmente.
Cuando en 1989 el sello musical World Circuit lanzó Pirate´s Choice la banda seguía separada aunque si alguien continuó “prendiendo el fuego» fue el percusionista y cantante Balla Sidibe. Bajo la categoría ‘músicas del mundo’, que se extendió por Occidente a principios de los 90, la banda senegalesa revivió su popularidad mientras el productor británico Nick Gold fantaseaba con la reagrupación.
“Somos más conocidos en el exterior que en Senegal”, apunta Sidibe aunque mantienen sus conciertos cada sábado en un club de Dakar.
Mayo de 2001 fue la fecha elegida. El sueño de Gold se hacía realidad y con la ayuda de Youssou N´Dour, la Orchestra Baobab volvía a los escenarios. Precisamente en Londres. Un concierto especial que trajo la reunión de la banda y la reedición de Pirate´s Choice. Un año más tarde, con el regusto, llegó su álbum Specialist in All Styles tras casi 20 años sin publicar material inédito. Y desde entonces, Made in Dakar (2007) ha sido lo último que la banda ha realizado. Son ya 8 años pero se intuye disco a la vista.. “Estamos preparando el lanzamiento de un CD, uno nuevo que llegará pronto”, dice Gomis.
De vuelta a la Dakar de los 70:
Eran casi las 9 de la noche cuando el grupo senegalés salió al escenario del Royal Festival Hall. Tras casi tres años sin actuar ante el público londinense, la cita se antojaba imprescindible.
El camerunés Blick Bassy se encargó de amenizar la espera de la banda con la que era su presentación el Reino Unido. Nunca había tocado en tierra británicas y se mostró agradecido por el recibimiento. El repaso a los temas de su último disco, Akö, trajo al escenario un trío inusual pero eficiente. Banyo, trombón y violoncelo en una combinación sensual y delicada. Con el tema Mama, en colaboración con el público, y con su última canción One Love ya se divisaba que el personal no iba a permanecer mucho tiempo sentado en sus butacas.
La Orchestra Baobab arrancó tranquila. Con Dée Moo Wóor como aperitivo a Sutukun y a Jiin Ma Jiin Ma donde la tentación del baile ya era demasiado peligrosa. Las primeras filas se levantaron de sus asientos para contagiar a un auditorio que se convirtió en una pista de baile hasta el final de la actuación.
El grupo repasó sus clásicos. “El repertorio no va a cambiar mucho. Si tengo un buen restaurante que la gente adora y vienen para comer, no necesito cambiar el menú. De vez en cuando diré “eh! tengo algo nuevo”, pequeñas cosas. Pero no tengo la necesidad de cambiar toda mi cocina, perdería mis clientes”, advertía Rudy Gomis a Wiriko tras la prueba de sonido.
Hilvanando sus característicos sonidos cubanos y sus raíces senegalesas, se llegó a los clásicos On Verra Ça y a la aclamada Utrus Horas. La audiencia se trasladó al evocado Baobab Club por algo más de hora y media en un concierto se echó de menos la guitarra del togolés Barthelmemy Attiso. El también abogado, Attiso es uno de los miembros más reconocidos de la banda, tuvo que asuntarse debido a su trabajo en un caso judicial. Sin embargo, sus palabras sobre el grupo se materializaron en una noche que inauguró las veladas del festival Africa Utopia. “El baobab es un árbol fuerte. Incluso si lo cortas, seguirá creciendo. Cuando se habla de la Orchestra Baobab se sabe que no es una banda que desaparecerá silenciosamente”, explicaba hace unos años Attiso.
(La traducción de la entrevista fue realizada por la periodista y fotógrafa Beatriz Hidalgo)
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