Thaïs Diarra: «mi música es del color de mi alma»
Nacida en Suiza hace treinta y seis años, de padre maliense y madre suiza, Thaïs Diarra es uno de esos talentos emergentes que están contribuyendo a transformar, no solo el panorama sonoro de Europa, sino los viejos estereotipos sobre África. La suya es una voz segura de sí misma. Síntesis de años de colaboraciones con artistas africanos consolidados como el congoleño Fredy Massamba o los senegaleses Positve Black Soul, Awadi o Xuman, esta joven afropea ha sabido recoger lo mejor de las dos culturas que la acunan para sintetizar un estilo que mezcla lo más tradicional y local con lo más moderno y global.
Con su álbum debut (Métisse, 2014), sabemos que ha venido para quedarse, aunque más allá de su música esta joven cantante y compositora nos invita a reflexionar sobre los conflictos identitarios de las primeras generaciones de afro-europeos, de los estereotipos acerca del continente o de la falta de conocimiento que muchos de los afro-descendientes tienen sobre África. Nos habla sobre la importancia que se le da al color de la piel. Y sobre todo, de la bendición de tener dos herencias culturales tan vastas como la europea y la africana. En la entrevista que Wiriko le ha realizado, Thaïs nos cuenta cuales son sus fuentes de inspiración y nos explica como ha llegado a realizar su reciente trabajo, recién salido del horno; así como su relación con Mali y Senegal.
Su álbum debut es una preciosa joya de 11 cortes impregnados de un Neo-Soul del que emanan pinceladas de los más diversos estilos. Su single debut, Africa Dieye, es una canción con mucha fuerza compuesta entre Diarra y Noumoucounda Cissoko, un conocido músico senegalés experto en el Kora, que hace brillar este instrumento de veinte cuerdas para iniciarnos en el camino de los griots. Esta canción está cantada en inglés y mandinga, y cuenta con la colaboración de Yoann Julliard en la batería, el productor Fred Hirschy en el bajo, y Fredy Massamba en la percusión. Un estupendo maridaje delicado y natural entre dos continentes que definen a la artista Thaïs Diarra. Ella misma nos lo describe así:
«Mi música es una mezcla entre elementos africanos tradicionales como el Kora, el Balafón y algunos instrumentos de percusión del África Occidental con ritmos Hip Hop o líneas de bajo del Reggae…. Mi música es del color de mi alma«.
«Métisse se grabó entre Suiza y Senegal, con la colaboración del congoleño Fredy Massamba, los senegaleses Didier Awadi y Gunman Xuman, el maliense Phéno y el sudafricano Burni. Viajamos mucho, trabajamos muchísimo con Skype, mandándonos las canciones por Internet y grabando cosas de un lado a otro… Métisse es la síntesis de una gran aventura» nos cuenta su principal artífice.
«En el disco canto en inglés, en mandinga y en wolof» dice. Y a pesar de que, a priori, podría parecer que la lengua pudiera representar una frontera para las audiencias occidentales, Thaïs recalca que «la música no tiene fronteras; primero de todo tiene que ver con un sentimiento y después, todo va sobre el compartir».
Aunque Thaïs nació en Europa, tanto ella como su familia tuvieron que lidiar des del principio con los prejuicios raciales. Como cuenta en exclusiva para Wiriko «a mi padre lo enviaron a estudiar a Rusia en los 70′ y después de viajar por Europa, terminó en Suiza. Fue uno de los primeros negros en vivir en la pequeña ciudad de Bienne. Para él la integración fue muy dura, especialmente teniendo en cuenta que era músico y los músicos, por aquél entonces, no estaban muy bien vistos» nos cuenta.
Y es que tal y como explica, la música le viene casi por herencia genética. «Mi padre era bajista y mi madre escuchaba mucha música afroamericana. En casa sonó siempre mucho reggae y desde pequeña supe que quería dedicarme a la música. Empecé en el coro de la escuela pero cuando llegué a la adolescencia me metí de lleno en el mundo del Hip Hop».
A pesar de tener claro a lo que se quería dedicar, no siempre le fue fácil resolver ese enigma del «¿quién soy?». «Fui la primera niña de la ciudad en nacer de una pareja mixta, y a pesar de ser suiza, nunca fue fácil convivir con el racismo, y mucho menos tener que romperme la cabeza para entender cuál era mi propia identidad» reconoce Thaïs. «Pero sentí la necesidad de ahondar en mis raíces en Senegal y Mali. Fue allí dónde aprendí sobre la música africana y a partir de ahí fue cuando empecé a hacer mi música de forma más genuina» nos confiesa.
Si ser «la primera» le supuso un hándicap durante su infancia, hoy, como artista, esto le ha abierto muchas puertas. «Soy la primera de una nueva generación en Suiza. Hace unos meses que empecé a tocar por el país y el público me está respondiendo de una forma increíble. Me están saliendo muchos bolos. Pero lo bueno es que también en mi otra casa, en África Occidental, donde voy a hacer una gira a finales de este año» nos dice.
«De pequeña no sabía nada sobre África, y no lograba comprender por qué importaba tanto el color de mi piel» se lamenta. «Durante toda mi infancia y adolescencia la gente me solía llamar «la negra», pero en cambio, nunca vieron la parte de blanca que hay en mí, cosa que siempre me desconcertó mucho» reconoce la suiza, quien cuenta que tuvo que aprender quien era saliendo de la cultura en la que había crecido, y encontrándose con la pieza del rompecabezas que le faltaba. «África me sorprendió muchísimo por su enorme belleza y riqueza, porque era todo lo contrario a lo que siempre me habían contado. Fue entonces cuando me empecé a sentir orgullosa de toda mi herencia africana, me sentí completa y fui capaz de fusionar de verdad mis dos culturas. Para mí, esta fusión es una bendición».
Por ello, Thaïs se ha pasado los últimos años a caballo entre Suiza, Senegal y Mali, dejándose envolver por sus distintos colores, ahora sí, sin prejuicios ni mediaciones. «Tengo familia en Bamako, donde también tengo muchos amigos y mc’s con los que he colaborado. Voy a volver pronto para seguir trabajando con ellos, pero la situación política de Mali me pone muy triste. Me duele que el país tenga que pasar por todo lo que está pasando. Pero lo curioso del caso es que dos años después de que estallara el conflicto sigo confundida acerca de sus causas. A pesar de todo, creo que es el momento de la reconciliación y la reconstrucción de nuestro país».
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