Turismo cultural para que Níger deje de ser el país más pobre del mundo
En Diciembre de 2016, Wiriko fue medio oficial del Festival Internacional de la Moda en África (FIMA), un evento cargado de valor y perseverancia con un anhelo proclamado a los cuatro vientos: que Níger vuelva a ser un país habitable, pacífico y fértil, y donde la cultura local adquiera un papel fundamental para abandonar su estela como cuna de la migración ilegal y el tráfico humano o como suelo yihadista.
Siendo el patrimonio cultural uno de los aspectos más difíciles de gestionar cuando es considerado como uno recurso susceptible de generar riqueza, hoy, su potencial pasa por que las sociedades locales sean las que lo promocionen y protejan, con una cooperación estrecha entre los sectores públicos y privados. Gestionar y promocionar correctamente el Patrimonio cultural puede ser una estrategia de desarrollo para las comunidades rurales, que en el caso de Níger, representan a más del 80% de la población. Por eso, la celebración del FIMA en Agadez es un trampolín para el comercio de la ciudad, con repercusiones a kilómetros del enclave. Y aunque el terrorismo, las migraciones y la pobreza llenen portadas en todo el mundo, el FIMA no es una propuesta aislada, tal como pretendemos mostrar en este artículo.
Níger, uno de los países menos visitados y el más pobre del mundo
La presencia tanto de Boko Haram – afiliado al Estado Islámico (ISIS)- como de al-Qaeda en el Mahgreb Islámico (AQMI) en países limítrofes como Mali, Chad o Nigeria, han hecho que la inestabilidad se apodere de la región saheliana. Cerca de 300.000 desplazados malviven actualmente en Diffa, al sureste de Níger, transformando lo que había sido un fructífero enclave comercial a orillas de la cuenca del Chad, en un lugar donde el toque de queda, el cierre de mercados, la inseguridad alimentaria y la recesión económica han conducido al país a la peor crisis humanitaria conocida, o a convertirse en un auténtico cementerio de sueños. Un entorno difícilmente propicio para la atracción del turismo, tanto como para que los jóvenes, la mayoría de su población, puedan generar mejoras sustanciales y hallar esperanza para el futuro.
“Contamos con un enorme potencial, pero tenemos que enfrentarnos a la cuestión de la seguridad. Aún no hemos logrado convencer a los turistas de que pueden visitar nuestro país y eso hace que sea difícil para nosotros de desarrollar la industria y crear las condiciones para cuidar del medio ambiente”, admitía en la última edición de Investour el Ministro de Turismo de Níger, Ahmed Boto. “Sin embargo, este sector puede crear oportunidades de empleo y alejar a los jóvenes del peligro de caer en el fundamentalismo”.
A pesar de que Níger produce unos 18.000 barriles de petróleo diarios, del incremento del comercio de uranio (Níger tiene el 10% de las reservas mundiales) o del aumento de inversión pública en agricultura desde las últimas elecciones (en febrero de 2016); el encarecimiento de las materias primas y las consecuencias nefastas del cambio climático, recrudecen una situación de seguridad que sume al país a la miseria. Y es que el último Informe de Desarrollo Humano, de 2015, lo señaló como el país más pobre del mundo.
Ante un horizonte tan sombrío, personas como Alphadi, impulsor del FIMA, se han convertido en auténticos paladines de una transformación tan necesaria como, por poco, quimérica. Y con la cultura como herramienta para el desarrollo sostenible, ha demostrado que los turistas se podrían convertir en aliados cruciales para impulsar las iniciativas culturales locales, sobre todo en un momento en que África se alista en el turismo sostenible.
¿De qué forma el turismo cultural puede fomentar el desarrollo en Níger?
Cómo es sabido, las consecuencias ambientales, socioculturales y económicas de la industria turística no siempre son positivas. Pero, en general, el turismo cultural tiende a revitalizar el interés de los habitantes locales por su propia cultura, aporta un valor añadido y único a otros posibles destinos, fomenta el desarrollo de pequeñas comunidades rurales, promueve el intercambio cultural y genera recursos. A pesar de que algunos expertos critican la mercantilización de las tradiciones indígenas y reprochan que este tipo de turismo contribuye, a menudo, a la «desculturalización» de los destinos, lo cierto es que hay que apelar siempre a una actitud responsable y un filosofía Slow que permita al visitante aprender de las experiencias, entorpeciendo lo mínimo y fomentando el mayor desarrollo posible a las sociedades de acogida.
Maravillas Culturales imperdibles en Níger:
1. Aunque el Gran Mercado de Niamey data del 1950, se destruyó completamente durante un incendio en 1982. Tras su reconstrucción -en tocho y no en paja, como antiguamente-, parte del edificio volvió a sufrir un dramático incendio en 2009, tras lo que logró rápidamente volver a atraer la actividad comercial de la capital en un espacio que separa la «ciudad colonial» de la «zona residencial africana». Sin embargo, la anarquía que reina entre los cientos de quioscos que se aglutinan en este epicentro socioeconómico de la ciudad, hizo que el ayuntamiento desmantelara parte de sus puestos, en una medida muy impopular y contestada, en 2016. Pero esta sede de negociaciones y flujos informales de dinero, se recompuso rápidamente como prueba de la resistencia de las dinámicas del comercio local, que atraen a sus ajetreadas callejuelas a más de 20.000 extranjeros cada año.
2. La Mezquita de Agadez, construida en torno a 1515, es una construcción única caracterizada por tener el minarete de barro más alto jamás construido, con pilares de madera que sobresalen de cada uno de sus cuatro caras. Este magnífico alminar, que era considerado uno de los elementos arquitectónicos más simbólicos de la llamada «puerta de entrada al desierto» – tal como se conocía Agadez antiguamente-, lleva más de cinco siglos custodiando una ciudad que fue bisagra del comercio transahariano con Kano y Timbuktu. Construida durante el sultanato de Aïr, coincidiendo con que algunos grupos tuareg se sedentarizaron en la ciudad, la mezquita fue uno de los mayores atractivos turísticos durante los 80, cuando Agadez se convirtió en el principal atractivo para los viajeros extranjeros. Hoy, sigue siendo una maravilla protegida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
3. El barrio de Birni es el corazón histórico de la ciudad de Zinder, fundado por los hausa en el sur de Níger y convertido en capital del Sultanato de Damagaram en 1736. ‘Birni’, que significa literalmente ‘pared’, escondió tras sus antiguas e impresionantes murallas de unos diez metros de altura, algunas de las joyas arquitectónicas más valiosas del país, entre las que se esconde el Palacio del Sultán. Aunque muchas han sido derribadas con el paso del tiempo, este vecindario cuenta con míticas «decoraciones parlantes» que ornamentan las paredes de adobe de un enclave tradicional que rebosa, y por doquier, una viva riqueza cultural. El barrio, que incluye cuatro distritos, alberga hoy entre 20.000 y 30.000 habitantes, conservando su viejo tejido urbano y el esplendor artístico y estéticos de la cultura hausa.
4. El mercado de artesanos y orfebrería tuareg de Agadez es uno de los principales enclaves, junto a Akjoujt en Mauritania, para conocer el minucioso trabajo con metales de la cultura tuareg, que ya 2500 años a.C. se practicaba en el Antiguo Egipto. Los tuareg son famosos, entre otras cosas, por sus impresionantes joyas de plata -así como las mujeres tuareg lo son por su trabajo del cuero, la poesía o la música-, grabadas a mano en diseños tradicionales. Conocidos como Kel Inaden, que significa ‘joyeros’, su arte no se basa solamente en elaborar joyas, sino en reparar todo tipo de armas y utensilios con el empleo del fuego. En muchos casos, los Inaden también son oradores o músicos, y son considerados parte de una casta aristocrática pilar en la sociedad tuareg. En las zonas urbanas, se los conoce como les forgerons o les bijoutiers.
5. Mientras dos tercios de Níger son desierto, el resto es Sahel. Y de entre los más áridos de sus paisajes, el desierto del Teneré, custodiado por las Montañas de Aïr, es uno de los preferidos para los turistas. Autopistas de dunas dibujan la senda por la que las caravanas de sal han cruzado el Sahara durante siglos. Los oasis desaparecen a medida que uno se adentra en este mar de arena. Y el Teneré se convierte en el lugar más inhóspito y silencioso del mundo, donde las texturas y tonalidades del cielo y de la tierra se funden en la lírica de la brisa, cuyos susurros son interpretados por los tuareg, los kanuri o los toubou.
6. La Antigua Ciudad de Djado es una asentamiento fortificado en ruinas en el nordeste del país. Se trata de uno de los puntos calientes de la ruta comercial sahariana y de las redes esclavistas que se dirigían hacia Libia durante la edad media, mucho antes de que los europeos iniciaran el comercio triangular transatlántico. Si bien la meseta de Djado, donde se ubica, es conocida por su arte rupestre, Patrimonio Mundial de la Unesco, este enclave urbano fue uno de los epicentros caravaneros de la historia pre-colonial del Sahara. Levantado a partir de materiales naturales como barro, paja y arcilla, hoy es un reducto arquitectónico decadente y deshabitado, pero con un valor histórico enorme.
7. Las pinturas rupestres de Dabous, en las Montañas de Aïr (Patrimonio de la UNESCO), son un conjunto de cientos de pinturas de una antigüedad de 8.000 a 10.000 años, probablemente las más antiguas del Sahara. En sus figuras, se evidencia una rica Biodiversidad en la época y un acelerado cambio climático que ha pasado a registrar animales típicos de las sabanas y las selvas tropicales como jirafas, avestruces, antílopes, leones o rinocerontes, en contraste con los actuales escorpiones, serpientes y camellos. La obra más impresionante son los petroglifos de las jirafas de Dabous, un macho y una hembra de más de 6 metros de altura y perfectamente tallados en dos losas, que fueron descubiertas en 1997.
Dónde alojarte en Níger:
NIGER SOLUXE HOTEL: Encontrar un hotel asequible, seguro y con buenas instalaciones puede ser un auténtico quebradero de cabeza en Níger. Sin embargo, este hotel de la cadena china Soluxe es una apuesta segura para Niamey. Wifi, restaurante, gimnasio o piscina, son comodidades que este establecimiento recién inaugurado en la capital nigerina ofrece. Y con unas mínimas de 17 grados y máximas de 42º, se agradece un aire acondicionado (que funcione), para descansar de las alta y húmedas temperaturas de esta ciudad a orillas del río Níger. De lejos, la mejor opción para los más preocupados por la inseguridad en el país.
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