¿Y si el libro digital fuese la solución?
La industria editorial en África se ha convertido en la eterna promesa, aparece sistemáticamente como un sector con tremendos problemas para su desarrollo, pero al mismo tiempo con un enorme potencial en caso de superarlos. El hecho es que la industria del libro en África es débil, pero en un momento en el que las industrias culturales, en general, son un sector pujante en el continente no para de buscar soluciones, de albergar iniciativas y esperanzas. Habitualmente, las tasas de analfabetismo o el bajo poder adquisitivo son los factores más esgrimidos, pero no hay que olvidar la tradición oral o la preponderancia de las lenguas europeas y por supuesto los elevados costes de producción y de distribución. Una información sobre la pujanza de una plataforma para la edición digital que se ofrece a editores independientes despierta las reflexiones, sobre todo, frente a los últimos obstáculos señalados, los elevados costes de producción y de distribución. ¿Y si no fuese necesario imprimir? ¿Y si no fuese necesario desplazar toneladas de papel, primero en blanco y después impreso? ¿Y si realmente el libro digital fuese la solución para la industria editorial africana y para el acceso a libros de los africanos?
Resulta que el teléfono móvil se ha revelado en los últimos años como una de las soluciones a muchos de los problemas de África. Los de las comunicaciones y la falta de infraestructuras, por supuesto, porque las redes inalámbricas resultan más baratas que el cableado que en muchos lugares nunca ha llegado a tenderse. Pero también, las transacciones económicas, las compras, y las conexiones a internet, en general, que abren un sinfín de posibilidades. Quizá el teléfono móvil, y tecnologías similares, tengan algo (importante) que decir en lo que se refiere a la industria editorial y al acceso a los libros.
La excusa ha sido una especie de campaña de Snapplify, una plataforma de edición digital, ofreciéndose como una solución para los editores independientes africanos que ha tenido repercusión en muchos medios especializados en industria editorial y en nuevas tecnologías. Los argumentos de Snapplify parecen robustos dicen que “la limitación del mercado a las librerías y los puntos de venta locales conduce a la asfixia de la industria”, mientras que el libro digital ofrece un mercado global que rebasa fronteras. Y en ese mismo sentido, recuerdan que en el libro digital las diferencias de recursos entre las grandes editoriales y los editores independientes se hacen mucho más pequeñas. Para los lectores, las ventajas pueden ser similares, el acceso a libros que de otro modo serían inaccesibles y el abaratamiento del precio del libro (aunque en este caso es necesario contar con un soporte, ya sea ordenador, tablet o smartphone, que puede resultar caro). Evidentemente, la apertura de un mercado abre un debate, con sus ventajas y sus inconvenientes.
Curiosamente Snapplify es una herramienta africana, concretamente sudafricana. Ha sido desarrollado por una compañía de soluciones digitales y con más de una década de experiencia en diferentes e-business. Se trata de un proveedor de soluciones para la edición digital que permite que el proceso de producción de una publicación digital, ya sea libro o revista, resulte sencilla y de la misma manera facilita el acceso a estas publicaciones por su compatibilidad con diferentes sistemas. Es decir, el producto final es adecuado tanto para ordenadores como para tablets y teléfonos móviles inteligentes, y del mismo modo es absolutamente compatible con formatos vinculados a Apple, Android o BlackBerry. Snapplify además modifica ligeramente el concepto de publicación, ya que las ediciones digitales permiten incorporar elementos que van más allá de la letra impresa o las imágenes estáticas. Una publicación digital de este tipo puede incorporar música o vídeos entre otros elementos.
Destrás de Snapplify está Wesley Lynch, un emprendedor sudafricano que se ha convertido en una referencia en negocios electrónicos. A Lynch parece moverle una voluntad de encontrar soluciones específicas para las necesidades del continente africano, aunque las motivaciones puede que sean más empresariales que filantrópicas (eso es difícil de saber), los resultados son aplicaciones como Snapplify. Esta herramienta nació en 2011 y de manera vertiginosa fue recabando apoyos y colaboraciones en los países de pujantes de la esfera anglófona africana, como Kenia, Nigeria, Zimbabue y la propia Sudáfrica. Sin embargo, desde África se ha proyectado al resto del mundo y se ha hecho con aliados importantes en EE.UU. y Reino Unido.
El ejemplo de Lynch y de Snapplify hace pensar en que la edición digital no sólo puede ser una solución para el mercado editorial en África, sino que puede ser incluso una herramienta que haga competitivos a editores africanos en el mercado global. Además no se puede perder de vista que Snapplify no es el único sistema en este sector sino que existen otras herramientas para la publicación digital sólo que no ha conseguido tanta proyección o no están tan ligados a África, como por ejemplo, Wobook.
Octavio Kulesz realiza un estado de la cuestión completo en relación a la situación de las ediciones digitales desde todos los puntos de vista en L’Edition numérique dans les pays en développement, un libro en el que dedica un capítulo al África Subsahariana y que se puede consultar on-line. En este trabajo, Kulesz recoge, por ejemplo, la opinión de un editor camerunés, François Nkeme, que hace un resumen muy acertado del potencial del libro digital tanto para la industria como para los usuarios: “La edición digital puede ayudarnos verdaderamente (…). Yo creo que nos corresponde a nosotros (los editores) imponerla, mostrarla poco a poco, tímidamente, en todo caso, es cierto que no tenemos nada que perder. Con la edición digital, tendremos la oportunidad de llegar a un público extranjero. Pero pienso que nosotros, como editores, si queremos sacarle partido, aquí, tenemos que empezar a transmitir que hay una versión digital, una versión electrónica que será barata, porque como he señalado la mayor parte del coste para nosotros es la impresión en papel. Quizá pasando a una versión digital, eso nos permita vender libros más baratos, a un precio accesible”.
En este trabajo de Kulesz se pueden encontrar tanto las dificultades con las que se encuentra la industria editorial actual como los obstáculos a la migración a la versión digital, pero también las posibles soluciones y las perspectivas. Entre esas perspectivas, como ya se había aventurado previamente, Kulesz privilegia el papel que puede jugar el teléfono móvil que considera previsiblemente “el verdadero protagonista en la edición digital del mañana (quizá ya el hoy) en África”.
En todo caso, hace años que diversos proyectos solidarios han entendido que esta, la del libro digital puede ser una buena vía de acceso a la literatura y los conocimientos, tanto en entornos escolares como domésticos. Quizá el más destacable de estos proyectos sea el de Worlreader que en diferentes oleadas ha distribuido dispositivos de lectura electrónicos en países como Nigeria o Ghana y que ha conseguido el apoyo de empresas como Amazon o de instituciones como la Bill and Melinda Gates Foundation o la fundación del F.C.Barcelona para favorecer el acceso a los contenidos.
Más allá de las más o menos acertadas iniciativas solidarias y de los análisis que requieren una mayor profundidad, la edición digital se presenta, al menos, como una nueva puerta abierta para la industria editorial, para las letras africanas y para el fomento de la lectura. Y parece una puerta a la que, cuando menos, vale la pena asomarse.
Muy interesante y digno de tener en cuenta. Gracias por el artículo.
Creo que hay que publicitar más el libro de papel y lo creo por multitud de razones.
Torbellino, compártelas con nosotros, por favor. De entrada, lo que se plantea es que los costos de la industria editorial en papel han sido demasiado altos (el precio del papel, los transportes, el equipamiento necesario…) y por eso el libro digital parece que puede cambiar algunas cosas. Pero, ¡nos encantará saber tu opinión!
Responderé rápido porque ante todo debo decir que soy traductora y que hace muchos que traduzco libros y que sigo trabajando siempre con prisas….
De acuerdo que se debe tener en cuenta los costos, pero la disciplina, el gusto, el tacto, la variedad, no se pueden medir tan fácilmente, un libro siempre será algo superior, mágico, … bueno vamos al grano porque las emociones no es lo que se me pide ….
Un libro digital no comporta los gastos de papel y de imprenta, de acuerdo, aunque debo confesar que la mayoría de editoriales tienen poco gasto en la actualidad, Los libros los componen en alta mar, fuera de impuestos, a correctores, traductores y maquetistas se les paga cada vez menos y el trabajo de imprenta se ejerce en sitios de impuestos bajos.
Quizá lo único que ahorra un libro digital es el papel, cosa importante, desde luego, porque pronto nos quedaremos sin bosques, pero el precio… bien, acaso la luz no es también cara? un libro digital necesita el sistema eléctrico, escaso en muchos países y muy caro en otros, necesita disponer de un ordenador, saber manejarlo, que alguien vaya poniendo todos los libros en situación de lectura !!! puede que haga gracia al principio, pero a la larga … bueno …. será interesante comprobarlo.
Puedo decir que yo leo mucho, sobre todo historia, para poder traducir, y la leo al mismo tiempo que traduzco, a través de la pantalla, pero lo considero un estudio, no una plácida lectura, y los costos …. mucha factura de luz y mucho aprender programas nuevos y arreglar el ordenador …. en fin no hay feeling. Gracias por haberme escuchado.
Torbellino, nos encanta saber tu opinión y nos parece muy interesante… Estamos de acuerdo en que ahora falta ver qué nos depara el futuro.
Gracias por vuestro esfuerzo y vuestra imaginación, sois admirables. Un abrazo desde mi pequeño país, Torbe
togelpelangi
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