Zimbabue, ¿factoría musical del África Austral? (vol.II)
Continuamos en el África Meridional para seguir introduciéndonos en la emergente producción musical de estudios y sellos discográficos establecidos en Zimbabue. Si la semana pasada os avanzábamos que los músicos malauís, mozambiqueños o zambianos recurren a los estudios de grabación de Harare por la profesionalidad de sus técnicos y por los equipamientos que ofrecen, hoy queremos hablaros un poco más de cerca sobre los motivos que llevan a la industria musical zimbabuense a despuntar junto a otras que capitanean la lista africana como Sudáfrica, Nigeria o Ghana.
Vale la pena matizar que, mientras muchas multinacionales del sector como EMI, WEA o SONY han ido estableciendo filiales en la mayoría de países africanos, las políticas del ZANU-PF[1], teñidas por su conocida lógica antioccidental[2], no han permitido la entrada de compañías occidentales, pero en cambio sí que han encauzado el fortalecimiento de emprendedores locales. De la misma forma, desde el 2003, se ha favorecido la importación de instrumentos y tecnología del sector sin cargos arancelarios (que antes de 2003 representaban un 25% del precio final), con lo que la industria musical se ha visto enormemente privilegiada. Por todo ello, las discográficas han crecido como setas en Zimbabue, siendo sus principales firmas la Zimbabwe Music Corporation (ZMC), Gramma Records, Tape Promotions (RTP) o Ngaavongwe Records. En todas ellas, músicos nacionales como Elias Musakwa son accionistas mayoritarios.
No se debe obviar que dentro de las políticas favorables a la creación de una industria musical local fuerte, el gobierno de Zimbabue ha optado por el monopolio del sector público. La Zimbabwe Broadcasting Corporation (ZBC), más tarde bautizada como Zimbabwe Broadcasting Holdings (ZBH) es la única sociedad de comunicación y radiodifusión en Zimbabue, y representa la resistencia a la liberalización del sector por parte de ZANU y el monopolio en manos del gobierno de todas las emisiones del país. La interpretación queda abierta a la mirada del lector, ya que mientras unos ven en este hecho otro factor más de falta de democracia y de libertad de expresión, otros ven una oportunidad de generar empleo y oportunidades que benefician a los propios zimbabuenses. Además, cuando las políticas de las emisoras potencian la emisión de música local, los propios músicos son los que se ven animados a generar más y mejor, porque saben que tienen las puertas de las radios y televisiones abiertas de par en par.
Los Tonderai Studio, Country Boy Records, High Density Records o Monolio Studios son ejemplos de estudios de grabación erigidos en Harare y que reúnen la mayor producción musical de la región. Todos estos emprendedores forman parte de una generación (quizás la primera) que sale adelante gracias al negocio musical local. Son muchos los jóvenes que están recibiendo dinero, regularizado o no, de todas estas iniciativas, y por lo tanto, que generan riqueza que invierten en otros sectores económicos del país, dinamizando así la economía nacional.
Las tiendas de música, que aunque pocas y rentables solamente cuando los precios de los discos, CDs y sobre todo casetes bajan por no ser la última novedad, también se benefician de alguna forma, de las políticas proteccionistas. Éste es el caso de Express Toll, una cadena local presente en Harare y en Bulawayo que es una especie de “outlet” de música que combate la piratería del sector informal. También algunos supermercados venden estos productos, aunque la mayor parte del volumen de discos sea aún fruto de las copias piratas[3].
Otra carrera muy pujante dentro de la industria musical zimbabuense es el sector de los promotores. Ya sea como promotoras organizadas como Ghetto Fabulous Entertainment o Pams Promotion, o como promotores independientes como Philip Chiyangwa o Clive Malunga (Jenaguru Music Promotions), este subsector representa el intermediario sempiterno, a caballo entre los productos y una amplia amalgama de consumidores. Sin ellos, los músicos difícilmente conseguirían conciertos y giras. Por ello, muchos de los promotores son también organizadores de festivales como el Jenaguru Music Festival, el certamen de góspel Ngaavongwe Festival, el Nguva Yakwana Festival o diferentes festivales de Jazz como el Women in Jazz Festival o el Winter Jazz Fiesta de Harare. Quizás, uno de los festivales más famosos de la capital zimbabuense a nivel internacional sea el HIFA (Harare International Festival of the Arts), cuya última edición acaba de celebrarse y la que, a pesar de tener una programación muy internacional, da cabida a muchos artistas locales.
La proyección internacional, que no interregional de la música zimbabuense viene mayoritariamente de los músicos locales que deciden producir discos con multinacionales extrajeras. Este es el caso de uno de los grupos más internacionales del momento, Jacaranda Muse, como también sucede con los Mokoomba, de los que ya os hablamos la semana pasada. La banda que mejor representa los músicos que actualmente producen “glocalmente”[4] mezcla estándares de Jazz con cadencias de la música clásica mediadas por la tradición musical Shona y la mbira[5] produciendo un sonido asombroso. El talentoso cuarteto de Harare Jacaranda Muse y su disco debut September Sun (2012), ha sido producido por el sello francés Heavenly Sweetness. Una punta de iceberg que quizás sea lo más accesible des de fuera del continente africano, pero que no por ello, resta calidad. Con ellos cerramos nuestra presentación del universo de la industria musical de Zimbabue, un cosmos del que aún nos queda mucho que aprender y que representa una muestra más de que África camina[6]. Esperamos, como mínimo, haber despertado la curiosidad del lector para seguir investigando sobre los sonidos producidos desde este punto caliente de la música producida al Sur del Sáhara.
Recursos:
Nkosi Nlela, Broadcasting Reforms in Southern Africa: Continuity and Change in the Era of Globalization.
Mhiripiri, Nhamo Anthony. Dancing through the Crisis: Survival Dynamics and Zimbabwe Music Industry en MUDIMBE, Contemporary African Culture Productions, Dakar: CODESRIA, 2012.
[1] Partido gobernante desde la independencia del país (1980).
[2] La lucha contra los blancos británicos que gobernaban Rodhesia, y más tarde las políticas racistas, el asesinato de agricultores blancos, el expolio de tierras y la estampida de la minoría blanca son ejemplos del resentimiento de parte de la población zimbabuense debido a los estragos causados por la colonización. Estos hechos, junto a la ausencia de libertad de expresión, la falta de regeneración democrática o el fracaso de la reforma agraria, causaron un debacle económico en el país y el descrédito de la clase política zimbabuense ante la comunidad internacional y la opinión pública.
[3] Para luchar contra la piratería se creó la ZIMRA (Zimbabwe Music Right Association) y la ley Cpoyright Act de 2001.
[4] De forma local y global a la vez.
[5] El instrumento –una especie de piano digital que es el instrumento nacional de Zimbabue- y no el estilo musical.
[6] África camina: el desorden como instrumento político es un libro de Patrick Chabal y Jean-Pascal Daloz que analiza el desarrollo económico del continente desde una perspectiva de lógicas propias, sin pretensión de juzgar desde la óptica occidental, sino valorando positivamente la forma en que los propios africanos tienen de desarrollarse.
Latest posts by Gemma Solés i Coll (see all)
- Descoloniza tu iPod 2021 (V & VI) - 21/07/2021
- Un nuevo espacio cultural afrofeminista se está cocinando en Barcelona - 07/06/2021
Trackbacks y pingbacks
[…] Wiriko ya os hablamos de ellos no hace mucho. Pero lo cierto es que desde que cayera en nuestras manos su álbum debut September Sun, editado por […]
[…] el relevo al artículo que publicamos esta semana en nuestra sección de música y artes escénicas de Wiriko, nos plantamos una vez más en […]
Los comentarios están desactivados.